Trono de cristal

1K 103 64
                                    

"Entraste a mi vida cuando más lo necesitaba. Y ahora mi mundo es más luminoso gracias a ti".

Ian fue arrojado sin ninguna pizca de compasión a los pies del príncipe Jonathan.

Lo odio de inmediato, por supuesto.

—¿No pudieron darle un baño al menos? —preguntó con desagrado, observando lo sucio que se encontraba. A Ian le dieron ganas de gritar que en las minas de Endovier no se encontraban unas duchas decentes, pero se mordió la lengua. Después de todo, no se recibían ese tipo de visitas a diario.

—¿En serio él es Ian Al Ghul? ¿El mejor asesino del mundo?

¿Qué clase de pregunta era esa? El chiquillo debía ser estúpido. Desde que entro a esa habitación había tenido al menos dos oportunidades para matarlo.

—Perdone por recibirlo así, majestad —respondió burlón, ganándose un golpe en las costillas que le hizo doblarse de dolor, sus músculos no estaban en la misma forma luego de meses realizando trabajo forzado.

—Basta —ordenó, mientras se acercaba a él, siendo seguido de cerca por su escolta, al menos ellos no eran tan estúpidos como el principito—. Tengo un trato para ti.

En los siguientes minutos, el heredero al trono de Adarlan y quizá de más de la mitad de todo el continente, le relató que su padre organizaría un combate con 25 participantes, los cuales se batirían en duelo a muerte. Aquel que lograra sobrevivir ganaría el honor de ser el perro fiel del rey durante 7 años. Por supuesto habría una paga, una gran paga. Y luego de esos 7 años de servicio al rey, al final se le consideraría un hombre libre, absuelto de cualquier crimen que hubiera cometido en el pasado.

Ian río con descaro, aceptando el trato, guiñándole un ojo a su majestad.

Podía hacerlo. Tenía que hacerlo, no sobreviviría otro año en esas minas.

x

Jon observó con genuina curiosidad a Ian, se decían cosas horribles de su persona, pero todos coincidían en algo: era el mejor. Y eso era precisamente lo que Jon necesitaba.

No importaba nada más salvo lo que ese chico pudiera hacer, por una vez, quería llevarle la contraria a su padre y hacer lo que le viniera en gana. Y si debía soportar una amenaza constante contra su vida, que así fuera.

Empero, había algo en Ian que le inquietaba a niveles insospechados, tenía la sensación de conocerlo de algún lado, como si ambos se hubieran conocido antes. Como si compartieran una historia...

Sacudió su cabeza, ¿en qué estaba pensando? No había forma posible en que ellos se conocieran, pertenecían a mundos diferentes y tenía que recordarse que el asesino no estaba allí para ser su amigo. Estaba allí para matar por orden de Jon.

Su capitán de la guardia se colocó a su lado, paseando constantemente la mano por la empuñadura de su espada, en una clara señal de nerviosismo y reconocimiento a su oponente. Bien. Necesitaba que Colín estuviera atento por si las cosas se descontrolaban. No fuera a ser que su malcriado hermano menor fuera a quedar como heredero al trono.

—¿Es lo que esperabas? —preguntó Colín con cautela, observándolo con atención. Esperando que ordenara devolver al asesino a su celda o su rápida ejecución, lo que lo pusiera en menor peligro.

Jon suspiro, su mejor amigo siempre había sido sencillo de leer.

—No, no lo es. Es demasiado joven, me cuesta creer que sea él de quien todos hablan. El mejor asesino del imperio... tiene, tiene demasiadas cicatrices.

Dieciocho lugares donde encontrarte - DamiJonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora