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Lisa regresó a su hogar casi tres semanas después de lo sucedido en la casa de Rosé, y podría casi asegurar que ya se hallaba clara respecto a ella y, finalmente, con una decisión lista en mente, en caso de que la chica no se hubiera rendido en su búsqueda. Fue abrupto, sí, pero haberse alejado de tal manera le resultó efectivo, pues no había forma de que consiguiera pensar con serenidad teniendo anticipada la insistencia de Rosé por verle. 

Llegar a su apartamento e ir directo a desplomarse en su cama fue el quite ansiado del cansancio que traía pese al viaje, a ojos cerrados disfrutó del musical creaba la lluvia cayendo fuerte, aliviada. Todavía no dejaba de llover, pero quizás y solo quizás, pensó Lisa, estaba pronto de que lo hiciera. Aunque a decir verdad el fin de la lluvia bien podría ya no tener el mismo significado que le había dado inicialmente.

Abrió los ojos y miró por su ventana, las mismas gotas compitiendo por caer primero y diluirse junto a las que cayeron en las rondas pasadas. Fue el mismo ritual, como ya había ocurrido una vez, el timbre sonó mientras se encontraba inmersa en la carrera. Lo que diferenció esta ocasión de la primera fue que Lisa no esperó para atender, ya que sabía quién estaba afuera y no tenía nada que quisiera darle a interpretar.

Rosé le miró con cara de angustia cuando le tuvo de frente, y luego suavizó su semblante a uno más relajado. Lisa, en su lugar, permaneció inexpresiva, pero inerte en su lugar. Había imaginado cómo sería este momento, tantas escenas en su mayoría perfectas, sin embargo, no previó que Rosé seguía teniendo tanto poder sobre ella, al punto de hacerle tragar involuntariamente sus palabras premeditadas y de que su cerebro no enviara más que señales tardías al resto de su cuerpo para responder. Rosé fue la primera en hablar, entonces.

-Hablemos -pidió.

Pasaron varios segundos para que Lisa se moviera, le dejase entrar y fuese su guía hacia el sofá de la sala. Jugueteó con la tela de su pantalón antes de que tomaran asiento y el silencio se apropió sin ninguna oposición del momento. Él y el ruido de la lluvia. Los latidos alocados volvían a estar presentes pese a la anticipación, pese a las ansias que le embargaba Rosé estando callada y no dirigiéndose hacia ella siquiera. Estuvo consciente de que tal vez repasaba lo que le diría, pero aun así no evitó desesperarse.

-Lisa -dijo en voz alta y levantando la mirada después, como si se hubiera llamado la atención a sí misma-, antes era joven y no supe cómo reaccionar a lo que estaba pasando. Tuve mucho miedo, fui egoísta, tanto que te dejé sola para así no tener que aguantar todo lo que tú tuviste que aguantar. -No hubo respuesta ante lo que Lisa ya sabía, le dejó continuar-. Pero ahora ya crecí y he madurado. Todo lo que tú sufriste, aunque no se compara, me cayó luego de que te fueras. Te sufrí más que nunca. Nunca me perdoné lo que hice, y seguiré sin hacerlo hasta que tú me perdones primero. -Su voz se quebró en la última frase y tuvo que hacer una pausa. Lisa le miraba con fijeza, rígida, no queriendo dejar reventar el nudo en su garganta todavía. Rosé no se contuvo, dejó ver las gotas saladas que se desprendieron de sus ojos antes de continuar-. Perdóname, Lisa. No me importa cuánto me vaya a costar, creo que haberte encontrado otra vez es mi oportunidad para hacer que volvamos a lo que fuimos. No me rendiré. Y si no es eso -mostró una mirada afligida-, al menos quiero que me perdones.

-Rosé...

-Te amo, Lisa. -Le interrumpió-. Nunca, nunca, nunca dejé de amarte.

Lisa no lo contuvo más. El tormento que aguardó consigo durante años se desató y Rosé lloraba junto a ella. A fin de cuentas, las dos eran dos almas rotas que pasaron por un mismo dolor. La misma consecuencia atosigante de no haberse tenido por años, de haber partido de los brazos de la otra sin una despedida correcta, bajo decisiones mal tomadas, y de no haber sabido lidiar del todo con los sentimientos desmedidos. Rosé había tenido su castigo y Lisa había sanado lo suficiente para poder volver, ninguna tuvo la idea de privarse más, no cuando se habían echado tanto de menos; no cuando les habían dado aquella nueva oportunidad.

Lisa no pensaba que le volvería a ver y ahora que había sucedido, no pensaba volver a estar lejos de ella. Había vivido bien, se había recuperado, mas no encontrado la felicidad porque esa la tenía solo con la mujer que estaba una vez más a su lado y dispuesta a volver a sus brazos.

Se envolvieron en un abrazo y se apretujaron en un silencio restaurador, transmitiéndose a través de él la falta, y le dieron el propósito de estar tan cerca que podían volver a ser una sola. Cuando se separaron despacio, descubrieron la sonrisa que cada una tenía para dedicarse. Una secuencia de sucesos muy tranquila y pausada a comparar con el desastre que se instalaba en sus pechos, pero era lo justo y necesario. De la misma manera volvieron a juntar sus bocas, iniciaron un beso parsimonioso cargado de la pasión emergida de la llama que nunca se fundió. Con esto Rosé se sabía perdonada por Lisa y, asimismo, ésta sabía que estaba volviendo a ser feliz. Sus heridas por fin sanarían bien.

Si bien afuera la lluvia no había parado, para Lisa los días lluviosos ya no tendrían el mismo significado. 

Fin.

 

***

soy distraída y olvidé que tenía que actualizar pero eso, ya es el fin de esto

espero lo hayan disfrutado <3

You, Clouds & Rain. (ChaeLisa)Where stories live. Discover now