Capítulo XI

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(No había mucho que admirar dentro de la mansión de su señor, solo un largo pasillo, sin muebles o adornos, con apenas una luz tenue al final, que demarcaba el lugar al que debía ir. El mayordomo la seguía, a una prudente distancia, tan solo a unos centímetros, custodiándola en cada paso, como si realmente quisiera evitar su huida, pero ella no iba a dar ni un paso atrás, lo que le habían ofrecido era todo lo que necesitaba, todo lo que quería, y pagaría el precio que fuese necesario. Llego entonces, al final de su camino en medio de su ensimismamiento, mostrándose en la habitación, donde dos sombras sentadas a cada lado de una mesa, se levantaron y la reverenciaron, señalándole el único asiento libre, en medio de ambos, el puesto que debía ocupar, un cuerpo tan frio y vano como el suyo)

Durante quince días y quince noches, no se supo nada en toda la costa de Tarso, al respecto de los soldados que habían ido a la batalla, a excepción de los acontecimientos que Polonio había relatado. El consagrado guerrero romano, había llegado cinco días después de la victoria de la reina frente a la flota de Octavio, afirmando que el ejército de Marco Antonio también había vencido, a un terrible precio, pues la general había quedado herida de gravedad, él. por supuesto no supo nada más allá de eso, pues había ido directamente a perseguir al resto del ejercito de Octavio a su campamento, capturando a los mas que pudieron para que sirvieran como esclavos de guerra o intercambios adecuados para futuras negociaciones.

Después de eso, solo siguiendo el consejo de Lépido había regresado ante su reina, para asegurarse que ella estuviera bien, mientras el resto del ejército se quedaba junto a su general, rezando y esperando por su mejoría. La reina, al escuchar tal afirmación de Polonio, sintió un torbellino de sentimientos en su interior, Octavio había sido vencido, lo que significaba que no tendría que ir a la guerra nuevamente por mucho tiempo, y el hecho de que Marco Antonio muriese no le beneficiaba, así como no le afectaba en ningún sentido como gobernante, simplemente podía tomar a sus hombres de regreso a Egipto victoriosa, y no saber nada más del asunto, pero algo en su interior que se negaba a afirmar en voz alta, la aferro a ese sitio, a la espera de una noticia, por más incongruente que fuera, al respecto de la rubia.

Elsa y Polonio, no dieron negativa ante esa decisión, ambos creían que lo más honorable era esperar noticias de la heroína de la batalla, pero Tepth, era un asunto distinto, el hombre constantemente insistía en que se retiraran, que subieran a sus barcos y regresaran a su preciosa tierra ahora que estaban a salvo, lo que convertía a su consejo de guerra en una lucha constante de poder, pues en cierto aspecto el general tenía razón, la comida no duraría por siempre y un trono ausente es igual de vulnerable en cualquier estado de paz, además, sin saber exactamente cuánto tiempo estarían a la espera de noticias, no ayudaba en el ánimo de los soldados.

-La comida solo durara algunos días mas, debemos marchar antes de que los motines comiencen. – afirmo Tepth, golpeando la mesa frente a la negativa de la reina. – no podemos quedarnos aquí, solo para saber si Marco Antonio vive, ya en su momento su estado se hará público.

- ¿Acaso no tiene ni el más mínimo sentido del honor? – intervino Polonio con la voz de un romano en defensa de un camarada. – por esa mujer estamos con vida, si el ejercito de Octavio hubiera vencido, la costa habría sido tomada de igual forma, y nosotros estaríamos muertos sobre el mar, en lugar de ellos.

-Creo que ustedes los lacayos de Roma, suelen dar demasiadas glorias, por simples actos, considérelo majestad, irnos ahora es lo mejor. – continuo Tepth.

- ¿Simples actos?, no puede afirmar eso de algo que nunca vio. – el hombre rápidamente giro la vista a Cleopatra. - yo estuve allí majestad, el ejercito de Octavio era mayor tres a uno, y la única forma en la que lograron que se retiraran fue porque Marco Antonio, acabo a golpes a Brutos, aun cuando las heridas le habían destrozado en cuerpo, siguió luchando de pie, hasta vencer.

La Serpiente Del Nilo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora