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  Ango no había tenido un buen día.  Sentía la culpa en su espalda.  A veces sucedía eso, que los recuerdos lo llevaban a esos tiempos en los que estaba en la mafia y fue causante de la muerte de su mejor amigo.  Trataba de repetirse que la muerte de Odasaku no era su culpa, pero hacía oídos sordos y se lo tomaba como un chiste, porque diciendo eso sonaba como un payaso, o incluso como el circo entero.

  El cuerpo le pesa al entrar al departamento en el que vive con su novio, y ahí lo puede ver, con el gesto preocupado a la par que hablaba en el teléfono

──── ¿sabes si estará bien? ──── preguntó su novio.  Ahora que se tomaba tiempo para admirarlo, movía su pierna de arriba a abajo, así tratando de desahogar sus nervios de alguna forma.   Escuchó como la voz femenina de el celular dijo algo, y el miope asentía con la cabeza por frases, así parando a entender lo que se le decía ──── bien, adiós, que tengas una buena noche.

  Colgó.

   Kunikida se levantó para buscar comida en la cocina, pero apenas notó a Ango se dirigió rápidamente a él.

──── no tuve un buen día ──── murmuró Sakaguchi, apoyando la cabeza en el pecho de Doppo, quien procedió a acariciar su pelo.

──── yo tampoco.  Y eso que tuve día libre ──── el más alto soltó un suspiro.

    Se sentaron en el sofá de la sala al final.  Buscaron en la tele algo para ver, al encontrar una película que parecía ser interesante la pusieron.
     A los diez minutos la sacaron, el protagonista hacía estupideces como si le pagaran por hacerlo y los demás personajes tampoco se salvaban.

    A pedido de el más alto pusieron música y apagaron las luces, el ambiente era bastante pacífico, la verdad.   Los dos llevaban caras largas de tristeza, eran levemente iluminados por el televisor, el cual reproducía el videoclip de Wildest Dreams de Taylor Swift.  Doppo susurraba la letra, y Sakaguchi se sentía calmado por lo grave de su voz.

   Las manos de Kunikida hicieron un calmado viaje hasta las mejillas ajenas y las acarició con dulzura.  Se acercó a él y lo acomodó delicadamente para que así sus cuerpo quedasen juntos, a continuación, lo abrazó.

   Y no pudo más, se puso a llorar.

  Kunikida no habló respecto a eso, suponía que hacer al pelinegro hablar de el tema lo incomodaría, entonces lo que hizo fue mimarlo, mientras seguía susurrando las letras escritas por Swift.

──── ¿Qué estabas hablando hace un rato? ──── cuestionó Ango.

──── Dazai trató de suicidarse y casi muere ──── Ango ya estaba desde hace años acostumbrado al instinto suicida de el castaño, por lo cual ya se había acostumbrado a que el mismo siempre tratara de suicidarse.  Sinceramente, le afectaría mucho si Dazai llegase a cumplir su cometido, pero no podía hacer nada para evitarlo, entonces tendría que aceptarlo.. Y alegrarse por él.   Kunikida también tenía sus años de experiencia soportando los deseos suicidas de Osamu y su actuar inmaduro, pero sólo pensar en que podría morir lo ponía bastante mal, por lo cual se acostumbró a callar lo preocupado que estaba por el vendado ────.  Una chica que iba por la calle lo llevó al médico, lograron salvarlo, ahora tiene una especie de cosa rara en el cuello y no va a venir a trabajar por unos días.

──── Aveces me dan ganas de ir y tirarme de un puente con él ──── escupe Kunikida ──── me siento mal.. Me duele la cabeza y todo me da vueltas, me veo ahogado en los recuerdos y tengo ganas de acabar con todo, pero verte cambia todo bastante ──── en su rostro se formó una pequeña y triste sonrisa a la par que aprovechaba la oportunidad para apoyar la cabeza en su hombro y dejar un suave beso en su cuello ──── me haces más feliz de lo que pensaba.  Te amo ¿Sabes?

  Lover empezó a sonar mientras Ango también formaba una sonrisita en su cara.

──── yo también te amo ──── Kunikida se movió y aprovechó la oportunidad para juntar sus labios.  Solo unos segundos, cerraron sus ojos y sus manos viajaron por sus hombros.  Se separaron un ratito después y antes de que Ango siquiera abriera los ojos, le dieron otro beso, y otro, y otro, y otro.

   Ango se sentía protegido en los brazos de Kunikida, sus cariños le hacían olvidar todo lo malo y lograban alegrarle el día.  Ahora que lo piensa, le gusta mucho abrazar a Kunikida y aclararle que es de lo más hermoso que le pasó en la vida.  Tal vez, en medio de una de esas veces que se robaban mil besos, los "te amo" que pronunciaba Ango habían dejado de ser mentira.

  Tal vez, en medio de una de esas veces que se robaban mil besos, los "te amo" que pronunciaba Ango habían dejado de ser mentira

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se acerca el final AAAA

air - kuniangoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt