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NARRA KAGOME

El reloj dice que son exactamente las cinco de la tarde cuando me despierto. Siento todo los músculos de mi cuerpo descansados y mis miembros ágiles. Cuando me quito la sábana de encima, me doy cuenta que estoy vestida

¡Oh!

Esto es obra de Sesshomaru.

Me vistió con un pequeño schor negro de algodón y una blusa blanca de manga corta, con un corazón rosa dibujado en su frente.

Ni siquiera sabía que tenía ese tipo de ropa y es que simplemente no me he tomado la molestia de revisar todo lo que hay en mi closet, lo que si sé es que cada prenda que allí hay fue elegida por el mismísimo señor Taisho.

Últimamente estoy durmiendo mucho y ya parezco un fantasma deambulando por los pasillos de la mansión. No estoy presente en el desayuno, en el almuerzo quizá, y si es la cena siempre termino encerrada nuevamente en la habitación...si sigo a este ritmo la poca carne que me queda desaparecerá por completo.

Me ato el cabello en una coleta alta y me unto un poco de loción corporal en mis manos y cuello. Me veo una última vez al espejo y bueno, estoy aceptable para bajar. Abro la puerta y la cierro.

Comienzo a caminar por el largo pasillo pensando en dónde estará Sesshomaru, cuando estoy justo por llegar a las escaleras me encuentro con Kanna.

Y como es de costumbre, lleva puesto un diminuto schor rosa pálido y un top azul eléctrico, el cual combina de maravilla con su cabello plateado y sus ojos violetas. Se detiene en cuanto me mira y la sonrisa que sus labios dibujan no me gusta en lo absoluto, sé que alguna estupidez saldrá de su boca.

— Te entiendo perfectamente — me dice en cuanto estoy a la par suya — la cama de Sesshomaru es demasiado cómoda, tanto, que no deseas levantarte.

Lo sabía. La muy maldita quiere joderme, pueda que sus palabras sean falsas o pueda que no, pero tampoco voy a negar que me hierve la sangre solo de imaginar a Sesshomaru con ella...

¿Estoy celosa?

Como sea, no es momento para pensar en ello, quiere jugar.. okay, yo también puedo hacerlo. No por gusto anduve deambulando por años en las calles, yo también me sé defender.

— ¿En serio? — me coloco la mano en el pecho para verme más dramática — Lo siento mucho querida, ahora soy yo la que duerme allí.

Su mandíbula se tensa y sus mejillas adquieren un tono rojizo... Está molesta, lo sé. Quiere explotar pero se contiene, y sonríe nuevamente tal como lo hizo anteriormente.

— Si claro, la cama es un objeto cualquiera. Y me sé conformar cuando llega a la mía.

Y así sin más la muy imbécil sigue su camino. Aprieto mis manos tan fuerte que mis uñas se entierran en mis palmas. Deseo tanto rotar, cogerla de el pelo y sacarla a patadas de aquí. No la soporto. Despotricando bajo las escaleras y me voy directo a la cocina.

Inuyasha está de pié y en sus manos tiene un tazón con no se qué. Lo deja sobre la encimera en cuanto me ve llegar y frunce el ceño, si, supongo que no luzco para nada tranquila.

— ¿Estás bien? — me pregunta preocupado. Yo me siento en mi banco favorito, apoyando los codos sobre la encimera y me cubro el rostro con ambas manos. Necesito respirar.

— Si — miento porque no quiero un nuevo enfrentamiento entre ambos hermanos — Es solo que aún me siento cansada.

Inuyasha frunce el ceño nuevamente.

— Kag, yo — frunce los labios — no es que quiera ser un entrometido pero noto que últimamente estás durmiendo mucho.

— ¿Y eso es malo? — le pregunto en forma inocente y expectante por su respuesta. Su rostro se sonroja y eso me pone aún más nerviosa.

— ¿Te estás cuidando?

¿Qué sí me cuido? Me quedo helada al comprender la pregunta de Inuyasha ¡Dios! ¡Por supuesto que no! O sea, tengo 20 años ... Sé los riesgos que conllevan las relaciones sexuales sin protección... ¡Por Dios! Me levanté de el banco como si haya sido expulsada hacia arriba por una fuerza invisible y salí corriendo de la cocina.

En el vestíbulo me encontré con mi nana y le pregunté por Sesshomaru, me contestó que se encontraba en el estudio. Le di las gracias y corrí nuevamente, al llegar irrumpi sin tocar y él me miró con su ceño fruncido.

— Necesito aclarar algo — le dije hablando rápidamente. Su rostro se relajó un poco sin embargo en su mirada había curiosidad.

— Dime — colocó el periódico sobre la fina superficie de su escritorio y me ofreció toda su atención.

¡Joder! ¿Por dónde se supone que debo de iniciar?

— Bueno yo... — me pasé una de mis manos por el cabello — Necesito saber si estoy embarazada.

Los ojos de Sesshomaru centellaron divertidos. Esa  mirada me pareció ofensiva ¿Acaso se estaba burlando de mí?

— ¿No me dirás nada?

Hablé un poco molesta.

— No hay nada que decir porque no lo estás.

Contestó lo más relajado.

— ¿Y tú cómo lo sabés?

Me crucé de brazos y lo reté con la mirada. Él se levantó de el sillón y caminó hacia mí, me rodeó la cintura con uno de sus brazos y me giró. De modo que su ya erección chocaba con mi trasero. Mi sangre comenzó a hervir en cuanto su aliento cálido chocó contra la piel sensible de mi cuello.

— Porque aún eres muy joven y tenemos mucho qué disfrutarlo.. ya habrá tiempo para niños.

Me safo de su abrazo antes que pierda la cordura nuevamente. Me siento vulnerable cuando sus manos me tocan y sus voz ronca y excitante nubla mis sentidos. Acalorada me acomodo la blusa y lo veo. Se ha recargado sobre el borde de el escritorio con las manos ocultas en los bolsillos de su pantalón.

— Es enserio Sesshomaru — retomé el tema nuevamente.

— ¿Y qué te hace pensar que lo estás?

Su pregunta me hace meditarlo. Realmente solo siento mi cuerpo débil, me da mucho sueño.

— Pues...pues últimamente duermo más de lo normal.

— Es normal — asegura sin titubeos — Estás iniciando una vida sexual activa.

¿Porqué tiene que ser tan directo? Posiblemente mi rostro es el hermano gemelo de el semáforo.

Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora