22

776 90 6
                                    

Comprendía que su esposa se estaba tomando el tiempo necesario sin embargo, el que se pasara toda la tarde con el puto sobre aferrado a su pecho, ya le restaba la poca paciencia que tenía.

Kikyo, había despertado y también almorzado para regresar nuevamente a la habitación.

Naraku caminaba de un lado para otro, tocándose el puente de la nariz incontables veces y su cabello lucia revuelto por pasarse las manos sobre el.

— Kikyo, abre el sobre por favor.

Le pidió asiendo uso de un tono de voz tranquilo, comprensivo. La mujer le miró fijamente y en sus ojos se reflejaba una angustia inmensa. A los segundos asintió.

Sus manos eran un manojo de nervios, le era difícil mantener el control de sus miembros. Se movían involuntariamente mientras rompía lentamente el sobre.

Naraku se arrodilló ante ella y posó sus manos sobre su regazo. Quería que de alguna forma sintiera su apoyo incondicional.

Los segundos fueron minutos, los minutos horas y las horas, una puta eternidad.

Kikyo se llevó una mano a su boca mientras leía las cuantas líneas que la hoja de papel tenía impresas. Sus ojos derramaron lágrimas tras lágrimas.

Soltó el sobre y se tapó el rostro con ambas manos. Sus sollozos se hicieron cada vez más fuerte hasta que ya no los pudo controlar más y lloró a vivo pulmón.

Naraku tomó la hoja y leyó rápidamente el resultado, no quería detalles... Solo quería el puto resultado.

En cuanto lo leyó, sintió que toda la habitación daba vueltas. Se dejó caer en el piso y sus ojos rojizos brillaron por causa de las lágrimas que se estaban acumulando.

RESULTADO:  99.99 COMPATIBLES.

20 años de búsqueda, 20 años de dolor, de lágrimas, de desasosiego. Tantos años luchando con aquellos pensamientos ¿Estaría viva? ¿Habría muerto?

La emoción era tal que los abrumó. Les dejó completamente mudos y perplejos. Naraku leyó nuevamente, debía de hacerle entender y creer a su cerebro que esa era la realidad, que habían encontrado a su hija...

Kikyo continuaba llorando, aferrada a las sábanas. El impacto fue duro, tantas emociones aglomeradas en su frágil cuerpo.

Naraku se levantó y tomó a su esposa entre sus brazos. La sentó en su regazo y la estrechó con fuerza contra su sólido pecho.

Joder, amaba tanto a esa mujer... El saber que aquella hija por la cual lloraron por tantos años, estaría de nuevo con ellos, les llenaba el corazón de vida, de un inmenso placer.

— Es ella, mi amor, es ella — habló Kikyo mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios rojos.

Naraku asintió y le besó la frente y le secó las lágrimas con la yema de sus pulgares.

— Si pequeña, ella es nuestra hija.

— Tenemos que ir por ella.

— Claro que lo haremos pero debemos  tener paciencia. Tenemos que ser precavidos. Podríamos asustarla.

Aunque no estaba de acuerdo, su esposo tenía razón. Kagome ha vivido veinte años creyendo que sus padres simplemente se deshacieron de ella. No podían aparecer de la noche a la mañana y decirles que ellos eran sus progenitores.

--------

— Maldito hijo de perra.

El taburete salió disparado hacia la pared.

Sesshomaru había llegado hecho una fiera a la mansión, arrojando todo lo que se encontraba a su paso.

Se jalaba mechones de cabello, se mordía el labio inferior hasta sangrar, sus uñas se enterraban en las palmas de sus manos.

Jamás se había sentido como un completo cavernícola. Perdió los estribos en cuanto sus ojos vieron como Kagome huía de su lado, tomada de la mano de el imbécil doctorcito.

No la buscaría, si eso era lo que la ingenua jovencita pretendía... Un Taisho jamás se iba a rebajar a tanto por un puto coño.

Se sirvió un poco de whisky y se sentó en el sofá, echó su cabeza hacia atrás y ni siquiera se inmutó cuando la puerta de el escritorio se abrió.

El aroma cítrico inundó sus fosas nasales y arrugó la nariz. Se incorporó y bebió un trago de su oscura bebida. Dejó el vaso en el piso, a un lado de sus pies y con sus manos se masajeó lentamente las sienes.

— ¿Dónde está Kag?

Preguntó Inuyasha observando el desastre que su hermano había hecho. Sesshomaru se encogió de hombros y lo vio con los ojos entrecerrados. A veces su medio hermano solía preguntar mucho por ella y eso no le gustaba para nada...

¿Celos Sesshomaru?

— Quizá en estos momentos esté bailando sobre otra verga.

Contestó lo más natural como si lo que haya dicho no fuera nada para sorprenderse. Inuyasha abrió los ojos como platos, atónito por lo que escuchó... Claro, quizá por eso es que Sesshomaru destruyó por completo medio escritorio.

— No comprendo.

— No tienes porqué — recogió el vaso y bebió otro trago, arrugando el ceño por la sensación quemante en su garganta.

Inuyasha recogió el taburete y lo colocó nuevamente en su lugar para luego sentarse en el.

Se apoyó en el borde de la barra y suspiró antes de hablar:

— Supongo que te han pateado el culo.

Sesshomaru sonrió irónico y bebió el último trago que había en el vaso.

— No supones mal.

— ¿Porqué?

Sesshomaru clavó sus ojos en él.

— Porque es una zorra.

Inuyasha frunció el ceño.

— No dejes que los celos te nuble la razón. Kag te ama.

Sesshomaru se levantó de golpe de el sofá y caminó hasta la barra para servirse otro trago.

Inuyasha veía atentamente cada uno de sus movimientos. No era necesario ser adivino para saber que se estaba consumiendo por dentro.

— Si me amara como tú dices, no se hubiera ido con ese maldito médico de pacotilla.

— ¿Bankotsu? — Sesshomaru asintió y continuó tomando — ¿Qué le haz hecho?

— Nada, simplemente quería que iniciara a cuidarse.

Inuyasha lo comprendió. Se sirvió un trago para acompañar a su hermano. Sí seguía preguntando Sesshomaru le partiría la jeta.

La tarde fue pasando rápidamente y Sesshomaru continuó tomando hasta que perdió el conocimiento. Inuyasha se encargó de llevarlo a la habitación y salió de la mansión en búsqueda de Kagome.

Sexo, Sudor y Lágrimas (Versión Sesshome) TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora