Capítulo 5: Resonancia.

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La felicidad venía del exterior, pero era de esencia vil. Crujía en cuanto el más sutilísimo roce de mano brusca exigía y la buscaba siempre. O cuando no se tocaba nunca. Louis había regresado muy pronto... y conocía un lugar no muy lejano. No tan siniestro ni tan gravemente divino para ensombrecer de indignación por nuevos sueños.

Se izó en medio de la habitación con su piel sudante, casi como quién se coloca a propósito en la muchedumbre de una cárcel sin amanecer y miró los alrededores con desánimo. La cama estaba ocupada. Dudó.

—Oye —Apretó los labios con desaire al murmurar, Harry no reaccionó. Con la cabeza baja, suspiró por las cosas menos importantes—. Sé que estás escuchándome.

Louis insistió e insistió mucho tiempo. Tenía ideas complejas para él y para Harry, aunque, mejor dicho, le refirió algunos anhelos. Estaba escuchándole, no en lo absoluto. Sus manos se apoyaban en la cama con fuerza sensata mientras sus pies andaban al aire de un lado a otro; sentado allí con un secreto agraciado que no le había visto los primeros días. Poseía una gracia suave en su cabello medio enredado, pero su piel decía una mejoría más escasa.

Dio un paso hacia adelante, con las manos cruzadas hacia atrás. Harry ni siquiera se inmutó cuando Louis sonrió de lado, casi perverso por nada.

—¿Te encuentras bien? —preguntó una sola vez. Louis no entendía sobre la impaciencia de Harry.

—No lo sé —Harry susurró sin vida.

Louis abrió y cerró la boca con impotencia. Y se acercó sin necesitarlo. Temblaron sus manos de dibujante al poner un toque amistoso en el hombro de Harry.

Él se sacudió sintiéndose envenenado. Era verdad que Louis era un tanto incompetente. Menos que ineficaz en cuanto a decencia.

—Podemos ir afuera —propuso y se alejó algunos centímetros—. Quiero decir... si estás estable para levantarte.

Fue difícil recibir confusiones parcas, sobre todo cuando vio el gesto que arrastró hasta mirarle de frente. No era precisamente lo que Louis buscaba observar, así que metió sus manos en los bolsillos del uniforme y negó con la cabeza al sentirse avergonzado.

—Por supuesto que soy capaz de levantarme. —Declaró con franqueza. Louis dudó de sus palabras otra vez y una más—. Pero no quiero salir contigo. —Recto y sobrio, dejó caer la mirada al suelo como en un principio. Las cosas iban caminando para empeorar.

Asintió en silencio y se hizo a un lado de la silla pequeña que ya tanto le pertenecía. Tomó asiento sin decir alguna tontería, buscó en su mochila de estudiante la libreta que suele atesorar y se puso entre los dedos el bolígrafo que mejor dibujaba. Louis se mordía los labios de vez en cuando, a veces suspiraba en tanto para no provocar ruido, Harry inhalaba de manera perceptible mientras él contaba cuantos suspiros se le estaban yendo.

De ese modo pasaba las mañanas antes de ir a la Universidad. No hacía nada para ayudar, solo se sentaba y movía las manos sin talento durante horas entre la luz y el silencio.

—Louis —Escuchó que llamó luego de minutos y el corazón se le aceleró de suprema adrenalina. Detuvo sus líneas, levantó la cabeza una vez las manecillas dejaron de escucharse. Después lo miró sin detalle para evitar abrumarlo—. Está bien.

Tenían magníficos lobos en el interior, el de Louis era cobarde pero vivía con distinción y privilegio. El de Harry yacía medio muerto gravemente entre su sangre y, alguien, sencillo o cuidadoso, debía regresarle al menos algunos restos de humanidad.

—Está bien —Louis dijo como quién no cree.

Sonrió de lado, con los labios apretados y un gesto gigante que resbalaba en la confianza por delante. No le importó en lo absoluto ensombrecer de rayones los trazos deliciosos que plasmó en segundos sobre la hoja, lo dejó todo de lado y saltó de su sitio con sensaciones ásperas. Con actitudes llenas de errores.

Brújula (Nueva Versión)Where stories live. Discover now