Aceptar y (Des)hacer

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Las ultimas semanas han sido tan maravillosas, nunca me imaginé que yo, Leopold Stoch, Butters, pudiera seducir a Kenny McCormick y mucho menos siendo un chico. Definitivamente es el mejor amante que alguna vez desee. ¿Quien quiere perder su virginidad con alguien que no sabe nada de sexo? tal vez las personas que usan el sexo como muestra de amor, pero para mi no, para el gremio de los rubios esto es una cuestión de disfrutar de las sensaciones físicas. Nada mas. Es así como un amante pervertido con años de experiencia es la mejor opción.

¿Entonces porque me siento tan dolido?

¿Porque ver a esta chica reclinando sus prominentes pechos en Kenny me hace querer golpearla?

—Ya veo, mis disculpas por molestar—Dije en automático para luego empezar a caminar en dirección a mi casa, Kenny me llamó pero no quería voltear.

O mas bien, no podía.

A cada paso que daba mas lagrimas salían de mis ojos sin poder detenerlas, pero no perdí mi sonrisa, simplemente caminé hasta casa pensando en cada momento donde me sentí feliz de estar al lado de Kenny, pero siempre la imagen de aquella pelirroja llegaba a mi mente para nublar mis buenos recuerdos.

Al llegar a casa me recosté en mi cama, observando por mi armario la ropa que usé el día en que Kenny llegó a mi casa por primera vez y con la que perdí mi virginidad. No, no estoy dolido por que Kenny se haya acostado con alguien mas, estoy asi porque me acabo de dar cuenta la importancia que Ken tiene en mi vida.

—Ya, ya chico enamorado

—Yo no estoy enamorado Tweek, solo me atrae.

—Lo que tu digas

Recuerdo esa conversación con mis amigos, cuando Kenny McCormick solo era un sueño para mi, algo que solo existía en mis pensamientos. Tweek tenia razón, desde mucho antes yo ya estaba enamorado de él y aun así me convencí de lo contrario hasta el día de hoy.

Pero no voy a dejar que esos sentimientos me quiten lo que tengo.

Somos ninfomanos, el gremio de los rubios solo nos enfocamos en lo que siente nuestro cuerpo y no el corazón, somos calientes en la cama y fríos en el alma.

Somos adictos al sexo, no al amor.

Con ese pensamiento me quedé dormido, pero un golpe en la puerta principal me hizo levantarme, sabia que no eran mis padres porque tenían llaves y al mirar en mi reloj aun faltaba para que llegaran. Bajé las escaleras y cuando abrí, sentí que mi corazón dio un vuelco cuando frente a mi se hallaba el chico de mis pensamientos.

—Hola Ken—Le dije con suma tranquilidad—¿Se te quedó algo mas en mi casa?—Pregunté lo mas cortes posible, ocultando el malestar que se formaba en mi estomago y garganta.

—Quiero hablar contigo de lo de hace unas horas—Definitivamente no era un tema que quería tratar ahora, pero ya tenia la respuesta a esta discusión.

—Oh no te preocupes, no volverá a pasar, la próxima vez llamaré antes de llegar a tu casa de la nada e interrumpa sus visitas—Me disculpé apenado. El rostro de él era de completa confusión y sorpresa.

—No yo me refiero a...—Antes de que dijera justo lo que pensaba que iba a decir lo besé con pasión, enfocándome en los suave que era su tacto y no en el el dolor de mi garganta al aguantar llorar.

—Vamos a mi cama—Le susurré y él solo asintió, nos fuimos a la parte de arriba y nos tumbamos en la cama mientras mutuamente nos quitábamos la ropa, pude oler a ahumado en su ropa pero no le presté atención, solo cerré mis ojos enfocándome lo máximo en el calor que producía su cuerpo haciendo fricción con el mio.

Todo por una revista gay|BunnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora