Capítulo 14

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Han pasado dos días desde que me avisaron del sacrificio, y la verdad es que me inquieta toda la situación. Si saben lo que va a ocurrir, y saben que es al azar, entonces es obvio que conocen al que llevará el acto a cabo, o eso sería lo lógico, ¿No?

Estoy limpiando la oficina del Señor William, a solo diez minutos de ir hacia la cocina para hacer la cena e irme a dormir, además, tengo que hablar con Ada de mi hermano. Sigo en mis pensamientos cuando abren la puerta, al principio pensé que sería Perla. Ella siempre es la que se encarga de venir a buscarme, pero al dejar la escoba, dentro de un carrito que es para todas esas cosas, y girarme hacia ella, veo que es el dueño de la oficina, mirándome tranquilamente. Por ende, me pongo más derecha y bajando la cabeza digo.

–Señor William.

–Señorita June, veo que ya estas terminando –dice y cierra la puerta, va hacia el escritorio, observando todo con exactitud– Bueno, la limpieza se le da bien, no mucho, pero lo justo –y ya tenía que empezar a hacer comentarios.– Me presenté para informarle un detalle.

Esta vez escucho con atención, algo dentro de mí, me dice que es sobre mi hermano, quizás logre verlo sin romper ninguna norma. Me señala uno de los sillones, mientras él se sienta en uno de los individuales.

–Siéntate –Sin dar muchas vueltas, hago lo que me pide– Los castigos te hacen más obediente, debería de darte más, en una de esas dejas de romper las normas –Trago saliva.

No creo que se haya dado cuenta que me escapé de la habitación, ¿O sí? No, imposible. Nadie nos vio.

Él no deja de mirarme en ningún momento espera que diga algo, pero debo quedarme callada y dejar que haga sus preguntas. A veces abrir la boca es la perdición de una persona.

–Nada –apenas fue un susurro, pero lo escuché bien. Además, creo que lo hizo a propósito– ¿Sabes algo interesante? –se levanta. Agarra una botella de vino, que nunca vi, y se sirve en una copa, luego vuelve a su lugar e insiste– Responde.

–No, Señor William –le da un sorbo y se apoya en sus rodillas.

–Todos los adolescentes, creen hacer cosas inteligentes, creen ser dueños de su destino, juegan a ser unos espías. –No me gusta para el lado que va la conversación, es como si supiera que estoy llegando a un camino sin salida, sin escapatoria– Pero están tan equivocados, vienen a mi territorio y hacen lo que se les dé la gana, pensando que no me voy a enterar.

Vuelve a darle otro sorbo, sonríe para sí mismo y se para. Va hacia la chimenea y se detiene a mirar el fuego.

Intento controlar mi respiración, hay algo que me da mala espina. Una alarma en mi cabeza me grita "corre".

–Ayer estaba disfrutando de un castigo, cuando a la noche llega un guardia con noticias interesantes, incluso te pediré que cierres los ojos y te lo imagines –lo miro de reojo y no sé si está hablando en serio, o no.

Se da la vuelta acercándose, se detiene y se agacha hasta quedar a mi altura. Esta vez, puedo ver la seriedad y el enojo en su mirada, sé que es mejor no provocarlo, pero mis ojos se niegan a cerrarse.

–Cierra los ojos, Señorita. Si no, yo mismo te los cerraré.–En otro momento no me hubiera importado, pero ahora, la curiosidad me lo imploraba, así que, lo hice.

Cerré mis ojos, podía sentir como me seguía observando, incluso podía sentir su respiración, y mis sentidos se activaron.

–Bien, imagínate estar en un pequeño momento de felicidad, donde te encuentras en un salón, con un niño rubio y de ojos celestes –Abro los ojos en seguida, mala decisión. Recibo una cachetada en consecuencia, pero eso no me detiene.

Los Secretos de SvalnarWhere stories live. Discover now