Capítulo Treintaiseis

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  Las palabras de mi hermana me pesaron durante todo el trayecto de vuelta. Odiaba que creyera que la estaba vendiendo, que la estaba poniendo en peligro cuando habría dado mi propia vida por ella.

La limusina estacionó en la entrada de la mansión. Bajé, con Cornelius detrás de mí. La puerta de entrada estaba iluminada y había una silueta, de pie, apoyada contra el marco se recortada sobre ella.

– Tan previsible– suspiró Cornelius entre dientes, soltando un suspiro.

No le hice caso y avancé un poco más, hasta que finalmente me di cuenta que se trataba de Cedric. Tenía una pequeña sonrisa en los labios, parecía algo apagado, a pesar de que no sabía el porqué.

Sin embargo, en cuanto nuestros ojos se cruzaron, levantó las cejas y me miró con su cara insolente de siempre.

– ¿No podías vivir sin mí? – me dijo cuándo me detuve delante de él.

– Ya... Apártense– nos interrumpió Cornelius poniendo los ojos en blanco y empujándonos para dejarlo pasar.

Peter cerró la puerta a sus espaldas y se marchó a la cocina.

– Volviste–

– Fue lo que dije todo el tiempo...– dije entrecerrando los ojos para mirarlo.

– ¿Cómo te fue? – me preguntó rascándose la nuca.

– Mmm... Digamos que vendrá dentro de tres semanas, eso es todo lo que necesitas saber–

– ¿Y el resto? – continuó insistiendo él.

– El resto es que no te cree, piensa que todos quieren matarla y que yo soy una idiota traidora– dije con el ceño fruncido, mientras sentía un nudo en el estómago.

– Lo siento...– Cedric se mordió él labio y yo me encogí de hombros.

– Sí, claro– me burlé y comencé a caminar hacia las escaleras, pero él me tomó ágilmente del brazo y me tiró hacia sí mismo.

– No, April. En verdad lo siento– me dijo clavando su mirada en la mía– si hubiese algo pudiera hacer...–

– Pero no es así– dije sin poder despegar mis ojos de los suyos– me creerá cuando cumplan con su parte–

– ¡Miren quién volvió! – dijo Emily, bajando las escaleras – qué lástima– suspiró– Cedric ven conmigo, necesito hablarte–

Cedric soltó mi brazo, y tardó un par de segundos más en apartar la mirada de mí. Pero finalmente lo hizo y la siguió a la cocina.

Juro que no era mi intención escuchar aquello... Pero o bien estaban gritando y podía oír su conversación desde los sillones junto a la escalera, o mi oído estaba desarrollando una nueva habilidad, porque se oía todo a la perfección.

– ¿Qué quieres Emily? – le preguntó él con tono bastante irritado.

– Estuve pensando mucho desde que regresé... Y.... quiero pedirte disculpas por todo lo que te hice...–

– Interesante... Te acordaste de pedir perdón por algo de hace cuarentaicinco años...– se burló él– ¿Qué sucedió para que decidieras que era el momento? –

– Pues, lo que pasó... Es que yo nunca quise usarte... Es decir... Bueno, sí quería que me convirtieras, pero sí sentía algo por ti... Antes de que lo hicieras y también después–

"¡Ja! ¡Ja! Sí, claro", pensé yo internamente, aunque no podía salir de la nada y meterme en aquella conversación.

– Emily, no seas ridícula, desapareciste después de eso. Claro que no sentías nada por mí, y está bien, porque ya no me interesa–

Luna de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora