XXX. Together Again

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«No quiero escuchar la misma triste historia

Con el mismo aburrido final»

Nueva York, 2022

Sus pulmones con cada respiro se sentían cada vez más congelados, el aire acondicionado y las paredes blancas—además de los anuncios a través de los parlantes con voz monótona—solo le recordaban a un hospital. Tampoco es que había estado en muchos, además de una que otra herida cuando era pequeño por ser cualquier niño y correr, los hospitales solo le recordaban lo que una vez quiso ser y no logró a cumplir exactamente como tenía planeado.

Sin embargo, ese día no estaba en uno de esos edificios, a pesar de sus constantes similitudes, el sonido de los aviones despegando en la pista, delataban a este lugar como lo que en realidad era: un aeropuerto. Y el peso en su muñeca al igual que el tirón que sentía en su hombro eran provocados por dos maletas, una con ruedas que tiraba como si fuera una carga para mandar al astillero y la otra que colgaba al igual que un viejo relicario lo hacía del cuello de una viuda.

Decir que estaba nervioso y que sus manos no estaban sudando como si tuviera un problema glandular, era quitarle importancia a su llegada a Nueva York. Y eso era lo que menos era, tanto para su familia, como para él y hasta para quien se suponía que lo había estado esperando por casi cinco años. Un suspiro salió sin notarlo de sus labios, los cuales apretó en una fina línea luego de pasar por los largos pasillos luego de haber recogido sus maletas.

Levantando la mirada, comenzó a buscar entre las personas, esa mirada oscura que le alegraba todas las mañanas.

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Valley Forge, 1778

Era momento de decir la verdad, ese instante en el que el corazón le paraba y no sabía si estaba en lo correcto porque se encontraba en una encrucijada con más de dos opciones, la mayoría de esas con consecuencias terribles a largo plazo. Aunque aún había una y debajo de ese techo demasiado bajo para su altura, la respiración tranquila de dos hombres compartiendo la misma cama, no le parecía para nada equivocada.

Es más, llevaba tiempo sin sentirse tan bien consigo mismo.

—Aún es demasiado temprano como para levantarse, John —la nariz del contrario delineó su pecho acariciando cada centímetro a su disposición de su piel desnuda.

—Me gusta escuchar el canto de los pájaros —confesó a pesar de que en realidad aquella no era una confesión, no si lo comparaba con lo que tenía atravesado en su garganta.

—Supuse que por eso lo estabas —el calor de un beso en su pectoral izquierdo, sin rastros de alguna herida, le provocó un pequeño cosquilleo que pasó hasta la punta de sus pies.

Excepto que solo le recordó a la cicatriz que reposaba en su hombro.

—¿Qué piensas de los secretos, Alexander? —su voz sonaba hueca, pero en el fondo estaba consciente de muchas decisiones que había tomado hace año y ahora sus consecuencias estaban reptando a través de su espalda.

—En general, me gusta ser sorprendido —se dio la vuelta para ver mejor cómo los mechones rubios caían desordenados sobre la frente del mayor—. Supongo que depende. ¿Tú los tienes?

—Dos. En Londres.

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Nueva York, 2022

Fotogramas || Lams MonthWhere stories live. Discover now