Capítulo 8.

4K 388 116
                                    

Estaba encima de Horacio, en caballito. No dejaba de reír mientras que él daba vueltas por comisaría mientras nos seguía Ivanov con la porra en mano. Los demás agentes y civiles nos miraban sin saber muy bien que hacer; si seguir mirándonos o intentar ignorar a los dos idiotas que estaban formando tal espectáculo.

—¡Joootooo! —le gritó Horacio intentando imitar el acento de Pablo, haciendo que riera aún más, dejando caer mi cabeza sobre su hombro.

De la nada alguien cerró una puerta fuertemente, llamando la atención de todos. Levanté mi cabeza y deseé no haberlo hecho al ver que se trataba de un Conway muy enfadado. Le empecé a dar golpecitos en el hombro a Horacio para que abandonásemos comisaría y nos fuésemos corriendo, o al menos que me dejara en el suelo. Pero este parecía estar en shock, dándome entender que estaba atrapada.

—¿Quién cojones está gritando en mi comisaría? —el Superintendente se cruzó de brazos mirando a todos hasta que su mirada se posó en nosotros. Alzó una ceja al ver que estaba encima de Horacio.

—Crestas... —le llamé en susurró—. ¡Reacciona idiota! —grité al ver como Ivanov volvió a sacar su porra, haciendo que Horacio reaccionara y saliese de comisaría a toda velocidad conmigo encima aún.

Cuando al fin estábamos a salvo, me dejó en el suelo y se apoyó sobre sus muslos mientras intentaba recuperar el aire. Reí ante eso mientras le daba unos toques en la espalda a modo de consolación. Últimamente estaba pasando más tiempo con ellos y me lo hacían pasar bien, empezaba a dejar de lado mi aura tan seria y volver a ser... una chica normal.

—¡Atraquemos la joyería! —soltó de la nada Horacio, levantando su dedo al aire como si hubiese tenido la idea más magnífica del mundo.

—¿Estás idiota? —levanté una ceja mientras hacía una mueca—. ¿Y que Conway se pase todos los días dándonos porrazos? No, gracias.

—¿Tienes miedo, rubia? ¿No te atreves?

—No es eso —comencé a caminar, dejándole atrás—. El problema sois vosotros, jodereis todo. Como si fuese la primera vez que atracara, es lo más fácil del mundo.

—Enséñanos pues —habló poniéndose a mi altura, sonriendo de lado. Le miré de reojo, pensando.

—En media hora os quiero en el portal de mi casa —anuncié.

{•••}

—¿Queréis ir de... Papá Noel? —miré con asco la vestimenta que llevaba Gustabo. Este asintió con la cabeza orgulloso.

—A mi me hace buen culo —ladeé la cabeza mirando a Horacio, que posaba mirándose en el espejo mostrando su trasero. Suspiré pesadamente y negué varias veces con la cabeza.

—¿El joto no quiso venir? —preguntó esta vez Pablito, ya vestido y sentado, esperándonos—. Segismundo —aclaró.

—No cogió las llamadas —le respondió Gustabo, poniéndose la máscara—. ¡Hostia, se me está poniendo inefable! —exclamó al verse.

Ellos siguieron hablando mientras que yo me planteaba si esto iba a salir bien, era un peligro atracar con esos tres. Nunca me había salido mal ningún atraco o algo parecido, pero junto a ellos podría ser la primera vez. No se en que estaba pensando, estaba avanzando con Conway para que me diese información y ahora hago esto. Como nos pille ya le podré decir adiós a todos los tratos.

—Listo —anunciaron acercándose a mí.

—Vale, nenas —asentí mientras me ponía mi máscara—. Necesitamos rehene... —Gustabo me interrumpió antes de que acabara la frase.

No te hagas, Conway. {Superintendente}Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ