Capítulo 36

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Habían pasado un día desde que comentaron su marcha, Tom intentó explicárselo a Eliza de la manera más delicable que pudo pero por las constantes desvíos de tema que hacía la pequeña no logró decirle; se encontraba en el cuarto prestado viendo que llevaba todo en una mochila que Sarah le había dado, no sabía como se lo podría agradecer con todos esos cuidados que le había dado además de la ropa prestada que le hacía sentir como nuevo. Aún tenía esos momentos en los que su vista se volvía borrosa pero había logrado sobrellevarlos, aunque todavía esos momentos donde su vista se volvía pura negrura y ante esto solo tenía que ser paciente para que se pasara, realmente no le gustaba no ver.

Colocó la comida enlatada en la parte base de la mochila ya que si saliera algo mal podría utilizarlo como arma además de que así no se caería de lado, la poca ropa que tenía se encontraba encima ocultando la comida además de que así podía acomodar algunas vendas encima; le preocupaba un poco que Sarah le hubiera dado mucho pero la mujer le insistía que no pasaba nada y que ellas se encontraban bien de comida. Pero también le preocupaba su estado, últimamente la había visto muy cansada aunque era normal si se encargaba de una niña, del cuidado de un hombre enfermo y también preparaba la habitación de la futura personita que vendría en quién sabe cuándo.
El suave sonido de unos pasos viniendo con cierta prisa le hizo voltear su mirada hacia la entrada para encontrarse con Eliza que tenía una sonrisa en su rostro.

-¿Vamos a jugar? -Le preguntó dando unos pequeños saltos en su sitio.

-Eliza... -Soltó un breve suspiro apenado antes de acercarse a ella y revolverle el pelo- Me temo que hoy no podremos jugar...

-Oh -la nombrada dejó de dar saltitos y su rostro cambió a uno con un deje de preocupación- ¿estás malito?

-No, no es eso. -Se puso de cuclillas delante suya- Es solo...

Miró los ojos oscuros de la pequeña que esperaba que siguiera, se le hacía un poco mal contarle la noticia pero era eso o no decir nada y prefería contarlo.

-Allí afuera hay una persona que me espera -empezó a decir con lentitud-, él puede encontrarse en peligro o no pero debo ir en su búsqueda... Me alegra mucho haber pasado tiempo contigo y con tu madre, ¿la cuidarás bien?

Eliza se le había quedado mirando con sus ojos ahora cristalinos pero al final acabó abrazándolo con algo de torpeza.

-Siempre lo he hecho.

El de cabello extravagante dio una leve sonrisa antes de poder corresponder a la acción.

-Me alegra escuchar eso.

Se quedaron durante unos momentos así, en silencio, disfrutando del último momento donde se verían o hasta que volvieran a verse. Se tuvieron que separar dejando que Tom se levantara de su lugar y regresara sobre sus pasos para cerrar la mochila y echárselo en la espalda; asió las correas mirando a la pequeña que sonreía con lágrimas todavía en los ojos, la ayudó a secarselas antes de salir del cuarto.

Sarah le esperaba en la cocina con una tranquila sonrisa en su rostro, se acercó a él y le dio una palmada en el hombro.

-En circunstancias mejores a lo mejor podrías venir a visitarnos de vez en cuando. -Comentó abriendo la puerta dejando que Tom saliera primero.

-Eso también espero. -Concordó el de lentes siendo seguido por Eliza y la madre.

Al salir divisó un vehículo a su derecha pero se trataba del que utilizaba para ir al pueblo así que no había nada de lo que alarmarse, lo acompañaron hasta llegar finalmente al principio de la calle de tierra que estaba bañado de nieve por los laterales. Se detuvo para mirar a la pequeña familia con una sonrisa.

-Gracias.

-Primero ayuda en acabar con la Armada Roja y nos volveremos a ver. -Sarah colocó sus manos en su barriga con cuidado mientras sonreía con una leve mueca.

-Si ves a papi, dile que estamos bien. -Habló Eliza rebotando en el pequeño salto ansioso que dio.

El de lentes asintió de acuerdo antes de despedirse por última vez y darse la vuelta. Se encaminó por la pequeña calle que se empeñaban a limpiar de la nieve, se sentía como una persona nueva y llena de energía; sentía la capacidad de poder enfrentarse a cualquiera que se interpusiera en su camino.
Aunque nada más llegar al principio del bosque de pinos pelados escuchó un gemido de dolor; se volteó alertado por el grito pero vio como Sarah se abrazaba la parte baja de su barriga mientras que Eliza intentaba mantenerla en pie. Corrió a su ayuda y la agarró por el otro lado, al bajar su mirada vio como los pantalones de la mujer se encontraban mojados; acababa de romper aguas.

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¿Alguien se ha dado cuenta de que mis historias siempre acaban alrededor del número 40? :D

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