Capítulo V - Necesitamos Hablar

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Los días transcurrieron

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Los días transcurrieron. Y por consecuente, el rizado se fue acostumbrando cada vez más a su nuevo estilo de vida, viviendo como el esclavo sexual de esa bella mujer que lo traía loco por sus roces y su voz.

Ahora era más fácil dejarse llevar cuando la rubia buscaba tocar su cuerpo. De hecho, comenzó a disfrutarlo más que nunca. Claro, era un joven con las hormonas alborotadas, esto era el paraíso para él. Sólo que no contaba con que tarde o temprano Adeline se hartaría de esta monótona rutina.
...

Esta vez, no fue muy difícil llevar a el rizado a la cama. Él simplemente se acostó en esta, esperando ser tocado por esas manos mágicas que lo hacían llegar al mismo cielo. No iba a negarlo. La presencia de la de ojos azules aún seguía poniéndolo nervioso y lo hacía apenarse en este tipo de situaciones.

Mientras, Adeline se encontraba pensativa. Estaba aburrida de hacer lo mismo de siempre. Acariciar al rizado al mismo tiempo que tocaba su propio cuerpo, saciando un poco sus deseos carnales; pero aún así, no era suficiente. Necesitaba más.

Luego de un juego previo lleno de roces ardientes y besos cubriendo la piel del rizado, ambos estaban muy calientes. Ambos semidesnudos.

Michael estaba esperando simplemente ser manoseado, como era la costumbre. Sólo que la rubia parecía tener otros planes en mente. Ya que se acomodó en la cama de piernas abiertas, confundiendo al moreno, quien no paraba de mirarla.

Sin saber cómo pasó, la cabeza de Jackson ya se encontraba entre las piernas de la mujer, quien lo fue guiando hasta allá abajo.

—Vamos, pequeño —habló Adeline mirando a su esclavo—. No tengas miedo.

Le incita con una voz pícara. El rizado no comprendía muy bien lo que quería, pero se esforzaría por seguir sus órdenes.

Los largos dedos del rizado se dirigieron al borde de la ropa interior de la chica, bajándolos de un tirón. Al ver su vagina no pudo evitar sonrojarse. Esta es la primera vez que veía los genitales de una mujer sin ser de esas fotografías educativas que miraban en su escuela.

Cuando lo vio no identificó una de las partes de su órgano sexual. ¿Dónde se suponía que estaba el clitorís?

En los libros de texto se veía mucho más sencillo de encontrar, con líneas y nombres a los costados.

—¿Qué es lo que esperas, pequeño? —. Se ríe la chica al ver a Jackson estático, sin siquiera parpadear.

El moreno reaccionó. Debía de complacer a su dueña. ¿Pero cómo debía hacerlo?

Michael comenzó por meter uno de sus dedos dentro de ella, lo cual fue un grandísimo error de principiante, pues no había lubricado su dedo antes de meterlo, causándole un molesto dolor irritante a la chica.

Y todo empeoró cuando Jackson empezó a meter y sacar el dedo que estaba dentro de ella. Lo hacía porque había escuchado que sus hermanos hacían eso, pues los oía cuando comentaban sobre las chicas con las que se acostaban.

—Ahg, lindo —se quejó la rubia—. No sigas.

El rizado, obediente se detuvo. ¿Qué había pasado?

—Lo haces fatal —. Le mencionó con una sonrisa en el rostro, tratando de no hacer sentir tan mal al contrario.

—P-Perdón —se disculpó avergonzado—, es que es la primera vez que hago esto.

—Sí, lo supuse.
...

Al siguiente día, la rubia había citado al menor a su habitación con el pretexto de que "necesitaban hablar".

Esta frase Michael la había escuchado muchas veces en las conversaciones con sus hermanos. Ellos decían que cuando una chica te decía eso no significa nada bueno. Por lo que estaba demasiado nervioso.

—Michael, he estado pensando —dice Adeline un tanto decaída—. Yo quería contratar a alguien con más experiencia que fuera capaz de hacerme olvidar a mi ex-novio, pero tú...

—¿Me estás despidiendo? —. Le cuestiona el rizado entre sollozos, con las lágrimas amenazando en salir de las cuencas.

—Siento que eres muy joven para mí, pequeño —. Responde en un suspiro, triste por el chico.

—No lo hagas, por favor.

Ruega el rizado. Y para este punto ya estaba llorando mientras la abrazaba fuertemente.

Adelante sintió mucha lástima por él, pero tirar el dinero a la basura es algo que no podría permitirse.

—Necesito el dinero, por favor —. Se lamentó desesperado.

—Puedes hacer que otra chica te contrate —. Opinó viéndolo con compasión.

—Pero nadie me va a tratar tan bien como lo haces tú —murmuró el rizado bajando su mirada, limpiando sus lágrimas—. Si me hubiera tocado ser esclavo de otra chica de seguro ella ya me hubiera obligado a tener sexo.

Eso dio justo en el corazón de la rubia. Michael era tan tierno, y de cierta forma tenía razón. No todas las chicas serían tan gentiles con él.

—Por favor —siguió suplicando con las palmas de las manos juntas—, puedo aprender a complacerte.

Tal vez se había precipitado al pensar en despedir al rizado. Adeline no había considerado esa opción y, de hecho, esa era una muy buena idea. Enseñarle a Jackson como debía de tocarla.

—Bien, tus clases comienzan mañana a las cinco de la tarde.

—¿Eh?

—Te enseñaré a como complacerme.

—Te enseñaré a como complacerme

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Esclavo | Michael Jackson [Erótica] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora