📖 CAPÍTULO - 26

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Estando los tres chicos aseados, frescos y con ropa limpia, se encontraban listos para ir a cenar con los demás integrantes de la familia Grafton.

Dado que "refrescarse" —como había propuesto/insinuado Roxana—, les había tomado más tiempo del pensado, Aiden no tuvo la oportunidad de mostrarle la casa y el jardín a Leo, puesto que había caído la noche al momento de estar listos. Sin embargo, Leo había podido observar el patio desde el dormitorio de Aiden y esperaba poder conocer el resto de la casa más adelante, suponiendo que esa no sería la última vez en que estaba de visita. Al final, todo dependería de cómo reaccionara el padre de Aiden y el vampiro rogaba para que fuera tan simpático como había sido su madre.

Salieron del dormitorio y al comenzar a bajar las escalas, escucharon unas voces en la entrada.

—¡Mamá ya llegamos! ¿Tendremos compañía está noche? —preguntó Melanie entrando a la casa con su esposo—. Él portero no nos avisó que ingresó una limusina al territorio.

—¡Hola Mel! —exclamó Aiden bajando rápidamente los últimos escalones y corrió a la entrada para abrazar a la loba.

—¿Como esta mi Den-den, mmh? —dijo Melanie llenando de besitos las mejillas de su hermano.

—Estoy bien, Mel —respondió Aiden para luego dirigirse a Hunter, el cual le dio un abrazo como saludo y sin que este aún lo soltará volvió a preguntar.

—¿Sabes quién está de visita?

—Mamá y papá les contaron todo sobre mi nacimiento y que soy un híbrido, ¿cierto? —Ambos asintieron en respuesta—. Pues conocí a mi segundo destinado hace unas cuantas semanas y ahora está de visita junto a Connor.

—¿Ambos están aquí? —preguntó Hunter con un tono de voz un tanto molesto, aprisionando inconscientemente al menor entre sus brazos.

Connor y Leo que ya habían llegado a la entrada para saludar, se quedaron observando con el ceño fruncido la forma tan íntima en que el esposo de Melanie estaba abrazando al pelinegro con sus manos en su espalda baja, un agarre tan seguro que era como si el menor fuera suyo. Sin embargo, Aiden al oír los pasos de sus compañeros se separó de Hunter y se acercó a ellos de inmediato.

Leo vio al nuevo Alfa Mayor de la manada Grafton-Strand y se sorprendió de lo joven que se veía este, no aparentaba ser mucho mayor que la hermana de Aiden, a lo mucho un par de años más.

Hunter era un hombre alto y musculoso, de piel morena, ojos cafés tan oscuros que Leo juraría que si no fuera por la buena iluminación de la habitación se habrían visto negros, cabello castaño oscuro corto y con una barba bien cuidada. Sí, de que era un hombre atractivo, era un hombre atractivo. No obstante, lo que a Leo le llamaba la atención, era la forma en que los miraba a Connor y a él, una mirada con evidente desagrado, aunque estaba claro que lo trataba de disimular. En cambio, hacia a Aiden, sus ojos proyectaban algo muy similar al deseo. Leo había visto esa mirada antes, la había visto en todos esos chicos y chicas hormonales que no podían ocultar la atracción que sentían hacia el híbrido. Si bien Aiden era un íncubo y podía tener cierto efecto en Hunter, este estaba casado con Melanie y él creía que, por respeto a ella, no debería estar teniendo ese tipo de sentimientos hacia su cuñado.

—Mel, Hunter... Quiero presentarles a Leo Ridgley —dijo Aiden sacándolo de sus cavilaciones—. Como sabrán, él es el destinado de mi parte íncubo, ya que Connor es el destinado de mi lobo.

—Con que un vampiro, eh —comentó Hunter cruzándose de brazos.

—Da lo mismo lo que sea, lo importante es que mi hermano encontró a sus destinados y tiene a dos personas que lo cuidarán. No como nosotros —opinó está vez Melanie, acercándose a saludar a Leo. Pero al ver el semblante incomodo del vampiro, aclaró—. Que no te incomode lo que dije, por favor. Tú ya eres parte de la familia y todos en la familia saben que nuestro matrimonio es de conveniencia, con Hunter somos más como amigos, pero debemos guardar las apariencias ante las otras manadas. En fin... yo soy Melanie Grafton-Strand, esposa de este hombre de aquí, Hunter Strand y somos los Jefes Alfa de esta manada.

Dos lazos para un híbridoWhere stories live. Discover now