p r ó l o g o

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La sociedad siempre ha impuesto estereotipos, de lo que ellos consideran correcto, la mayoría de la gente los sigue para no ser jugados, aunque solo les quita la oportunidad de ser libres.

El ir en contra de la sociedad no es cosa fácil, estas vulnerable a que te juzguen, te hagan menos y muchas cosas más; básicamente es como si te pudieras un letrero donde dijera insultarme y júzgame.

Todas esas situaciones que entiende a la perfección Joaquín, básicamente desde que siempre, fue considerado como un error o una desgracia. Normalmente le hubieran afectado ese tipo de comentarios, de no tener un padre excelente que le enseñó a ignorar a este tipo de personas; siempre le dijo que, quien lo intentaban hacer sentir menos era por que ellos desean ser igual de libres que él.

Su padre en su momento también fue en contra de lo dictado por la sociedad, cosa que para el fue la mejor decisión de su vida. El día que nació Joaquín fue, tanto el peor como el mejor día de su vida; durante el parto murió su omega destinada, dejándolo destrozado y con una gran responsabilidad. Cuando el hospital noto la situación, de inmediato dio por hecho el que daría en adopción al bebé, debido a que consideran que ningún alfa totalmente solo podría hacerse cargo de un niño.

Aunque para sorpresa de todos Aldo se negó, no le importo lo que la sociedad creía, él cuidaría de su hijo, no podía simplemente abandonar al pequeño que fue fruto del amor con su omega.

Tal como lo dijo, cuido a Joaquín de la mejor manera posible, enseñándole a ser libre y a ignorar todo mal comentario. También incluyo en la crianza de alguna manera a su destinado, a pesar del dolor que sentía al recordarlo y la depresión por la que lucho desde la partida de él. Se encargo de contarle a su hijo, como era y cuanto esperaba su llegada, intentando crearle una imagen al pequeño, de su padre Lucas.

El castaño creció lleno de amor y siendo libre, quizá solo eran su padre y él; pero para ambos eso era más que suficiente, eran ellos dos luchando contra el mundo, aunque nada dura para siempre...

Cuando Joaquín tenía dieciocho, su padre se enfermo, dejándolo al borde de la muerte, por más médicos que visitarán siempre era el mismo diagnóstico. La depresión con la que Aldo ha luchado desde la partida de su destinado, había tomado mucha más fuerza. Al de recuperarse un poco, ambos sabían a la perfección que su momento para irse, estaba cerca. Pero el que lo supieran no significaba que lo hablaran.

Aldo intentó salir adelante, quería quedarse al menos hasta que su hijo encontrará a su persona, él sabía que con él a su lado, el castaño podría enfrentar su muerte.

Aunque eso era casi imposible, Joaquín se encargaba de alejar por completo a cualquier persona que tuviera una segunda intención, pero lo hacía aún más con los alfas. Él sabe que no todos los alfas son unos idiotas, pero el no está dispuesto a averiguar quien es diferente.

Al saber que su momento estaba cerca Aldo intentó dejar todo listo para su partida, se encargo de buscar de que alguna manera, él estuviera presente en los momentos importantes para su hijo, o simplemente cuando lo necesitara. No fue cosa fácil, pero el necesitaba dejar al castaño de la mejor manera posible.

Cuando Joaquín, estaba por terminar su tercer año de universidad, su padre empeoró como nunca antes lo había hecho. Al saber cómo terminaría esa recaída el castaño dejo de ir a la universidad, de todas maneras ya había pasado sus materias, por lo que no hubo gran problema.

Lo poco que les quedó de tiempo juntos, lo pasaron acostados en la cama, debido a que Aldo no podía ni siquiera ponerse de pie. El castaño soltaba un poco de su olor, para calmar a Aldo, principalmente por su segundo olor, la azucena, el cual era el aroma principal de su padre omega. Era obvio que no tenía el mismo efecto del de Lucas, pero ayudaba un poco.

Dispuesto - OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora