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Shawn le pidió a su padre que le permitiera desayunar, almorzar y cenar conmigo, por lo que un día se dirigía a mi habitación y al siguiente era yo quien iba a la suya. 

Su habitación era grande, un poco más que la mía, con una gran cama y algunas espadas colgadas en las paredes, había varios libros en estantes, un gran escritorio con hojas de papel, pluma y tinta, algunos baúles llenos de ropas lujosas y joyas. Al llegar, me invitó a sentarme, en seguida trajeron la cena y nos dejaron solos. 

— Quería compartir más tiempo contigo —dijo Shawn.
— Es una buena oportunidad para hacerlo.  

Se dirigió a uno de los baúles y sacó de él un reluciente collar de perlas. Lo puso en mi cuello y dijo:

— Es una de las joyas más valiosas que tenía mi madre, quiero que todas sean tuyas, algún día serás mi reina y quiero darte lo más valioso.

Maravillada por la belleza de la joya, me levanté y lo besé muy apasionadamente. 

— Gracias Shawn. 

Mientras cenábamos, aproveché a preguntarle cosas simples de él que quería saber. Al terminar, salimos a pasear por los hermosos jardines del rey. Estaban ubicados en una zona muy exclusiva a la que solo personas seleccionadas entraban. Tenía una gran cantidad de plantas de distintas especies, hermosas flores y árboles frutales. Paseábamos descalzos por el suave césped, todo me parecía tan irreal, como si viviera en un sueño. Estaba en un castillo, rodeada de lujos, paseando de la mano de un príncipe con el que me casaría. 

— Debo decirte algo —dijo Shawn interrumpiendo mis ensoñaciones.
— ¿Qué sucede?
— Mi padre dice que debes tomar clases para aprender a usar la espada.
— ¿Es en serio? ¿Por qué?
— Todas las mujeres de mi familia han sabido manejar la espada, tú vas a ser mi esposa, por lo que él cree que es necesario que sepas hacerlo también. Hablé con Connor, él te enseñará, es el mejor espadachín del reino.
— Está bien, haré lo mejor posible para aprender.
— Gracias, lamento que tengas que hacer eso.
— No hay problema.

Nos dimos un largo beso. Todo estaba tan silencioso que parecía que fuéramos los únicos seres vivientes en todo el mundo. Mucho más tarde, me acompañó a mi habitación y ya en mi cama, pensé en si sería capaz de usar una espada.



A la mañana siguiente, conseguí la ropa más cómoda posible y me dirigí hacia la armería, donde Connor me esperaba. Era una mañana soleada, lo vi de pie en medio del gran patio, a su alrededor, algunos soldados entrenaban y los armeros fabricaban espadas nuevas. 

— Buenos días, mi señora —saludó con una reverencia.
— Connor, preferiría que me llamaras por mi nombre y omitieras la reverencia. A Shawn lo llamas por su nombre y nunca he visto que hagas reverencias.
— Bien, imagino entonces que ya sabes la verdad.
— Así es.
— Shawn es mi mejor amigo, pero debo decirte que no me pareció buena idea que fingiera ser alguien más frente a ti.
— Lo sé, yo no entiendo muy bien eso, pero de igual manera nos casaremos.
— Espero que sean muy felices. Acompáñame.

Lo seguí hasta un gran salón donde guardaban las espadas, Connor tomó una espada de entrenamiento y la extendió hacia mí. La recibí, era muy pesada, me costó no dejarla caer.

— Es solo una espada de entrenamiento, las espadas de verdad pesan mucho más.
— Si es así, esto será más difícil de lo que pensé.
— Sé que aprenderás y lo harás mejor que cualquier otra persona. 

Me regaló la mejor de sus sonrisas, le sonreí de vuelta y salimos de nuevo al patio. Caminó hasta ponerse detrás de mí y puso sus manos en mis brazos.

— Debes pararte así.

Me enseñó la posición correcta, luego tomó mis manos para mostrarme cómo debía tomar la espada. 

— Recuerda estar siempre a la defensiva, ten mucho cuidado con el equilibrio. Debes aprender a moverte muy rápido y esquivar cualquier ataque. Trata de no ser muy predecible en cuanto a tu próximo movimiento.

Me estaba costando demasiado, pero Connor explicaba con paciencia, me ayudaba a ubicarme y me daba consejos. Cerca del mediodía, me despedí de Connor para ir a almorzar con Shawn. 

— Muchas gracias por tus lecciones.
— De nada, nos veremos mañana.

Tomó mi mano y la llevó a sus labios, dándome un suave beso. 

—  Hasta mañana, hermosa dama.

Le sonreí y me dirigí a mi habitación, donde Shawn me esperaba. Al verlo corrí a abrazarlo.

— ¿Cómo estuvo tu clase? —preguntó Shawn tomando mi mano.
— Muy bien, Connor es un gran maestro.

Nos sentamos y comenzamos a comer. Cuando terminamos, Shawn se levantó y tomó mi mano para decirme:

— Hay algo que quiero que veas, por favor acompáñame.

Lo seguí hasta las caballerizas, en el mismo lugar donde lo vi el primer día, estaba un hermoso caballo blanco.

— Es mi regalo para ti -dijo —puedes llamarla como quieras, es tuya.
— Gracias, Shawn. Se llamará nieve. No es necesario que me des tantos regalos.
— Claro que lo es, quiero que te sientas más que halagada.

Me acerqué al animal y acaricié su cuello. Shawn siempre tenía un regalo para mí, trataba de que pasáramos tiempo juntos y me hacía sentir especial. Aún no teníamos fecha para la boda, pero presentía que faltaba poco. Me faltaba mucho por aprender para ser una buena reina, pero quería hacerlo bien, quería reinar junto a él, en verdad lo amaba.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz