Capítulo 12

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– ¿Es normal que tarde tanto?– la miro a Ada por enésima vez.

– No.

Genial, estamos dentro de unos arbustos, a las 3:20 de la mañana, y además, debe de hacer unos cinco grados. Mis manos están temblando y heladas, mis pies apenas los siento por el tiempo que estamos en cuclillas. Ada y yo estamos desde las 3 de la mañana. Técnicamente el plan era que J ya estuviera aquí, ahí nos diría lo que nos tenía que decir y luego esperaríamos hasta que estuviera despejado para volver. Pero bueno, en cambio, estamos congeladas esperando hace 20 minutos.

– Algo debió de haber pasado, es raro en J – se frota sus manos y me mira.– Si en diez minutos no viene, nos iremos.

– Más vale que venga –Ella simplemente asiente.

Va pasando el tiempo y parece una eternidad. Hay una brisa que nos provoca pequeños escalofríos. Si no fuera por el frío, el silencio de la noche sería... perfecto.

– Ey –Nos damos la vuelta con Ada y casi nos morimos del susto, cuando vemos a J todo de negro, entre los arbustos.

– ¿Qué pasó? –Ada es la primera en hablar.

– Un pequeño problema.– J me mira y mueve la cabeza en forma de saludo.

– Bueno, vamos al punto –Apenas terminó de decirlo, nos acercamos hasta formar un pequeño círculo.

– Te lo diré de esta forma June, tu hermano está castigado no solo por el hecho de decir lo de las mujeres, si no porque lo dijo en un lugar donde no debería estar – entrecierro los ojos.– Estaba en una de mis clases.

– No entiendo, ¿Qué hacía ahí?

– Buscaba una herramienta que le habían pedido.

– ¿A dónde quieres llegar?

– Quizás el profesor se comió esa mentira, pero ¿Por qué mandar a alguien nuevo? Cuando tienes a veinte más que saben perfectamente donde están las cosas –Ada nos miraba como si fuéramos una pelota de ping pong.

– Sigo sin entender tu punto J.

– El pequeño me venía observando "disimuladamente", en varias ocasiones. Y no fue coincidencia que tuviera que ir a buscar algo allí.

– ¿Por qué te observaría? –me levanta las cejas.

– Supuse que tú tendrías la respuesta.

– Pues para tu sorpresa, no, no la tengo.

– No te creo, dime ¿qué buscabas? –ambos me miran fijamente.

– Lo siento, pero lo único que le dije a mi hermano es que, no confiara en extraños, y que te tuviera en la mira, después de todo no sé si eres alguien en quien confiar –levanto mis hombros– Debió de haberlo malinterpretado, pero, ¿en serio, nos hiciste venir por eso? –Él hace una mueca.

– No –Nos mira a ambas y dirige la vista al suelo.– Tengo noticias, pero – me mira– no confío en ti.

– Lástima, porque te tengo noticias –Esta vez, sus miradas son de sorpresa.

– Espera –Ada me agarra del jardinero– ¿Ellas te dijeron algo? –Asiento– Entonces sí, lograste sacar información.

– ¿De qué me perdí? –J nos mira confuso.

– En resumen, June les dijo que estabas pensando en dejarla entrar al grupo.

– No me jodas, ¿Le creyeron?

– Por lo que se ve.

– Habíamos quedado en algo, June.

– No amenacé a nadie, por ende, no rompí el trato –me mira de costado– Deberías de ser más específico cuando pides algo.

Los Secretos de SvalnarWhere stories live. Discover now