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La mañana en que emprenderíamos el viaje de regreso a casa, me encontraba corriendo de un lado a otro de la habitación, recogiendo cosas, empacando y ordenando a los sirvientes que pusieran todo en orden. Todo estaba casi listo, me dejé caer sobre la cama agotada. Llamaron a la puerta, fui a abrir y me encontré con William, al verme sonrió e hizo una reverencia.

— Buenos días, alteza —dijo.
— Buenos días, William —respondí.
— Veo que ya casi se marchan.
— Así es, hemos estado aquí por varias semanas y es hora de regresar a casa.

Levantó su mano, pronunció unas palabras y apareció una hermosa flor. Me la ofreció y la recibí maravillada.

— Para usted, majestad.
— Gracias, es hermosa. 
— Venía a despedirme y a verla por última vez. Que tengan buen viaje.
— Muchas gracias, adiós William.

Tomó mi mano, la besó, luego hizo una reverencia y se marchó. Terminé de empacar las últimas prendas cuando apareció Shawn, había estado terminando de dejar todo en orden, me abrazó y sonrió.

— ¿Todo listo? —preguntó.
— Así es —respondí.

Los sirvientes llevaron todo el equipaje abajo, los caballos estaban esperándonos. Me sentía feliz por regresar a casa, sabía que nos esperaba un largo viaje. Shawn se adelantó para supervisar que todo estuviera en orden, me quedé en la habitación revisando que no se hubiera quedado nada. Me acerqué a la ventana y observé el extenso mar, extrañaría esa hermosa vista. De repente, escuché el sonido de la puerta al abrirse, me giré despacio, pensando que se trataba de Shawn, pero no. De pie en la puerta se encontraba Lord Sether, sostenía la espada en alto y me miró de una manera muy extraña.

— Majestad —dijo— le sugiero que me acompañe.
— ¿A dónde se supone que lo acompañe?
— Ustedes asesinaron dos veces a John, debo confesarle que yo fui quien lo llevó para que lo trajeran de vuelta. Los demás nobles no quisieron apoyarme, le juraron lealtad a un rey extranjero, pero yo no. Si la llevo conmigo, él hará lo que sea para que regrese, más aún ahora que sabemos que están esperando un hijo, me entregará el trono a cambio de su vida.

Corrí hacia la cama donde se encontraba mi espada, afortunadamente, no la había llevado aún con el equipaje. Nunca hubiera desconfiado de ese hombre, parecía amable, pero las apariencias engañan. Caminó hacia mí sujetando la espada en alto, listo para atacarme, me puse en posición de defensa, no iba a permitir que se saliera con la suya. Lanzó la espada hacia mí, bloqueé su ataque y me moví hacia la puerta, en cualquier momento correría fuera de allí. Me atacó varias veces más y esquivé como pude sus ataques.

Shawn apareció en la puerta, parecía no poder creer lo que estaba viendo.

— ¿Qué está sucediendo aquí? —gritó.

Lord Sether se quedó muy quieto y la espada cayó de sus manos. Shawn tomó mi espada y se acercó apuntándole con ella.

— Quiero que me diga, ahora mismo por qué estaba atacando a mi esposa.
— Fue él quien recogió el cuerpo de John para que lo resucitaran —dije.
— Y lo ayudé a entrar en mi castillo el día de mi boda para secuestrar a su hermana, fui yo quien puso el veneno en su vino —dijo Lord Sether.

Sin duda alguna, ese hombre era un traidor, había conspirado en nuestra contra sin que lo sospecháramos siquiera. Parecía increíble, me pregunté cuántos enemigos ocultos más tendríamos.

— ¿Quiénes más de los nobles están en esto? —pregunté.
— Los demás nobles son unos imbéciles que no pudieron más que arrodillarse frente a los que asesinaron a nuestros reyes legítimos, ninguno de ellos sabe de lealtad. Nadie me ayudó, todo esto lo planeé yo solo, junto a los miembros de aquella secta y John después de que lo trajimos de regreso. 

Shawn sostenía la espada cada vez más cerca del cuello de aquel hombre que aparentaba fortaleza, pero desde mi lugar, yo podía ver su miedo.

— Mi padre me dijo desde muy niño que no debía nunca dejar con vida a un traidor, porque después, convertiría a todos los demás en traidores como él. Ahora yo soy tu rey, te guste y no. Te queda poco tiempo de vida, te lo anuncio, además, intentaste atacar a mi esposa y eso es todavía más imperdonable.

El tono en que Shawn había hablado era muy parecido al de su padre cuando había sentenciado a muerte por traición a esos dos hombres ese día que parecía tan lejano. Se había convertido en todo un rey, de eso no quedaba duda, me sentía orgullosa de él, su nombre figuraría en los libros, las canciones y las historia, estaba hecho para cosas grandes, de eso estaba más que segura.

El hombre guardó silencio, me miró a los ojos, suplicaba piedad, lo podía leer, pero no iba a intervenir en ello. Sin más, Shawn deslizó la espada sobre su cuello, la sangre brotó a raudales de la herida y se desplomó en el suelo de piedra de la habitación.

Shawn caminó hacia mí, dejó la espada en el suelo y tomó mi rostro entre sus manos.

— ¿Estás bien? —preguntó— ¿te hizo daño?
— No, le agradezco a tu padre que haya insistido en que aprendiera a usar la espada, en verdad lo he necesitado ya muchas veces.
— Esperaba eso de todos menos de ese hombre. Hablaré con los demás nobles sobre esto. Ven conmigo.

Recogimos las espadas y salimos de la habitación. Los nobles estuvieron reunidos muy rápidamente, nos sentamos en la mesa con ellos y Shawn habló con voz muy seria.

— Lord Sether nos ha traicionado, intentó llevarse a mi esposa, además, admitió haber sido quien llevó el cuerpo de John para que lo resucitaran, además, fue quien trató de envenenarme y le dio entrada a John a su castillo para que secuestrara a mi hermana.
— Majestad —habló uno de los nobles— le aseguramos que ninguno de nosotros tenía conocimiento de ello.
— Él dijo que había actuado solo, que nadie de ustedes lo había respaldado ni colaborado —dije.

Todos se quedaron muy en silencio, sorprendidos.

— Estoy por emprender el viaje de regreso a mi palacio, no sé si alguno de ustedes tenga preguntas acerca de las tareas que les encargué. Todo lo que tengan para decir lo escucharé ahora.
— Alteza —dijo otro de los nobles— ninguno de nosotros tiene más para decir, le deseamos un feliz viaje, le enviaremos cartas para informarle de todo lo que ocurra en este reino.

Se levantaron todos de sus lugares e hicieron una profunda reverencia. Nos levantamos también, después, se pusieron de rodillas en el suelo, reiterándonos su lealtad.

Nos despedimos de todos e iniciamos el viaje.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora