41. Hospital

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Narra ____

Llegó el momento de la verdad. Miré al frente mientras agarraba el pomo y busqué con los ojos la camilla para ver en ella a Torrente tumbado en ella.

- ¿Qué pasa aquí? - le habitación estaba repleta de agentes.

- Hola. - se acercó a mí Viktor.

- Pensé... que te había pasado algo. - mostré tristeza en el rostro.

- Perdón por no explicarte nada y solo meterte prisa, creíamos que iba a ser algo peor. - me agarró de los hombros.

- ¿Qué te ha pasado, Torrente? - le miré mientras le hacía un gesto con la cabeza.

- Ha habido un percance en una misión. - me mostró su brazo enyesado.

- ¿Te han disparado?

- Más o menos. - rió. - Me he caído porque... Mejor dejémoslo, que sino te vas burlar de mí igual que ellos. - volvió a soltar una carcajada.

- Idiota. - hice su mismo acto.

- ¿Cómo dormiste? - sentí una voz grave en mi oído.

- Bien. - sonreí ligeramente y me giré.

- Bonito coche. ¿Es tuyo? - habló irónico mirando por la ventana hacia su coche.

- Sí, es nuevo. - le seguí el juego.

- Pues me tendrás que llevar en él a dar una vuelta. Para darle el visto bueno, me refiero.

- Vamos. Diles que tienes que ir a arreglar algo en comisaría.

- ¿Me lo dices enserio?

- Claro, nunca más vas a tener oportunidad de verme conducir tu Audi.

- ¿Ah, no?

- No, porque dudo que después de esto me lo vuelvas a prestar. - reí.

- Señores, quédense con Torrente hasta saber qué dice el médico, yo debo irme.

- Páselo bien con su novia, Súper. - se metió Leónidas. Conway sacó la porra.

- Guárdala, estamos en el hospital. - hablé en un tono de voz bajo. Este me hizo caso.

- Tenga cuidado con mi sobrina. - miró Volkov a Jack. - Y contigo tengo que hablar sobre esto. - se dirigió ahora a mí.

- Aprovechad que estáis aquí y no puedo daros un porrazo, pero cuando estéis de nuevo en el cuartelillo, veréis.

- Anda, vámonos ya. - le cogí del brazo y lo saqué a rastras. Lo apoyé contra la pared exterior del hospital, cerca del parking.

- Debes aprender a controlarte. - hablé sobre sus labios.

- Contigo no. - terminé de pegarme a él, besándole de forma apasionada.

- ¡Vivan los novios! - se oyó desde una cristalera de un quinto piso. Era Leónidas gritando.

- Deja que te coja, capullo.

- Mi ascenso, súper.

- Esta vez si que te voy a ascender, pero a los cielos, del porrazo que te voy a dar.

- Vamos, ya está bien. - le sujeté del hombro y le metí al coche.  - ¿Por qué te enfada tanto que nos vean juntos? -  hablé abrochándome el cinturón.

- No es eso.

- Entonces, ¿qué pasa? ¿Te doy vergüenza?, ¿o te lo da sentir afecto por mi?

- _____, no es eso y lo sabes. No me hagas hablar, por favor.

- Es que quiero que hables, ¿no lo entiendes? A mi también me duele que me traten así. Necesito que me digas qué es esto.

- ¿El qué?

- Lo que quiera que seamos.

La sobrina de VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora