Una Decisión Tomada

869 58 6
                                    

Koga había corrido todo lo que sus piernas le daban de regreso al santuario. En cuanto vio a Seiya marcharse, un sentimiento de desesperación se apoderó de él y lo hizo salir corriendo sin detenerse hasta que llegó a su dormitorio. Para su suerte, Soma no se encontraba ahí lo que le dio la oportunidad al muchacho de cabello color vino, de dar rienda suelta a lo que sentía derramando unas cuantas silenciosas lágrimas más.

Sorpresivamente las palabras de Seiya le habían dolido, más de lo que esperó. Tenía los ojos castaños de su maestro clavados en la mente; esa mirada fría, tan impropia de él... le había calado.

Repentinamente la puerta del dormitorio se abrió, rechinando al moverse y develando la figura de Soma que iba acompañado por Ryuho.

— ¿Te pasó algo? —preguntó el león menor al ver que su amigo yacía en posición fetal en su cama.

— ¿Te importaría ir por Yuna, Soma? Tengo algo que contarles —dijo el pegaso con la mirada perdida. Sus amigos se miraron entre sí muy confundidos pero el moreno no puso objeción ni pidió más explicaciones así que fue por su amiga.

Cuando Yuna vio a Soma parado fuera de su cuarto supo que algo no debía estar bien. Rápidamente él le explicó lo que Koga le había pedido y fue por ello que la chica accedió a seguirlo.

*****

— Ryuho, ¿cómo es tu relación con tu padre? —preguntó sin previo aviso Koga, sin mirar a su amigo.

El de ojos aguamarina se inquietó un poco ante la pregunta de su amigo, pero decidió contestarle ya que Koga en verdad lucía contrariado. — Como ya sabes, mi padre no podía hacer uso de sus sentidos cuando yo era pequeño, por lo cual solamente me comunicaba con él por medio del cosmo, y de esa forma también me entrenaba. Siempre fue un poco estricto conmigo y creo que eso se debe a que quería que fuera mejor que él y que también fuera capaz de cuidar a mi mamá, porque él no podía del todo. Nuestra relación no fue tan cercana al principio de mi niñez, pero yo siempre lo quise y sé que el también. Al recuperar sus sentidos ciertamente, todo fue diferente; cuando estuvimos a solas, me abrazó muy fuerte y me dijo abiertamente que me quería y que estaba muy orgulloso de mi y de todos nosotros —le contó Ryuho, un poco sonrojado—. Al principio por su condición, no era fácil y no nos llevábamos tanto, pero ahora todo es diferente y me alegra mucho tenerlo conmigo.

Koga repasó cada una de las palabras de su amigo, el caballero Dragón. La alegría con que él hablaba de su padre era tan diferente de lo que él había dicho y pensado de Seiya todo ese tiempo.

— Koga, ¿no has pensado que sería si Seiya siempre hubiera estado contigo, como tú papá? —le preguntó su amigo.

— Ese es el problema Ryuho —miró a su amigo—, que no se puede adivinar el "hubiera" porque en realidad no existe, nunca paso —en eso mentía un poco, ya que si, lo había imaginado cientos de veces. Al chico le hubiera gustado tener entre los recuerdos de su niñéz a Seiya.

— Pero puedes imaginarlo. Mira, si Marte no hubiera aprisionado a Seiya y se hubiera quedado contigo, entonces todo sería diferente, lo sabes. Y sé que el hubiera no puede ser adivinado pero ¿acaso no tienes a Seiya ahora? El hecho de que no pudiera estar contigo durante tu crecimiento no quiere decir que no pueda hacerlo ahora —terminó su compañero bronceado mientras Koga se mordía el labio.

De pronto, Soma y Yuna entraron a la habitación. Soma cerró rápidamente la puerta para evitar que alguien viera a su amiga en ese lugar.

Yuna había estado sintiéndose un poco ansiosa, tratando de adivinar lo que estaba pesando pero cuando la chica vio el semblante triste de Koga supo que tenía que estar ahí y que no le importaba nada más. Porque fuera lo que fuera que le hubiera pasado a Koga, él la necesitaba.

El Precio de una FamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora