P r e s a g i o

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Mini maratón 1/3

Algún tiempo antes

Y así fue como comenzó todo, como un camino desigual y quebrado que permanece siempre cambiante, pero al mismo tiempo estático. Era como ver un documental sobre la evolución humana, sobre el desarrollo y adaptación.

Primero hubo demasiado ruido. Pesado y ensordecedor, era incluso molesto. Pero era esa clase de ruido que solo dejas pasar porque es demasiado cotidiano y sueles escucharlo todos los días, las sirenas de las ambulancias, las patrullas, los helicópteros y el hombre de traje azul en la televisión hablando sobre temas que la gente conoce, pero que siempre deciden ignorar. Porque no es relevante en sus vidas, porque solo piensan que su comodidad es demasiada como para preocuparse por el calentamiento global, la sobrepoblación, o las múltiples crisis en el mundo. Y esa clase de ruidos no asustan, no siembran pánico, al fin y acabo los escuchas todos los días.

Pero he ahí donde nace el problema, cuando todos esos sonidos se acumula y se repiten sin parar durante diez días completos. Y justo eso fue lo que necesitó el mundo para caer en la devastación y rendirse ante el temor, solo diez días. Después de ese tiempo ya no pudieron ignorar más los ruidos.

Lo que vino después fue incluso peor.

El silencio.

Ese que les recordaba a los humanos que estaban perdiendo la batalla contra ellos mismos. Ya no había sirenas, ni helicópteros, ya no había gritos. Solo un incómodo| y devastador silencio que recorría las calles en las ciudades, las personas observaban desde sus ventanas el mundo solitario, otras simplemente se veían obligadas a callar para evitar morir. Esos meses fueron los más largos y tortuosos, los días transcurrían lentos y fríos.

La humanidad se apagaba, mientras algunos morían, y otros simplemente se rendían. Jungkook sentía que perdería la cabeza en cualquier momento, con la falta de alimento, con la falta de sueño y con la esperanza marchitándose en su interior.

El departamento era pequeño, demasiado pequeño. Quizá cuando el mundo era normal no vivirían más de dos personas cuando mucho. Un cuarto, un pequeño baño y media cocina, eso era todo. Y aun así se las arreglaron para pasar más de cinco meses en ese lugar.

No es como si pudieran salir de todos modos. Todo ya iba bastante mal cuando el gobierno declaró cuarentena obligatoria, y Jungkook pensó que era una completa estupidez, la gente estaba muriendo, ya no podían controlar la situación, y en el fondo sabía que, si no había personas vivas en las calles, era porque en realidad no las había en ninguna parte.

Azotaba pleno invierno, la comida se les estaba terminando, el agua escaseaba y la temperatura iba por los -3° C, habían tratado de estirar las provisiones lo más que podían, pero la situación era deplorable. Jungkook solía observar a Jimin mientras este dormía, era una costumbre que se había formado en las últimas semanas. De alguna manera contemplar el rostro apacible del chico le hacía pensar que quizá las cosas mejorarían en algún momento. Era increíble que a pesar de todo Jimin le siguiera sonriendo por las mañanas.

—Supongo que ahora adoro los tallarines, lástima que es la última —dijo Jimin abriendo una pequeña lata.

Jungkook le lanzó una mirada y luego abrió un poco las cortinas para observar el perímetro fuera. Fue complicado ya que las habían cubierto con pedazos de periódico y cartón. La claridad apenas entraba, era peligroso que alguien los viera, pero de vez en cuando era bueno dejar entrar un poco de luz.

—¿Te toca vigilar hoy? —habló una vez más.

—Sí, iré a revisar si las cubetas almacenaron algo de agua. —Jimin asintió, pero luego se quedó pensando.

HECATOMBE (Apocalipsis I)- KOOKMIN Where stories live. Discover now