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La noche anterior a la boda me dirigí a la armería, había mandado forjar una espada nueva para Shawn como regalo de cumpleaños. Era bastante pesada, pero sabía que estaba bien hecha. Fui a entregársela, pues pensaba que al día siguiente no tendría mucho tiempo de hacerlo. Toqué la puerta y casi de inmediato apareció él. Una hermosa sonrisa asomó en sus labios.

— Hola Shawn.
— Alessia, no te esperaba.
— Solo vine a traer tu regalo de cumpleaños.

Extendí la espada hacia él, la observó maravillado, entramos a la habitación y la dejó sobre la cama.

— Este ha sido el mejor regalo que he recibido en toda mi vida.
— Me alegra que te haya gustado. Quería dártela hoy mismo porque creo que mañana no habrá mucho tiempo.
— ¿Estás completamente segura de casarte conmigo?
— ¿Por qué me preguntas eso ahora? Faltan unas pocas horas para la boda, ¿crees que voy a arrepentirme? ¿O eres tú quien se arrepintió?
— No, yo no...yo te quiero, pero desde que llegaste sentí mucho miedo de que estés haciendo esto por compromiso.
— Te he dicho muchas veces que no es así, te quiero Shawn, sé que somos muy jóvenes y que no será nada fácil esto, pero quiero intentarlo contigo. Todo estará bien.

Me acerqué a él y tomé su mano, aunque no lo mencioné, también estaba muy nerviosa. No sabía si estaría preparada en verdad para dar un paso tan grande. Lo que íbamos a hacer era algo trascendental. Estaba segura de mis sentimientos hacia Shawn, pero que lo amara no garantizaba que todo fuera a salir bien. Tal vez faltaban años para que llegara el momento de que Shawn asumiera en trono y en verdad esperaba que así fuera. Si hubiera crecido como una princesa, me habrían preparado durante toda mi vida para reinar, pero no fue así y tal vez no estaba lista.

Creía en mí, sabía que era capaz de muchas cosas y ese no era el momento de dejar lugar a las dudas. Le demostraría al mundo que podía ser una buena reina, le demostraría a Shawn que yo sería en quien podría apoyarse, quien estaría siempre con él. Tal vez estábamos destinados a estar juntos, estábamos hechos el uno para el otro, algo me lo decía.

Miré los hermosos ojos de Shawn, y me sentí feliz, porque esos eran los ojos que quería ver por el resto de mi vida. Acaricié su bello rostro con mis manos suavemente y me acerqué para besarlo. Él me tomó en sus brazos y me sentí como si el mundo entero hubiera desaparecido y solo quedáramos él y yo.

Cuando se separó de mí, tomó mi mano y me condujo hacia uno de los baúles que tenía junto a su cama. Lo abrió y vi que estaba lleno de las más valiosas joyas.

— Estas eran las joyas de mi madre. Mañana serás mi esposa y quiero que sean tuyas. Son lo más valioso que tengo, lo único que me quedó de ella cuando la asesinaron. No sabes cuánto quisiera que estuviera mañana con nosotros.
— Gracias por darme algo tan valioso.
— Quería preguntarte algo.
— Dime.
— ¿Te parece bien que compartamos habitación? Digo, vamos a estar casados y...
— Por supuesto. Puedo traer mis cosas mañana.
— Cuanto antes mejor.

Nos dimos muchos besos más, nunca podría cansarme del sabor de sus labios, de eso estaba más que segura.

Me despedí de Shawn para irme a mi habitación, necesitaba descansar, sabía que me esperaba un día muy largo.

Tan pronto llegué a mi habitación, me encontré con que el rey me esperaba allí.

— Buenas noches Alessia.
— Buenas noches, majestad.
— Por favor siéntate, necesito comentar algo muy importante contigo antes de la boda.

Me senté frente al rey y lo miré directamente a los ojos. Pude ver que había algo que le preocupaba. Esperé a que hablara, tardó un buen rato, pero cuando inició lo hizo con voz firme.

— Escúchame hija, sucede que me encuentro muy enfermo, no sé con exactitud cuánto tiempo me quede de vida, puede ser muy poco, y me preocupa Shawn. No sé si esté listo para ocupar mi lugar. No dudo de sus capacidades, de su valentía, ni de su inteligencia, pero temo que no esté listo para una responsabilidad tan grande. Es muy joven, cuando me convertí en rey tenía veintisiete años, él cumple veintidós mañana. Pero esta no es una cuestión de edad, sino de madurez. Hay otro problema: tenemos unas minas de oro muy al sur del reino, el rey Harry de Tredifield movilizó todo un ejército para reclamarlas como suyas. Sin duda alguna habrá un enfrentamiento, además, hace algunas semanas, asesinaron a mi embajador en ese reino, Harry dice que él no tuvo nada que ver pero no le creo. No permitiré que cometa tales atropellos conmigo y con mi reino, por lo que, pasada la boda, le declararé la guerra.

Las palabras del rey me dejaron notablemente preocupada, la angustia y el miedo se apoderaban de mí, pero no debía mostrarme así frente al rey. Lo miré aparentando serenidad y dije:

— Mi señor, le aseguro que no tiene que temer, Shawn está listo para ser rey. Espero de todo corazón que Dios le dé a usted una muy larga vida y que Shawn pueda seguir preparándose como lo ha venido haciendo. Usted tiene fama de buen guerrero, y sé que es así, todo saldrá bien, y si no es así, le prometo que velaré porque el reino siga siendo tan glorioso como hasta ahora.
— Sabía que tú serías la esposa ideal para mi hijo, confío en ti. No quiero que le hables acerca de esto, en su momento lo haré yo, debo prepararlo para cualquier cosa que suceda. Mañana será un gran día. Estoy feliz de que vayan a casarse. Que tengas buena noche querida Alessia.
— Muchas gracias por su confianza, majestad. Que tenga una muy buena noche.

Se levantó y se retiró de la habitación dejándome a solas.

Me acosté sobre la cama pensando en todo lo que me había dicho el rey. Era tan difícil dormir con tantas cosas en la mente. Ni Shawn ni yo estábamos listos para una responsabilidad de ese tamaño. Además habría una guerra, si el rey falleciera, Shawn tendría que ir a ponerse al frente del ejército como rey. Me daba miedo pensar en eso, me asustaba más que nada perderlo sin haber llegado a pasar una vida entera junto a él.

Príncipe misterioso || Shawn Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora