7. Desilusión

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De acuerdo, los humanos son aburridos... y débiles

La sombra iba al lado del niño humano quién iba contento a la escuela, Aliss estaba fastidiada de la rutina de siempre, acompañaba a la madre y al niño tomando la silueta de la sombra del infante y escuchaba todas las conversaciones, los chismes de siempre. Alguien estaba preocupado porque la hermana de alguien iba a separarse, otros emocionados porque en sus empleos iban a ascenderlos y los niños preocupados por no decepcionar a sus padres, pero no para el pequeñito, el siempre iba contento a todas partes, siempre emocionado por alguna cuestión que los otros no estaban siquiera interesados.

Acompañaba al niño humano porque tras seguir a otras personas que rodeaban al niño veía desgracia exagerada incomprensible para ella, unos buscaban engañar a sus parejas, otros hacían trampas o mentían para que otros se asombraran o les festejarán una situación que no era real. Aliss se había quedado con los ideales de lealtad y honor con los que Fizalir hablaba de sus tropas, también había visto en algunos libros de estudio de su compañero humano que los humanos no se enfrentaban por gloria a otros sino por recursos o poder, una mentalidad que le recordó a los Iluminados y empezó a repudiar a los humanos a excepción del niño.

-¡Cuídate Armando, te hice un sandwich de dulce porque ya es viernes!

-Gracias má, me lo comeré en el almuerzo, te amo, bye.

Los niños se despedían de sus familiares mayores y subían a un camión escolar, algunos recibían una amenaza disimulada, otros incitaban a sus hijos a ser mejores por cuestiones de estatus, pero Armando y su madre siempre se despedían afectuosamente sin ningún otro deseo más que el de que fuera feliz.

-Es una pena que ustedes dos sean los únicos que me agraden, como humanidad han conseguido grandes cosas, algo que los ha trascendido a través de los siglos y que muchos sean tan banales, es desastroso para una especie tan grande... Aunque es cierto que mi mundo se esta extinguiendo, ustedes estan destruyendo el suyo, sin ningún remordimiento.

Armando iba tarareando una cancioncita infantil disimuladamente para que otros no se burlarán de sus gustos, no sufría de abuso de otros de sus compañeros, pero en algunas ocasiones alguien se había mofado de algún gusto de él y en un intento de no llorar defendía sus gustos para ocultarlos más tarde y no mostrarlos nunca más. Trepó en uno de los asientos y de vez en cuando movía su cabecita al ritmo de su canción mental.

-No has parado de escuchar ese disco de remix en todo el mes diría yo, me gusta más la música de tu mamá, los cánticos gregorianos me elevan mi espíritu de pelea, si tuviera a los Iluminados con la fuerza que poseo actualmente, los derrotaría y salvaría a los monstruos de mi planeta. Tu madre cree que serás doctor o pianista, yo espero que seas científico y puedas ayudarme a volver a mi hogar, con que pudiéramos crear un solo cristal creo que sería más que suficiente para abrir un portal sin problemas... Tal vez un día te plante la idea mientras duermes. Pero lo dudo, a tu papá le dijiste que querías ser un maestro de pokémon.

-Hola Armando

-Hola Memo

-¿Qué haces?

-Vengo tarareando una canción.

-¿Cuál?

-La canción de los gorilas.

-La de la niña ¿no? Yo prefiero gorillaz

-Son un poco 'darks' para mí

-¿Y donde la oíste?

-En Once niños

-Ahh... aún ves once niños.

-Cállate, me gustan sus canciones y sus caricaturas.

-Bueno, quizá porque yo ya estoy grande y debo mirar cosas para grandes, ya tengo 11.

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⏰ Last updated: Jul 30, 2020 ⏰

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Guerra del Destino- Sueños RotosWhere stories live. Discover now