¿Boda...o No?

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POV's Jaebum

—Cr-creo que lo maté... – Susurra tembloroso recostado en mi pecho, ya sentados en un vuelo directo a Inglaterra. –

—No, no lo hiciste. – Acaricio su cabello, soltando más feromonas para él, para que se calme. Él me salvó, él cuidó de mí, cuando se suponía que yo debía cuidar de él. –

—Pe-pero y-yo lo vi... En e-el suelo... – Llora más en voz baja, quebrada. Lo abrazo con delicadeza de no lastimarle más de lo que estaba. Solo quiero ya llegar al hotel. –

—Shh, Jinnie, pequeño, todo está bien... Eres el mejor, amor. – Beso su cabeza. —Ahora todo está bien.

FLASHBACK: antes de la boda

—Te enseñaré a disparar, pequeño. Me coloco en su espalda sintiéndolo temblar un poco, ahora es tan inseguro, maldito seas Seunghyun. —Es por tu seguridad.

—No estoy seguro de esto, Jae. – Murmura mirando hacia adelante. –

—Tranquilo... Si todo sale bien, no necesitarás de esto. Solo recuerda que siempre estaré a tu lado, te protegeré con todo mi ser. – Lo aprieto suavemente. Aún sigue débil, pero su fuerza de voluntad lo ayuda a superarse a sí mismo. –

—Está bien. – Suspira. –

Estamos en el "jardín" de la casa de Seungcheol, lo había convertido como en un campo de entrenamiento para él y sus colegas, hoy nos lo ha prestado a nosotros. Según su amigo, el que ayudó en el caso, sin cobrar absolutamente nada, dice que la otra persona implicada, que ahora, después de unir cabos, es el padre de Seulgi, alguien muy peligroso, y si se suma Seunghyun, aún peor. No sabemos que esperar de ellos.

Y sorpresa, mañana me caso. Después de tanto tiempo con esa alfa y su familia encima, tantas decisiones estúpidas, ensayos, muestras casi sobreactuadas de cariño, al fin llega el día. El día en que huiré con Jinyoung. Mi omega. A un lugar donde estemos seguros y felices. La verdad es que agradezco que él haya borrado de su mente lo que pasó con Seunghyun, no sé que estaría pasando si hubiera quedado con traumas, ya me hubiera vuelto loco. Espero que nunca lo recuerde. Por su bien mental.

—Mira. – Tomo el revólver de la mesa. —Este será el que tú llevarás. – Lo dejo en su mano temblorosa y la rodeo con la mía, subo su otra extremidad y apunto firme el arma. —No puedes temblar, pequeño. – Beso su nuca. — Recuerda que siempre estaré a tu lado, no hay nada que temer.

—Nunca había agarrado una pistola. –Comenta dejando de temblar. —Está bien, yo creo en ti, siempre lo hago. – Otra vez su voz suena confiada, como el hermoso omega que conozco. –

—Ahora quitas el seguro. – Le apunto con el pulgar y él asiento haciéndolo. —Y jalas el gatillo. Dispara siempre a la cabeza, pequeño. A la cabeza. – Tira del gatillo, dándole casi a la garganta del muñeco. –

—¿Lo hice bien? – Aseguro el arma, dejándola en la mesa y él se voltea. –

—Perfecto. – Lo acerco a mí para darle un beso. –

Un beso lleno de amor, protector, de que todo lo que hago, es por él, por mí, por nosotros.

—¿Hoy dormirás conmigo? – Pregunta separándose. —Te necesito. – Me mira directo a los ojos, siempre tan poco pudoroso. –

—Jinnie. – Susurro. –Es mejor que esperemos a que estemos lejos ¿Sí? –Beso su mejilla. –

—Jaaaeee. – Alarga. —Otra vez besando mi mejilla. – Lleva su mano al sitio. –

Necesito A Mi OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora