──── tal vez hayas hecho cosas malas en la vida, pero te perdono, Sakaguchi, te perdono cada una de las cosas que hiciste, porque sé que no las harías de nuevo ──── ¿en qué momento los ojos verdosos-grisáceos de Doppo habían empezado a brillar tan c...
──── tal vez hayas hecho cosas malas en la vida, pero te perdono, Sakaguchi, te perdono cada una de las cosas que hiciste, porque sé que no las harías de nuevo ──── ¿en qué momento los ojos verdosos-grisáceos de Doppo habían empezado a brillar tal como fuesen el firmamento en la noche? No lo sabía, y ¿siquiera importaba a que hora se había vuelto de noche en esos ojos? Ahí estaba ese hermoso hombre, con su gesto más alegre y motivado de lo normal, ansiando por obtener el corazón de el pelinegro ────. Te perdono porque te conozco, te volviste un gran amigo mío, y, la verdad, yo quiero avanzar más. Sakaguchi Ango, hombre de los ojos negruzcos más hermosos que he sido capaz de ver en mi vida ¿podrías hacerme incluso más feliz de lo que me haces por el simple hecho de existir volviendote mi pareja?
Después de pensarlo unos segundos, sonrió. No era una de esas sonrisas que Dopo identificaba como comunes, no era avergonzada ni tierna, era hasta cierto punto sádica, y mierda que esa sádica sonrisa, la cual ansiaba partir a el ingenuo de Kunikida, era sexy.
──── no soy muy bueno con las palabras, Doppo, me haces ver mal ──── después de que Kunikida respondiese a las palabras ajenas con un "lo siento" el cual terminó en risas por parte de los dos, siguió ──── pero sí, acepto. Porque tus ojos verdes lograron cautivar mi existencia, Kunikida. Porque adoro ver tus cabellos dorados flameantes ante el violento viento el cual se atreve a moverlos sin descaro. Por la dulzura de esas sonrisas que sólo me das a mi. Por todas las horas que, al lado tuyo, pasaron a ser segundos. Acepto porque yo también te amo, porque eres el hombre más perfecto que conocí en mi vida ──── Las manos del pelinegro agarraron con la delicadeza con la que se agarra una muñeca de porcelana las mejillas de el rubio, las cuales se encontraban tan rojas como el cielo del atardecer el cual los miraba y los besaba, así dejando en sus caras rastros de su luz. El Sol lo sabía, ese beso que compartieron los dos hombres fue un beso de un amor deshonesto y unilateral, porque, mientras Kunikida quería verlo a su lado por el resto de su vida, amarlo, acariciarlo, mimarlo y ayudarlo a seguir adelante, Ango solo quería ver sufrir a ese alto amargado e idiota.
Ango se había vuelto el aire de Kunikida, lo que él necesitaba para seguir. Y Kunikida se volvió en un collar de alguien, un lujo, no una necesidad, a pesar de lo caro que era no le era indispensable e incluso podría quemarlo y no moriría, total, ese collar, más bien Kunikida, a su punto de vista, era un inútil que solo estacaba por sus preciosos ojos, tan relucientes como piedras preciosas.
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| estoyreinspirado, idk. Dela nadadije "quierometera Kunikida en unarelación tóxica bc makingsufrirpersonajes que amoismypasión". Y acá estamos. Laverdadnosésiesto vaatenerunfinalfelizoun finaltriste, perotenganen cuentaqueseguroestoesre angst.
