Parte 70

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-¿Qué?- Preguntas con un trozo de pastel a medio camino a tu boca. Arthur sea quedado callado un buen rato, rato que has aprovechado para comer más de tu delicioso pastel, te ha estado mirando de demasiado, de una forma tan pesada que por un momento te cuestionaste si te estaba mirando o solo tenía un viaje astral y tu tan solo estabas en su campo de visión.

-Nada. - Se encoge de hombros. - Pienso que ya hemos hablado suficiente de mí, ¿Qué problema tienes tú?

-Es mi familia. - Inicias. - veras, yo tengo un hermano gemelo. - No pasa desapercibido a tu vista como se remueve en su asiento, pero asumes que es algo relacionado con el asiento o cualquier cosa. – Es difícil de explicar, pero mi padre tuvo con una aventura con una canadiense, él trabajaba mucho viajando allá, y por una u otra cuestionen del destino, mi madre y la de mi gemelo-no-tan-gemelo resultaron embarazadas al mismo tiempo. Y supondrás que se divorciaron en cuanto mi madre se enteró. - Haces una pausa para pedir a una chica que pasaba por su mesa otra rebanada de pastel, estas seguro que necesitaras la azúcar en tu sistema para seguir hablando de eso. - Desde entonces a veces estoy en casa de mi madre y otras en las de mi padre. Ya había establecido esa rutina, ¿sabes? La madre de Matthew no es mala, no me trata mal, pero no es mi madre. Y yo estaba bien con eso, porque no esperaba nada de ella, tengo mi propia madre, pero en los meses pesados mi madre se juntó con un tipo, yo no dije nada porque pensé que era pasajero... pero- Agachas la cabeza ¿En dónde estaba tu rebanada de pastel? Te conformas con echarle mas azúcar a tu café.

-Pero...- Te anima

-Pero me dio la noticia hace unas semanas de que está embarazada. – Ambos se quedan callados. Han traído tu rebanada de pastel, no inicias a hablar hasta que la chica del café se aleja al mostrador. – Así que...- Y ahí vas, una nueva explicación de porqué estas tan mal.

-Así que sientes que estas en la cuerda floja porque ambos lados de tu familia ya formaron una propia y tú no sabes que pasara contigo. – La sorpresa total se pinta en tu rostro. "¡Él lo comprendió!"- ¿Qué? - Te pregunta con el ceño fruncido. - Tu mismo lo dijiste, no soy un tonto. - Vuelves a reír encantado, ¡cielos! Te encanta este chico. ¿Por qué no lo conociste antes?

-Exacto. - Lo que paso aquella vez con Joshua vuelve a tu memoria. - Yo fui con mi hermano para verla, y después de eso no volví a contactarla, no estaba listo para hablar con ella, necesitaba tiempo para mí, pero eso no le importo a su pareja. Joshua vino a la escuela a buscarme... peleamos. El no fue muy amable conmigo, ni yo lo fui con él. Después...- Tus ojos se cristalizan, el desvía la mirada, pero saca un pañuelo de su mochila y te lo ofrece. Sonríes medio conmovido y medio burlón. Típico de un caballero inglés. Tomas el pañuelo, retiras las gafas de tu rostro y las dejas con cuidado sobre la mesa. Te tomas tu tiempo para calmarte, con el pañuelo sobre tus ojos, absolviendo las lágrimas traviesas que, sin permiso, escapan de tus ojos sin pena alguna. Ninguno dice nada. Arthur se dedica a comer su pay brindándote tiempo para reponerte. Sabes que come con calma, porque escuchas la cuchara golpear el pequeño patito con la cuchara cada vez que toma una porción del postre. Tu agradeces internamente el bullicio continúe a su alrededor, una cosa es perder la calma frente a Arthur, quien intuye porque estas así, otra es hacerlo frente a personas que no saben tus razones.

-Si quieres podemos dejarlo para otro momento...- Su voz es suave, y te invita a tomar la oportunidad ofrecida e irte a encerrar a tu habitación, donde sabes puedes poner música a todo volumen y sollozar a tus anchas. Si, suena tentador...pero no. Tú fuiste el de la idea de reunirse, él ya te conto su problema, es tu turno de ser sincero.

-No, estoy bien. - Limpias el resto de lágrimas con suavidad, y vuelves a colocarte los lentes. - Mi madre me llamo para exigirme que me disculpara con Joshua, ella me dijo él era lo único que tenía. – Al fin levantas la mirada, para ver su reacción. No hay seriedad como en Ivan, hay furia, mucha furia. Te sorprendes. El resopla, aprieta las manos sobre la mesa e intenta relajar un poco su postura. Pareciera que se está controlando.

La vida de adolescente de Arthur Kirkland. HetaliaWhere stories live. Discover now