Salida XLIV -Luna-

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La mujer sostenía una taza con humeante café negro entre sus manos. La noche era fría ahí afuera, sin embargo el alfa se mantenía firme para no ceder y entrar de una buena vez a la casa, pese a las advertencias de que podría pescar algún resfriado.

Tenía horas sentado en el jardín trasero, con su vista y mente pérdidas. No había querido hablar con nadie desde el día anterior, sólo contestando con monosílabos si se le preguntaba algo, pero en realidad se abstenía de entablar conversación alguna.

Su caso siendo un tanto parecido al de su hermano menor, sin embargo, este no paraba de llorar desconsoladamente desde la noticia, convirtiéndose en un mar de lágrimas que no podía parar hasta que caía dormido gracias a los somníferos.

Ninguno comía, se habían mantenido a base de agua y alguno que otro trozo de fruta picada, ella ya se había cansado de insistir con ambos y recibir siempre las mismas negativas. Podía comprenderlos, ese dolor al que sus hijos eran sometidos. A ella también le dolía el corazón, se sentía desanimada, como si le hubiesen arrebatado una parte de su alma. Vacía. Todos en casa sentían ese pasado ambiente, pero a ellos les había caído mil veces peor, y no es como si la noticia no le hubiese pegado tan mal, sino que ya había aceptado hace varios meses que ese día llegaría tarde o temprano, justamente por eso se ocupó de creer bellas memorias, de no quedarse con arrepentimientos o palabras calladas; le dolía, por supuesto que si, no obstante sabía llevar ese pesar mejor, después de todo ella era la madre, se suponía que debía estar dándoles consuelo a sus hijos, pero... ellos no parecían quererlo, no ahora.

La muerte de su padre le había caído con destrozo a Jimin y Jihyung, desde que partió hace tres días no volvieron a comportarse igual. El mayor actuaba frío e indiferente como si aquello no le importase, pero su silencio se encargaba de mostrar lo contrario, su mirada cargada de arrepentimiento. Jihyung era otro caso, él se la pasaba llorando como si no hubiese un mañana, aferrado a la carta que le dejó su padre nada más. Intento estar al lado de cada uno, brindándoles palabras dulces y esperanzadoras, ninguna surtió efecto, más bien la alejaban, creyendo quizás que ella estaba igual de destruida y por lo tanto no podían cargarla con más penas. Yangmi no lo miraba de esa manera, para ella sería el mejor regalo que ellos estuviesen bien, sonriendo, dejando ir a su padre como a él le habría gustado.

Amaba a sus hijos y le parecía inmensamente frustrante no poder ayudarlos a superar ese dolor.

Suspiró y tomó otro trago de su café, escuchando en el fondo de su cabeza como una pasos bajaban por la escalera. Se levantó de su silla en el comedor y recibió con una sonrisa agradecida al omega que bajaba con una charola de comida, este le dio el mismo amable gesto.

—Gracias por ayudarme Sungwoon—dijo con tono somnoliento.

—No es nada, aunque no pude hacer que Jihyung comiera más de la mitad del plato. Pero... al menos dejó de llorar, ya esta dormido—informó con una mueca triste. Recordaba el rostro del pequeño omega completamente rojo y lleno de lágrimas rodando abajo hasta sus mantas, como ni siquiera era capaz de hablar producto del incontrolable sentimiento. Ese niño al que tanto quería se estaba marchitando poco a poco.

—Está bien, has logrado que coma más que dos pedazos de manzana picada. Te lo agradezco mucho—sonrió dulcemente—. Aunque me gustaría pedirte una última cosa...

—¿Qué es?—preguntó curioso. A Sungwoon no le importaba quedarse unas horas más si era para ayudar a Yangmi, empatizaba con ella y podía imaginarse el caos que debía estar pasando estos últimos días, además, la adoraba demasiado como para negarle algo.

La omega suspiró un poco y apuntó hacia el patio trasero donde estaba Jimin sentado frente a una mesa de campo. Sungwoon comprendió casi de inmediato a lo que se refería la mujer y su pulso no hizo más que dispararse hacia el punto más alto.

PELIGRO CRUZANDO LA CALLE ✧ JIKOOK - 지국 FANFICOnde histórias criam vida. Descubra agora