5- Elección del tema. Malraux vivió la vida como si fuera una novela.

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André Malraux tenía tan claro como todos nosotros que quería ser escritor

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André Malraux tenía tan claro como todos nosotros que quería ser escritor. Pero, a diferencia de la mayoría, hacía gala de un gran desparpajo al presentarse como tal sin haber escrito ni una sola línea. Así lo consideraban, también, los demás: como un gran futuro escritor. Su carisma era arrollador y nada lo frenó hasta conseguirlo.

     Olivier Todd decía en la biografía que escribió sobre él que, de la misma manera que un pintor mezclaba pigmentos y aglutinantes para mantener los colores, Malraux mezcló las realidades de su vida y de su imaginación en todos los escritos. ¿Dónde está la diferencia con los otros autores de los que te hablé? En que no se quedó cómodamente instalado en su casa, evocando el pasado y escribiendo, sino que salió a buscar los temas sobre. Alimentó la imaginación viajando y estando presente, en calidad de actor, en todos los conflictos y en cada acontecimiento trascendente, fomentando la imagen de aventurero. Necesitaba el riesgo, la adrenalina que producía hallarse al límite.

     Veía la política internacional como si fuera un escenario, una página sobre la que iba construyendo su obra. Saqueó estatuas en Camboya. Participó en la descolonización francesa y en la creación y en el funcionamiento de un periódico en Indochina. Estuvo en las huelgas revolucionarias de Cantón. Buscó las ruinas de la reina de Saba en un avión de un motor. 

     Organizó la Escuadrilla España, que luego llevaría su nombre, durante la Guerra Civil Española. Le dio tiempo para escribir una novela, La Esperanza, y hacer una película, Sierra de Teruel, basada en ella. La promocionó en distintas partes del mundo, incluso en Estados Unidos, a fin de conseguir apoyos para el gobierno republicano. 

     Según Todd, no tenía tantas horas de vuelo como el autor de El Principito, Saint-Exupéry, quien también estuvo en España durante la guerra, pero sí voló en un viejo bombardero para crear el ambiente psicológico necesario para su novela.

     Escribió en La esperanza:

     «Entonces, como si se hubiera deslizado entre la nieve blanca del suelo y la nieve sucia de las nubes, apareció el primer avión republicano. Después, uno a uno, insólitos, como milicianos heridos, aparecieron los viejos aviones que no se habían visto desde el mes de agosto, las avionetas de los señoritos y los aviones de transporte, los correos, los aviones de enlace, el antiguo Orion de Leclerc y los aviones escuela, y las tropas españolas los acogieron con una sonrisa confusa, la que quizá le hubiesen inspirado sus sentimientos de entonces. Cuando esta delegación del apocalipsis hubiera llegado a ras de nieve contra las ametralladoras italianas, todos los batallones del ejército popular que seguían esperando recibieron la orden de avanzar. Y, a pesar del cielo bajo y de la nieve amenazadora, primero de tres en tres y después escuadrilla a escuadrilla, golpeándose con las nubes como pájaros con un techo y volviendo a descender, llenando todo el horizonte visible, que no era más que un horizonte de batalla, de un gruñido que hacía palpitar la nieve sobre la tierra y sobre los muertos, batiendo la línea desolada de las llanuras oblicuas tan oscuras como los bosques, se desplegó como una invasión la formación de combate de ochenta aviones republicanos».

     Más adelante se integró en la Resistencia Francesa combatiendo contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Y, años después, fue Ministro del general de Gaulle. Podría seguir y seguir, su vida da para mucho. André Malraux decía que la labor del escritor era hacer Historia, transformar el mundo. A ello se dedicó.

     Y tú: ¿estarías dispuesto a arriesgar la existencia igual que él en aras de la escritura?


Mis experiencias en la escritura.Where stories live. Discover now