Capítulo V

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Cuando Elijah le recomendó a una psicóloga, su primera reacción fue querer entrarle a puñetazos ¿quién se creía ese tipo para decirle que estaba loco? Pero luego vio como Hillary se la llevaba tan bien con el hombre y como estaba tan feliz con la idea de que él fuese a visitar a la tal doctora Rogers que tuvo que tranquilizarse, quizás podía convencer a la cura locos esa para que le dijera a Hillary que lo que él necesitaba era volver a las canchas y jugar baloncesto.

—¿En qué piensas, mi amor? —Hillary y él acababan de empacar sus pertenencias y ahora estaban recostados en la cama, descansando unos instantes antes de hacer la mudanza a su departamento.

—En cosas —respondió escuetamente el castaño—. ¿De verdad quieres que vaya a ver a esa cura locos?

—Es una psicóloga, Peter —le riñó la rubia— y si, de verdad quiero que vayas, quiero recuperar al chico alegre del que me enamoré, ese que ingresó al campus de la universidad de Chicago con una sonrisa a pesar de que llegó en medio de una tormenta y tenía toda su ropa empapada, el mismo que en cuanto me vio me saludó como si el tiempo que ambos vivimos separados nunca hubiese transcurrido.

—Hay un problema con eso, Hillary —murmuró el muchacho con tristeza—, ese hombre, ese muchacho que describes con tanto amor, murió el día que Lily, la chica con la que se había comprometido, se marchó de su vida.

Hillary solo bajó la mirada, triste, ella sabía que Peter aún sentía cosas por esa muchacha y eso le dolía, era como una marca permanente, como un recordatorio constante de que ella, a pesar de todos sus esfuerzos, nunca haría feliz al hombre que tanto amaba.

—Lo siento, Hillary —susurró el castaño, sintiéndose culpable por haberle roto el corazón a la rubia como lo había hecho en muchas ocasiones— no te pongas triste amor, mírame, —dijo, sujetando las mejillas de su compañera para que le viera.

—No tengo nada que perdonarte, Peter —apostilló la aludida, con la voz quebrada y sorbiendo por la nariz—. Sé perfectamente el lugar que ocupo yo en tu corazón y el que ocupa ella y pues... nunca será el mismo —se levantó de la cama y caminó hacia el ventanal de la habitación—. Ve a ver a la doctora solo si quieres hacerlo, no te obligaré a nada, no soy quien para hacerlo, además -concluyó.

Peter se levantó del aposento, caminó hacia donde la chica se encontraba y la abrazando, rodeando su cintura y dejando un reguero de besos en su cuello —Iré, Hillary, iré a ver a la cura locos esa, lo haré porque quiero y porque quiero hacerte feliz.

La rubia se dio vuelta y le dio un beso a Peter en los labios, si bien ella sabía que el castaño nunca la querría como quería a su ex novia, ella guardaba la esperanza de que, algún día, el pudiera corresponder de forma total a sus sentimientos.

—Yo solo quiero que vuelvas a sonreír Peter, no me importa si eres el mismo de hace cinco años o el de hace seis semanas, lo único que quiero es que esa amargura que hay en tu alma desaparezca.

Peter no dijo nada más, solo comenzó a besar a su novia, sintiendo la responsabilidad de hacerla feliz así como ella lo había hecho con el todos esos años en los que Lily le había abandonado.

˜*˜
Un par de horas más tarde, el castaño se encontraba en el consultorio de Kaitlyn Rogers, su psicóloga, una mujer de unos cuarenta y cinco años, delgada y pequeña, con una apariencia frágil, como si fuese un hada.

—Y bien, ¿qué te trae por aquí?

Peter se sintió tentado a poner los ojos en blanco pero se contuvo, si lo hacía, se vería como un inmaduro y lo que menos quería era ser visto como un niño.

—Pues, verá, yo he practicado baloncesto toda mi vida, he hecho muchos sacrificios para convertirme en profesional —dijo, apretando los puños al recordar su teoría de que tal vez si él no hubiese estado estudiando, hubiera dejado todo para irse con Lily— y bueno, justo el día en que me dijeron que me iban a firmar, un idiota me atropelló y me dejó tirado en la calle, inconsciente.

Te encontraré (Vida en Línea #2)Where stories live. Discover now