Parte 29.

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57&58

Capitulo 57


Dulce llevaba varios días ingresada en el hospital. En ese tiempo, las grabaciones del nuevo disco no habían quedado paralizadas si no que Pedro estaba intentando hacer todo lo posible para que quedara todo perfecto y cuando Dulce saliera del hospital, realizar todos los cambios que hubiera que hacer.

Esa mañana, como todas las anteriores, Dulce se despertó y vio a Poncho dormido en el sillón que había junto a su cama, desde que lo dejaban quedarse con ella en la habitación por las noches. A ella no le gustaba que se quedara porque no descansaba nada, pero él de cabezota no le hacía caso y se quedaba con ella a pasar la noche y cuidarla. Dulce miró a Poncho y después se miró su mano izquierda encontrándose con aquel anillo que podía cambiar muchas cosas con el simple hecho de cambiarlo de mano. Entonces, Poncho despertó también encontrándose con la mirada de Dulce.


-Buenos días princesa…-dijo Poncho al verla-¿Llevas mucho despierta?

-Un poquito, pero no demasiado…-contestó Dulce.

-¿Y por qué no me llamaste?

-¿Cómo iba a hacerlo? Tengo que dejarte dormir los pocos ratitos que descansas aunque sea en ese sillón rompe-espaldas…

-No es rompe-espaldas…-dijo Poncho incorporándose- Bueno quizá un poquito…-dijo sobándose la espalda- Pero no importa…

-Ya quiero salir de aquí… ¿Qué te dijo el médico la última vez que hablaste con él? ¿Me van a dar de alta?-dijo Dulce sonando desesperada.

-¿Ya estás harta de estar aquí?-preguntó Poncho riéndose.

-Pues casi me duele más por ti que por mí… que estás acompañándome todo el tiempo…-dijo Dulce apenada.

-Te dije que no tiene importancia…Me quedo porque quiero, nadie me obliga a ello… Bueno sí… El amor que te tengo…


Dulce se quedó sin palabras. Otra nueva declaración de Poncho. Demasiadas declaraciones en tan pocos días. Y a la vez, demasiados silencios por parte de ella como respuesta.
Afortunadamente, esta vez no tendría que pensar de qué tema cambiar porque ese momento fue interrumpido por la visita del doctor junto a la enfermera que había estado atendiendo a Dulce todo ese tiempo.


-Buenos días Dulce María… ¿Cómo amaneció hoy?-preguntó el doctor.

-Buenos días doctor…Pues muy bien pero ya desesperada porque me den de alta…

-¿Tan mal la tratamos aquí?-bromeó el doctor.

-Claro que no…Pero es que ya quiero estar en mi casita…y que éste también descanse un poquito…-dijo Dulce señalando a Poncho.

-No le haga caso doctor…-intervino Poncho- Dul te vas a quedar aquí hasta que él lo diga así que deja de hacer berrinches…

-Bueno pero de todos modos ya hoy vas a irte a tu querida casita…-dijo el doctor sonriendo.

-¿Habla en serio?-preguntó Dulce emocionada.

-Sí… Todo está en perfecto estado…-continuó el doctor-Tu espalda parece que sí respondió al tratamiento y los cuidados sin tener que operar…Así que no hay más razones para que estés aquí. Pero eso sí tienes que prometerme que vas a guardar reposo durante unos días más…

-Claro. No se preocupe…-dijo Dulce muy sonriente.

-Está bien… Espero que sigas todas las indicaciones que te va a dar Diana, sobre todo por el bebé que tienes ahí…-dijo el doctor.

-Doctor, que no le quepa duda que Dulce seguirá todas las indicaciones, yo mismo me encargaré de ello…-dijo Poncho.

-Está bien… Pues entonces voy a ir por el parte de alta médica para que hoy mismo puedan marcharse…-dijo el doctor saliendo de la habitación.


Una vez el doctor se fue, la enfermera le indicó a Dulce todo lo que debía tomar durante los próximos días, haciendo hincapié en su reposo y la necesidad de cariño y mimos por parte de Poncho. Después, el doctor regresó con la alta médica lo que puso feliz a Dulce, aunque antes de marcharse a su casa debía pasar por algunas pruebas para certificar que todo estuviera bien. Pero afortunadamente, así era.


A la salida del hospital, no faltó la prensa que había estado desde su ingreso al pendiente de Dulce. En esos días, no habían faltado tampoco miles de rumores sobre la presencia de ella en el hospital a pesar de saber que se había caído por las escaleras. Ni faltaron las sospechas sobre el embarazo y la su reconciliación con Poncho. Rumores y sospechas que no hicieron más que agravarse cuando Dulce salió del hospital acompañada de Poncho.

Cuando Dulce llegó a su departamento junto a Poncho, allí estaba su madre para ayudarle a reinstalarse. Había dejado flores por toda la casa y en cuanto la vio la abrazó, aunque no todo lo fuerte que quería porque su hija estaba algo débil. Así tuvo que ayudarla a sentarse en la cama después de que Poncho la condujera hasta su habitación.


-Qué bueno que ya estás aquí bebé…-dijo Blanca ayudando a Dulce a sentarse en el sofá.

-Sí… Aunque lo único que he hecho ha sido cambiar de cama…-dijo Dulce quejándose.

-Ardilla ya no te quejes más…-dijo Poncho- Al menos estás aquí como tú misma querías…

-Sí. Pero estoy cansada de estar en reposo…-dijo Dulce.

-Ya no te comportes como un bebé…-dijo Blanca.

-¿Les recuerdo que tienen que mimarme y no regañarme?-dijo Dulce enfadada.

-Blanquita quédate con ella que a mi me va a sacar de mis casillas como siga quejándose…-dijo Poncho desesperado ante lo que Dulce le sacó la lengua- Voy a preparar la comida, ¿te quedas a comer?

-No te preocupes Ponchito…-dijo Blanca sonriéndole-No puedo quedarme… tengo cosas que hacer.

-Entonces, ¿me vas a dejar mami?-dijo Dulce como niña pequeña.

-No bebé luego regresaré…-dijo Blanca tranquilizándola.

-Bueno en ese caso hago comida para dos…-dijo Poncho-Dul no andes molestando demasiado a tu madre que ya perdió la costumbre de eso…

-Yo no molesto, ¿verdad mamita?-dijo Dulce sacándole la lengua de nuevo a Poncho.

-Claro que no…-dijo Blanca resignada mientras le acariciaba la cabeza.

Poncho por su parte no dijo nada más, salió de la habitación poniendo los ojos en blanco resignado.

-No entiendo por qué Poncho dice eso…-dijo Dulce.

-Bueno un poquito de razón sí que tiene… Tú estos días andas un poco más mimada de lo normal. Aunque la culpa es de él por estar tan al pendiente tuya. Me equivocaba cuando pensaba que entre ustedes ya no iba a ver nada… Es imposible que desaparezca un amor tan grande y tan fuerte como el de ustedes…

Dulce miró a su madre entusiasmada, incluso ella veía el gran amor que había aunque se negara a hacerlo. Pero aún así no se sentía con ánimos para luchar por ese amor.

-Dul bebé… ¿y ese anillo?-preguntó Blanca cuando vio el anillo que Poncho le regaló a Dulce.

-¿Este?-preguntó Dulce enseñándoselo y escondiendo de nuevo la mano.

-A ver…-dijo Blanca tirando de su mano para ver bien el anillo- Está precioso…

-Sí. Lo sé… Poncho me lo regaló en el hospital…

-¿Cómo? ¡Qué lindo es este hombre! Pero los anillos que te regala una pareja, ¿no deben estar en la mano derecha?

-Mami… creo que hay algo que deberías saber. No puedo seguir mintiéndote…-dijo Dulce cabizbaja.

-¿Qué? Dul tú sabes que puedes contarme lo que sea…-dijo Blanca tranquilizándola.

-Mamá… Poncho y yo no estamos juntos…-dijo Dulce mirando a su madre.

-Al fin te decidiste a decírmelo.-dijo Blanca sonriendo.

-¿Cómo? ¿Tú lo sabías?-preguntó sorprendida Dulce.

-No hay nada que pase por alto para mí cuando se trata de ti…Si estuvieras con él realmente no tendrías esa tristeza en tus ojos…Lo que no entiendo es porqué tienes tanto miedo… a leguas se ve que Poncho te ama y te lo ha demostrado…

-Perdona que te mintiera por favor… Es que decirte que quedé embarazada así como así, sabía que era algo que no te iba a gustar…-dijo Dulce apenada.

-No sientas pena bebé… Yo no me voy a meter en tu vida privada con Poncho. No te voy a juzgar… Te respeto por encima de todo…

-Gracias.

-No tienes nada que agradecer… Soy tu madre y estoy contigo y te voy a apoyar siempre…-dijo Blanca abrazándola.

En la noche, Poncho había ayudado a Dulce a cambiarse de ropa y ponerse el pijama y acostarse. Se sentía algo mejor, pero todavía estaba débil por lo que necesitaba de ayuda para no exceder en fuerzas.

-Gracias por ayudarme…-dijo Dulce.

-Sabes que no tienes nada que agradecerme ardilla…

-Por cierto… ¿se quejó mucho de mí mi madre cuando se fue?-dijo Dulce sonriendo.

-Un poquito bastante…-dijo él riéndose-Sencillamente dijo que vendría mañana porque si no sabía que iba a tener cargos de conciencia de abandonarte… Pero que si no, no volvería más a esta casa…¿Qué le hiciste a la pobre?

-¿Yo?-preguntó Dulce inocente- Yo no hice nada…

-Espero que ya te recuperes pronto de verdad… Por tu bien y por el nuestro propio…-dijo Poncho resignado.

-Ya no te quejes tanto… Es que estoy aburrida de estar en la cama metida…

-Con lo divertido que puede llegar a ser eso…-dijo Poncho guiñándole el ojo.

-Sí… Pero no en este estado…-dijo Dulce triste.

-Bueno pues cuando te recuperes, le buscamos lo divertido a estar en la cama…-dijo
Poncho sonriendo, a lo que Dulce sólo le lanzó una mirada fulminante-¿Qué? Tenía que intentarlo…

-Estás loco…-dijo Dulce riéndose.

-Bueno ya duerme que tienes que seguir descansando…-dijo Poncho dándole un beso en la frente y acomodándola en la cama.

-Vale papi.-dijo Dulce resignada.

-¿Sabes que eso de que me llames papi también tiene su punto?

-¿Qué te pasa hoy? No puedo contigo hoy…

-¿A mí? Nada…-dijo Poncho inocentemente.


Poncho cogió una manta y se sentó en un sillón que había junto a la cama de Dulce. Después se abrigó un poco con la manta mientras ella lo miraba extrañada.

-¿Qué haces?-preguntó Dulce.

-Prepararme para dormir…-dijo Poncho tranquilamente.

-¿Qué? ¿Vas a dormir ahí?

-Claro. Quiero estar cerca por si necesitas algo…

-¿Qué? Poncho has estado cinco días durmiendo incómodo en el hospital, no voy a permitir que duermas ahora también ahí. Si quieres estar al cuidado mío, cosa que no es necesario pero bueno no vamos a entrar en esa discusión ahora… te acuestas aquí…-dijo Dulce dándole palmadas en el lugar de la cama que estaba vacío.

-Dul no voy a dormir contigo… No quiero que estés incómoda por mi culpa…

-Poncho por dios. La cama es enorme. Lo que no voy a consentir es que vuelvas a pasar una noche sin dormir cómodo. Así que ya te quiero ver aquí…-dijo Dulce determinante.

...............

Capitulo 58


El despertador no había sonado hoy. Poncho abrió los ojos cuando se cansó de dormir y se encontró con algo que hacía mucho echaba de menos. Ahí estaba Dulce abrazada a él, dormida. Estaba tan cerca que ni siquiera tenía que aspirar de su aroma, ya estaba impregnado de él. Quiso disfrutar de ese momento para siempre, pero si antes lo hubiese deseado antes se hubiese roto el encanto. Así, Dulce abrió los ojos encontrándose con la mirada y la sonrisa de Poncho. También era una buena forma de dar los buenos días para ella. Sentirse tan cerca de él, sin duda, era la mejor manera de recibir el nuevo día.

-Buenos días…-dijo Dulce bostezando.

-Buenos días ardilla.-contestó Poncho sin dejar de sonreír.-¿Cómo te sientes hoy?

-Bien…-dijo Dulce algo indecisa. No quería preocupar a Poncho pero esa mañana se encontraba aún más débil que los días en el hospital.

-No me convences mucho tú, ¡eh! Pero bueno te voy a preparar un desayuno que te va a poner las pilas de una vez…-dijo Poncho levantándose de la cama.

-Gracias…-dijo ella incorporándose también como pudo.

-Dulce, ¿te encuentras bien?-preguntó Poncho al verla encogida.

-Sí…No te preocupes… -dijo Dulce intentando calmarlo.-Será que me tienes muerta de hambre…

-Bueno… en ese caso voy a preparar ahora mismo el desayuno.-dijo Poncho guiñándole el ojo y saliendo de la habitación.



Tras esto, Dulce intentó levantarse de la cama, pero al hacerlo sintió un fuerte dolor en el vientre, se pasó su mano por la zona que le dolía y volvió a dejarse caer en la cama. El dolor era demasiado intenso y hasta ahora desconocido. Sabía que algo estaba yendo mal, pero tampoco quería alarmar a Poncho en esos momentos. Así, se volvió a levantar realizando un gran esfuerzo y empezó a caminar hacia el servicio, apoyándose de todo lo que iba encontrando a su paso, mientras sus lágrimas iban haciendo acto de presencia en su rostro.

Al llegar al servicio, se bajó los pantalones del pijama que llevaba puestos comprobando asustada que estaban algo manchados de sangre. Entonces se dejó caer al suelo lentamente empezando a llorar. Era un llanto de mezcla entre el dolor que estaba sintiendo y el espanto de pensar que podía haber perdido a su bebé.



Mientras tanto, Poncho llegó a la habitación de Dulce con la bandeja del desayuno comprobando que no había nadie.

-¿Dul?-preguntó Poncho en voz alta sin obtener respuesta alguna.


Soltó la bandeja del desayuno en la mesa. La primera idea que se le había venido a la cabeza es que seguramente ella estaría en el servicio. Así, caminó hasta él y llamó a la puerta que se encontraba cerrada. De nuevo no obtenía ninguna respuesta.


-¿Dulce estás ahí?-insistió Poncho golpeando la puerta de nuevo.

Y de nuevo, el silencio como única respuesta. Esa situación lo estaba inquietando aún más. Pero de repente, comprobó que del otro lado de la puerta si se escuchaban ruidos. Pegó su oreja a la puerta para escuchar mejor, y comprobó que Dulce estaba allí, pero que estaba llorando. Entonces, intentó abrir la puerta comprobando que estaba cerrada con llave.


-Dulce ábreme la puerta…-exigió Poncho mientras golpeaba más la puerta.

Dulce al oír la voz de Poncho se tranquilizó un poco, ya no se sentía sola. Necesitaba alguien en esos momentos tan duros. Entonces, cuando vio la inquietud de Poncho, se levantó apoyándose de nuevo en la pared y abrió la puerta.

Poncho al verla encogida, con la mano en su vientre y los ojos hinchados de llorar no pudo evitar conmocionarse. De repente, todo su mundo se dio la vuelta. No sabía qué le estaba pasando a Dulce exactamente, pero el hecho de verla así lo rompía por dentro.


-Dul…¿qué te pasa?-preguntó Poncho con los ojos brillantes y lanzándose a abrazarla.

-No está Poncho…-susurró Dulce-No está…

-¿Qué no está?-dijo Poncho agarrando a Dulce de los brazos para separarla de él y verla a la cara.

-El bebé…ya no está…-dijo Dulce rompiendo a llorar de nuevo.

-¿Qué?-preguntó Poncho sin comprender.

-Poncho no lo siento conmigo… Estoy sangrando…y siento un dolor muy fuerte…

Poncho abrió los ojos como platos ante lo que Dulce le había dicho quedando paralizado.

-Dul nos vamos al hospital ahora. Vamos…-dijo Poncho mirándola fijamente.

Dulce empezó a caminar de nuevo, pero las fuerzas le escaseaban bastante en esos momentos. Poncho al darse cuenta, la cogió en brazos y se la llevó de allí.

Al llegar al hospital, los médicos atendieron a Dulce quedando Poncho solo en la sala de espera. No sabía qué hacer exactamente. Prefería no llamar a nadie por el momento hasta que no supiera algo. Aunque también pensó que la madre de Dulce tenía que estar enterada de todo lo que pasara, así que sólo la llamó a ella. En menos de quince minutos, allí estaba ella.


-Dios mío…¿Qué le ha pasado ahora?-dijo Blanca llorando a Poncho en cuanto lo vio.

-No sabemos aún… Desde que llegamos, entró y no ha salido nadie a decirme nada…-dijo Poncho con la mirada perdida.

-Pero, ¿por qué tiene que pasar todo esto?-preguntó Blanquita.

Poncho no dijo nada. Permaneció en silencio en aquellos momentos. Lo único que podía hacer era abrazar a la madre de Dulce para intentar calmarla un poco. Aunque, ¿quién lo calmaría a él?

-¿Alfonso Herrrera?-preguntó una mujer.

-Sí. Soy yo.-dijo Poncho separándose de Blanca.

-Usted es quien viene con Dulce María Espinoza, ¿me equivoco? Yo soy la doctora Calder-dijo de nuevo la mujer.

-Sí. Dígame doctora, ¿cómo está?-preguntó Poncho desesperado.

-¿Cómo está mi hija?-preguntó Blanca.

-Ella es la madre de Dulce…-intervino Poncho para aclararle la presencia de la Blanca a la doctora.

-Bueno… Dulce ahora se encuentra algo mejor…-dijo la doctora- Afortunadamente ha sido atendida rápidamente por lo que no perdió mucha sangre…Ahora es necesario que descanse.

-Pero, ¿y el bebé?-preguntó de nuevo Poncho.

-Lo siento mucho…-dijo la doctora bajando la cabeza- No hemos podido hacer nada. Ya había perdido al bebé antes de haber llegado aquí…

-¿Qué?-preguntó Poncho rompiendo a llorar de nuevo.-Tenía que haberme dado cuenta antes…¡maldita sea!

-Por favor no se culpe Alfonso. Esto pasó porque tenía que pasar… De repente todo ha dejado de funcionar, pero por favor no se sienta culpable porque no hubiéramos podido hacer nada aunque ella estuviera aquí en el hospital… Más bien, gracias a usted las cosas no se complicaron más. La trajo rápido y no provocó muchos daños en la paciente…

-¿Le parece poco daño haber perdido el bebé?-dijo Poncho con una gran amargura en sus ojos.

-Créame que todo podía haber sido mucho peor…-dijo la doctora intentando consolarlo.-Ahora es necesario que Dulce María pase la noche aquí en el hospital. Mañana podrá regresar a su casa si todo sale bien…

-Gracias…-dijo Poncho despidiéndose de la doctora.

-No tiene que dármelas… y de nuevo… lo siento mucho…-dijo la doctora marchándose apenada.


Poncho se quedó en el sitio donde la doctora lo había dejado sin moverse nada. Sólo se llevó la mano a la boca para mordérsela con rabia. Por su parte, Blanca intentaba asimilar todo lo que estaba pasando como podía, aunque sabía que en esos momentos Poncho necesitaba de más ayuda que ella.

-Poncho… ¿te encuentras bien?-preguntó Blanca tocándole la espalda.

-¿Por qué?-susurró Poncho- ¿Por qué tenía que pasarle esto a ella?-dijo gritando.

-Cálmate por favor. Ya no podemos hacer nada…-dijo Blanca abrazándolo fuertemente.


Al día siguiente por la tarde, Dulce salió del hospital acompañada de Poncho. Desde que se enteraron de la trágica noticia no comentaron nada entre ellos, pero sus caras mostraban todo el sufrimiento y tristeza del mundo. Juntos llegaron al departamento de Dulce.

-Ya llegamos…-dijo Poncho mientras abría la puerta-Annie me dijo que vendría a verte por la noche…

-Qué bueno…-susurró Dulce.

-¿Quieres tomarte algo?-preguntó Poncho cuando entró al departamento y soltó las cosas que llevaba en las manos.

-No, gracias… Lo que si quiero es darme una ducha. Lo necesito…

-Está bien…Yo voy a ver un rato la televisión hasta que tú te duches y después lo hago yo…

-De acuerdo…-dijo Dulce marchándose hacia su habitación de una vez.

Después de coger las cosas que iba a necesitar, Dulce entró al baño. Se desnudó y abrió el grifo de agua caliente, dejando que ésta recorriera todo su cuerpo en un recorrido de cabeza a pies. De repente, tomaba conciencia de todo lo que le había pasado en tan poco tiempo. Demasiadas cosas. Demasiadas amarguras y sinsabores. Demasiados cambios repentinos.

Mientras tanto, Poncho estaba en la sala principal viendo la televisión, aunque decidió apagarla tras comprobar que sólo había programas de corazón. Era una hora mala para ver televisión, pensó. Entonces, fue al cuarto de Dulce para intentar arreglarlo un poco, ya que con todo lo que pasó habían dejado las cosas tal cual amanecieron el día anterior.


Al pasar por el cuarto de baño, Poncho se detuvo al momento que escuchó un llanto. De nuevo se le partió el alma en mil pedazos cuando se imaginó a Dulce allí llorando. Así, decidió entrar sin llamar. Pero de nuevo, la realidad era mucho más dura que su imaginación. Allí estaba ella, debajo de la ducha apoyada sobre un rincón y tapándose la cara.


-Dul…-dijo Poncho conmocionado.

-Es demasiado…-dijo Dulce entre sollozos.-Me he quedado sin fuerzas…-dijo Dulce extendiendo los brazos y mirando hacia abajo.


Sin pensarlo dos veces, Poncho se metió en la bañera con la ropa y todo para abrazar a Dulce. Quería que supiera que contaba con él y que juntos iban a superar este duro trance, y la mejor forma que tenía de hacerlo era mediante un abrazo.

-¿Por qué Poncho?-dijo Dulce mirándole a los ojos por primera vez desde que había ido al hospital ya que en ese tiempo siempre había tenido la mirada perdida en el vacío.-¿Por qué?

-Dul todo pasa por una razón… Ahora tienes que recuperarte, sacar fuerzas de dónde las puedas sacar y estar bien…No puedes apagar tu magia de esta manera…

-Pero es que son demasiadas cosas…

-Lo sé…-dijo Poncho con una medio sonrisa intentando alentarla- Pero tú eres fuerte, yo lo sé… y vas a superar esto. Vamos a superar esto…

-¿Sabes una cosa?-dijo Dulce moviendo la cabeza hacia un lado mirándolo con tristeza.

-¿Qué?

-No sé si estaba preparada para tener un hijo en estos momentos… pero te puedo decir con certeza que no lo estaba para perderlo. Y así… sin más…

Poncho no respondió a este comentario de Dulce, sólo la abrazó más fuertemente quedando los dos bajo la ducha.


Por la noche, Dulce y Poncho estaban viendo una película algo más tranquilos los dos, cuando apareció Annie acompañada de Chris, que en cuanto se enteró que iba a visitar a la hadita no quiso faltar también en la visita. Así se reunieron para hablar de mil cosas, entre ellas el nuevo disco que estaban a punto de lanzar, pero sobre todo para apoyar a Dulce y Poncho en aquel momento tan malo. Por eso mismo, prefirieron no hacer mucho hincapié en el tema e intentar animarlos con otras cosas.


-Entonces, ¿esos ánimos cómo van?-preguntó Annie que estaba sentada abrazando a Dulce.

-Mal-contestaron Poncho y Dulce a la vez.

-Eso sí es armonía entre ustedes…-bromeó Chris.

-Cambiando de tema… ¿se van a quedar a cenar?-preguntó Dulce.

-Claro… Para eso vinimos, ¿no?-dijo Chris.

-Recuérdame que nunca te invite a mi casa pollito…-dijo Annie seria, ante lo que Dulce y Poncho sonrieron resignados.

-Por cierto Annie, ¿dónde te dejaste a Ari?-preguntó Dulce.

-Pues acostadito en su camita…-dijo Annie-No me lo voy a traer colgado a todas partes…

-Desde luego Ari tiene el cielo ganado…-dijo Poncho en voz baja.

-¿Qué dijiste?-preguntó Annie seria.

-Decía que voy a preparar la comida ya…-dijo Poncho.

-¿Tú nos vas a hacer de comer?-preguntó Chris sorprendido.

-Sí. Y tú le vas a ayudar…-dijo Annie empujándole a ponerse de pie.

-Ya me tocó…-dijo Chris resignado.

De esta forma, ahora se quedaron Dulce y Annie solas en la sala. Estaban abrazadas y en silencio, disfrutando de un poco la tranquilidad que tanta falta les hacía. Entonces, Annie le cogió la mano izquierda a Dulce y se quedó mirando el anillo que le había regalado Poncho.

-Dul, hadita… ¿Cuándo vas a cambiarte el dichoso anillito de mano?-preguntó Annie mirándola fijamente

BENDITA LA LUZ DE TU MIRADAWhere stories live. Discover now