Capítulo 48

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No mucho tiempo después llegamos al hotel, su nombre era "Hotel Grey" como el apellido de Adam, ¿Qué quería decir esto?

—¿Este hotel es....?

Adivinando mi pregunta, Adam se adelantó a responder:

—De mi tío. Tiene una cadena de hoteles en todo Europa.

—Oh.

En cuanto entramos el mismo gerente nos atendió y nos entregó la llave de nuestras habitaciones; a Adam le dieron la suite real y a mí una habitación con dos camas al igual que al resto. Jeremy quiso venir conmigo, pero Lucas dijo que debían hablar algunas cosas todavía y se lo llevó, casi obligado, lo haló del brazo, y mientras halaban a mi hermano, un joven se acercó a mí y se ofreció a ayudarme con las maletas y el coche de Isabella. No esperó a que le respondiera. Empezó a cargar con todo y yo fui tras de él separándome del resto del grupo.

Subiendo el ascensor, con Isabella en brazos, me pregunté qué clase de habitación sería. No había estado en muchos hoteles en mi vida, excepto la vez que una señora quiso que limpiara su departamento en un edificio, ¿Será parecido o mejor?....de pronto, las puerta del ascensor se abrieron y el joven salió al pasillo con las maletas, el coche y la llave que, de hecho, era una tarjeta <<cosa extraña de gente rica>> finalmente nos detuvimos frente a la puerta y el chico me enseñó a usar la tarjeta para abrir y cerrar la puerta con un español no muy bueno, pero entendible.

No era una habitación muy impresionante, en realidad mi alcoba en el palacio era mucho mejor, pero me maravillé al notar que veía la torre eiffel por la puerta ventana que tenía un pequeño balcón y una mesa con dos sillitas como para que desayunen dos personas. La torre estaba iluminada, grande y gloriosa frente a mis ojos. Antes solo hubiera visto algo así en una tarjeta de felicitaciones o algo parecido.

Mientras el chico me explicaba sobre las funciones del servicio, yo acosté a Isabella en la cama y creé un muro de almohadas a su alrededor. Recién había comido y estaba exhausta. Luego la cubrí con su manta y encedí el aire acondicionado.

—Si negcesita algo más solgo magrque el número que ve ahí anotado y algguien de recepción la ategnderá.

—Está bien.

El chico asintió, lo acompañé a la salida, y luego se volvió quedando parado en la puerta viéndome con una enorme sonrisa como si esperara algo de mí.

—Eh...¿Gracias?

—La propina—me susurró.

—¡Oh, claro! Am...déjame ver que tengo...eh...—busqué en mi cartera, pero no tenía gran cosa y ni siquiera sabía cuánto debía darle—. Solo espera un momento, seguro encuentro algo...

—Aquí tienes—se oyó una voz que me hizo levantar la mirada del bolso.

Adam le había entregado un billete al chico y éste abrió los ojos como si fuera el día más feliz de su vida.

—¡Cieglos, señor! ¡Muchags gracias! —dijo mientras se iba.

—¿Cuánto le diste?

—No importa—se alzó de hombros—. ¿Puedo pasar?

—¿No deberías estar durmiendo? Mañana será un día difícil.

—Antes necesito hablar contigo. Sé que piensas que soy un monstruo por sacar de mi vida a Isabella.

—En primer lugar, pasa ya—lo halé de la camisa y lo obligué a entrar. Cerré la puerta y cuando me volví, Adam estaba sentado en la cama viendo a nuestra hija dormir—. En segundo lugar, no creo que seas un monstruo.

PLEBEYA (Actualmente en edición para mejora la experiencia de la lectura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora