CAPITULO 12

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 De cómo Galaor se combatió con el gran gigante, señor de la peña de Galtares.

 Al gigante fueron las nuevas y no tardó mucho, que luego salió en un caballo y él parecía sobre él tan gran cosa que no hay hombre en el mundo que mirar lo osase, y traíaunas hojas de hierro tan grandes que desde la garganta hasta la silla que cubría y un yelmomuy grande y muy claro y una gran maza de hierro muy pesada con que hería. Muchofueron espantados los escuderos y las doncellas de lo ver, y Galaor no era tan esforzado queentonces gran miedo no hubiese. Mas cuanto más a él se acercaba más le perdía. El jayán ledijo: —¡Cautivo caballero, cómo osas atender tu muerte, que no te verá más el que acá teenvió y aguarda y verás cómo sé herir de maza.Galaor fue sañudo y dijo: —¡Diablo!, tú serás vencido y muerto con lo que yo traigo en mi ayuda, que es Dios yla razón.El jayán movió contra él, que no parecía, sino una torre. Galaor fue a él con su lanza baja al más correr de su caballo y encontróle en los pechos de tal fuerza que la una estriberale hizo perder y la lanza quebró. El jayán alzó la maza por lo herir en la cabeza y Galaor  pasó tan aína que no lo alcanzó sino en el brocal del escudo y quebrando los brazales y eltiracol se lo hizo caer en tierra y a pocas Galaor hubiera caído tras él y el golpe fue tanfuerte dado, que el brazo no pudo la maza sostener y dio en la boca de su mismo caballo,así que lo derribó muerto y él quedó debajo; y queriéndose levantar, habiendo salido de él agran afán, llegó Galaor y diole de los pechos del caballo y pasó sobre él bien dos vecesantes que se levantase y a la hora tropezó el caballo de Galaor en el del gigante y fue a caer de la otra parte. Galaor salió del suelo, que se veía en aventura de muerte, y puso mano a laespada que Urganda le diera, y dejóse ir contra el jayán que la maza tomaba del suelo ydiole con la espada en el palo de ella y cortóle todo que no quedó sino un pedazo, que lequedó en la mano, y con aquél lo hirió el jayán de tal golpe por encima del yelmo que launa mano le hizo poner en tierra, que la maza era fuerte y pesada, y él, que hería de granfuerza, y el yelmo se le torció en la cabeza, mas el como muy ligero y de vivo corazónfuese, levantóse luego y tomó al jayán, el cual le quiso herir otra vez, pero Galaor, quemañoso era, y ligero andaba, guardóse del golpe y diole en el brazo con la espada tal heridaque se lo cortó cabe el hombro y descendiendo la espada a la pierna, le cortó cerca de lamitad. El jayán dio una gran voz y dijo: —¡Ay, cautivo!, escarnido soy por un hombre solo, y quiso abrazar a Galaor con grandesaña, mas no pudo ir adelante por la gran herida de la pierna y sentóse en el suelo. Galaor tornó a lo herir y como el gigante tendió la mano por lo trabar diole un golpe que los dedosle echó en tierra con la mitad de la mano; y el jayán, que por lo trabar se había tendidomucho, cayó y Galaor fue sobre él y matóle con su espada y cortóle la cabeza. Entoncesvinieron a él los escuderos y las doncellas y Galaor les mandó a los escuderos que llevasenla cabeza a su señor; ellos fueron alegres y dijeron: —¡Por Dios!, señor, él hizo en vos buena crianza, que vos ganasteis el prez y él lavenganza y el provecho.Galaor cabalgó en un caballo de los escuderos y vio salir del castillo diez caballeros enuna cadena metidos que le dijeron:

 —Venid a tomar el castillo, que vos matasteis el jayán, y nos, los que le guardaban.Galaor dijo a las doncellas: —Señoras, quedemos aquí esta noche.Ellas dijeron que les placía. Entonces hizo quitar la cadena a los caballeros yacogiéronse todos al castillo donde había hermosas casas y en una de ellas se desarmó ydiéronle de comer y a sus doncellas con él. Así, holgaron allí con gran placer, mirandoaquella fuerza de torres y muros, que maravillosas cosas les parecían. Otro día fueron allíasonados todos los de la tierra en derredor, y Galaor salió a ellos, y ellos lo recibieron congran alegría diciéndole que pues él ganara aquel castillo matando al jayán que por fuerza ygrande premia los mandaba, que a él querían por señor. Él se lo agradeció mucho; perodijoles que ya sabían cómo aquella tierra era de derecho de Gandalac y que él como sucriado había venido allí a la ganar para él, que le obedeciesen por señor como eranobligados y que él los trataría mansa y honradamente. —Y sea bien venido —dijeron ellos—, que como nuestro natural y como cosa suya propia tendrá cuidado de nos hacer bien que este otro que matasteis como ajenos y extrañosnos trataba.Galaor tomó homenaje de dos caballeros, los que más honrados le parecieron, para quevenido Gandalac le entregasen el castillo y tomando sus armas y las doncellas y unescudero de los dos que allí trajo entró en el camino de la casa del ermitaño, y allí llegado,el hombre bueno fue muy alegre con él y díjole: —Hijo, bienaventurado, mucho debéis amar a Dios, que Él os ama, pues quiso que por vos fuese hecha tan hermosa venganza.Galaor, tomando de él su bendición y rogándole que le hubiese memoria en susoraciones, entró en su camino. La una doncella le rogó que le otorgase su compañía y laotra dijo: —No vine aquí sino por ver fin de esta batalla, y vi tanto, que tendré que contar por donde fuere. Ahora quiero me ir a casa del rey Lisuarte por ver un caballero, mi hermano,que allí anda. —Amiga —dijo Galaor—, si allí vieres un caballero mancebo que trae unas armas deunos leones decidle que el doncel que él hizo caballero se le encomienda. Y que yotrabajaré de ser hombre bueno y si le yo viere decirle he más de mi hacienda y de la suyaque él sabe.La doncella se fue su vía y Galaor dijo a la otra que pues él había sido el caballero quela batalla hiciera que le dijese quién era su señora que allí la había enviado. —Si lo vos queréis saber —dijo ella—, seguidme y mostrárosla he aquí a cinco días. —Ni por eso —dijo él— quedaré de lo saber, que yo os seguiré.Así anduvieron hasta que llegaron a dos carreteras y Galaor, que iba delante, se fue por la una pensando que la doncella fuera tras él, mas ella tomó la otra y esto era a la entrada dela floresta llamada Brananda, que parte el Condado de Clara y de Gresca y no tardó muchoque Galaor oyó unas voces diciendo: —¡Ay, buen caballero, valedme!.Él tornó el rostro y dijo: —¿Quién da aquellas voces?.El escudero dijo: —Entiendo que la doncella que de nos se apartó. —¿Cómo —dijo Galaor—, partióse de nos?. —Sí, señor —dijo él—, por aquel otro camino va. —¡Por Dios!, mal la guarde.Y enlazando el yelmo, y tomando el escudo y la lanza, fue cuanto pudo donde las vocesoía y vio un enano feo encima de un caballo y cinco peones armados con él de capellinas yhachas y estaba hiriendo con un palo que en la mano tenía a la doncella. Galaor llegó a él ydijo: —Ve, cosa mala y fea. Dios te dé mala ventura.Y tomó la lanza a la mano siniestra. Y fue a él, y tomándole el palo diole con él talherida que cayó en tierra todo aturdido, los peones fueron a él e hiriéronlo por todas partesy él dio a uno tal golpe del palo en el rostro, que le batió en tierra e hirió a otro con la lanzaen los pechos que le tenía metida la hacha en el escudo y no la podía sacar, que le pasó dela otra parte y cayó y quedó en él la lanza y sacó la hacha del escudo y fue para los otros,mas no le osaron atender y fueron por unas matas tan espesas que no pudo ir tras ellos, ycuando volvió, vio cómo el enano cabalgara y dijo: —Caballero, en mal punto me heristeis y matasteis mis hombres, y dio del azote alrocín y fuese cuanto más pudo por una carretera. Galaor sacó la lanza del villano y vio queestaba sana, de que le plugo. Y dio las armas al escudero y dijo: —Doncella, id vos adelante y guardaros he mejor.Y, así, tornaron al camino, donde a poco rato llegaron a un río que había nombre Bran yno se podía pasar sin barco. La doncella que iba delante halló el barco y pasó de la otra parte y en tanto que Galaor atendió el barco llegó el enano que él hiriera y venía diciendo: —A la fe, don traidor, muerto sois y dejaréis la doncella que me tomasteis.Galaor vio que con él venían tres caballeros bien armados y en buenos caballos. —¿Cómo —dijo el uno de ellos—, todos tres iremos a uno solo? Yo no quiero ayudaninguna.Y dejóse a él ir lo más recio que pudo y Galaor que ya sus armas tomara fue contra él ehiriéronse de las lanzas y el caballero del enano le falsó todas sus armas, mas no fue laherida grande y Galaor hería bravamente que lo lanzó de la silla, de que los otros fueronmaravillados y dejáronse a él correr entrambos de consuno y él a ellos y el uno erró sugolpe y el otro hizo en el escudo su lanza piezas y Galaor lo hirió tan duramente que elyelmo le derribó de la cabeza y perdió las estriberas y estuvo cerca de caer; mas el otrotornó e hirió a Galaor con la lanza en los pechos y quebró la lanza y aunque Galaor sintió elgolpe mucho no le falsó el arnés; entonces metieron todos mano a las espadas ycomenzaron su batalla y el enano decía a grandes voces: —Matadle el caballo y no huirá, y Galaor quiso herir al que derribara el yelmo. Y elotro alzó el escudo y entró, por el brocal bien un palmo y alcanzó con la punta en la cabezaal caballero y hendiólo hasta las quijadas, así que cayó muerto. Cuando el otro caballero vioeste golpe huyó, y Galaor en pos de él e hirióle con su espada por cima del yelmo y no lealcanzó bien y descendió el golpe al arzón de zaga y llevóle un pedazo y muchas mallas delarnés, mas el caballero hirió recio al caballo de las espuelas y echó el escudo del cuello por se ir más aína. Cuando Galaor así lo vio dejólo y quiso mandar colgar al enano por la pierna, mas violo ir huyendo en su caballo cuanto más pudo y tomóse al caballero conquien antes justara que iba ya acordando y díjole: —Caballero, de vos me pesa más que de los otros, porque a guisa de buen caballero osquisisteis combatir, no sé por qué me acometisteis que no os lo merecí. —Verdad es —dijo el caballero—, mas aquel enano traidor nos dijo que le hirierais sushombres y le tomarais a fuerza una doncella que se quería con él ir.Galaor le mostró la doncella que lo atendía de la otra parte del río y dijo:

AMADIS DE GAULAWhere stories live. Discover now