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Cuando Takeru jugaba con sus compañeros de equipo de basquetbol o cuando iba a las competiciones de artes marciales que su abuelo siempre lo inscribía, por alguna razón, no podía dejar de mirar las gradas o cualquier lugar donde se pudiera encontrar una cantidad inmensa de personas que gritaban y brincaban, en ese momento, el ruido que todos ellos hacían, desaparecía y sentía como el tiempo corría demasiado lento porque solo se enfocaba en algo mucho más importante, sus ojos buscaban a alguien, teniendo un poco de esperanza, incluso, desesperado porque realmente estuvieran ahí pero cuando no los podía ver, cuando era imposible de verlos porque muy dentro de él, sabía que ellos nunca más estarían a su lado, solo suspiraba y se rendía, prefería enfocarse en otros asuntos, prefería tener la cabeza fría y no volver a pensar en ello aunque para la siguiente competición, haría lo mismo.

Por más que quisiera jurarse que nunca más lo volvería hacer, era imposible porque todas esas veces, seguiría buscando.

Era lo mismo que hacía desde que era un pequeño niño y se dio cuenta de un momento a otro, que sus padres nunca volverían a llegar por él a la escuela. No hablo por varios días, no quería hacer contacto con nadie, en ese momento, solo quería los abrazos de su padre como los besos de su mamá. Quería estar en la seguridad de sus brazos, quería estar siempre a su lado, cuando asustaban a los fantasmas que había debajo de su cama o de su closet. Aquellas comidas deliciosas que mamá siempre le preparaba como los golpes que le solía dar en la cabeza con el cucharon por culpa de algunas travesuras que solía hacer con todos sus amigos. Solo quería que le tomaran de la mano una vez más, solo quería estar a su lado una vez más. Dormir a su lado, ir a salir a comer algún helado y pedirles ayuda para escapar de algún perro que no lo quería dejar de molestar. Pero para su desgracia, la última vez que los vio, fue en aquellos ataúdes de madera que solo veía como se los llevaban. Su abuelo, con todas sus fuerzas, lo detuvo para que no los siguiera, para que incluso, no quisiera saltar a la tierra para poder estar a su lado. Solo recuerda como su abuelo lo abrazaba con todas sus fuerzas, como su abuela lloraba a su lado mientras cubría su rostro con un pañuelo. Mientras él, él solo gritaba desesperado.

¿Cómo no llorar desesperado cuando veías como tus padres eran enterrados?

Gritaba desesperado para que ellos abrieran los ojos una vez más pero lamentablemente, no fue así. Lloraba desconsolado, solo quería que todo fuera una mala pesadilla pero al ver sus pequeños brazos llenos de moretones, se dio cuenta que las cosas no iban a ser como esperaba. Esa era una cruel realidad de la que era imposible escapar.

--¡Por favor! ¡Mamá tiene que hacer pasteles para la reunión de la escuela! ¡Papá tiene que ayudar al abuelo en las competencias! --Gritaba desesperado.-- ¡Regrésenme a mamá y papá!

--Por favor, Takeru --Pedía su abuela, iba hablar pero fue detenida por su esposo que solo negaba mientras lo seguía abrazando

--Déjalo que llore cariño --Hablaba con voz rota, por más que quería evitar llorar, era imposible no hacerlo.-- Déjalo que llore, ahora nosotros cuidaremos de este niño, no dejaremos de ser su única familia, él nos necesitara a partir de ahora, debemos aprender a ser fuerte --Atrajo a Takeru a su pecho, el menor, no pudo evitar abrazarlo con fuerza, sin importar que mojara y arrugara su traje negro.-- Por ahora, solo dejemos que llore, por ahora, solo permítenos caer de rodillas, mañana, seremos fuertes por él

¿Cómo no evitar llorar cuando tus padres murieron en algo que tú viste?

Al igual que un simple parpadeo, solo vio como sus padres morían. Solo vio aquella sangre en el piso al momento de escuchar un arma siendo disparada. Solo había mirado a otro lado, solo había hecho eso y al minuto siguiente, sus padres se encontraban muertos frente a él. Solo se quedo paralizado mientras escuchaba los gritos de las personas, unos llamando a los servicios médicos y otros más, tratando de alejar al pequeño niño que se encontraba observando todo pero que no era capaz de moverse.

No volveré a perderteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora