30 - ¡Damn Lena!

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Hacía tres años que se habían reencontrado en aquella cafetería favorita de Lena y ya hacía dos años en los cuales eran pareja, también conviviendo juntas en un nuevo lugar con el suficiente espacio para las dos y el Golden Retriever de cuatro meses recién adoptado.

Kara dejó su ciudad cinco meses después de estar yendo y viniendo de Londres a Leeds sólo porque quería verla todo el tiempo, hasta que decidió mudarse a su hotel de Leeds porque se negaba a perder a Lena otra vez.
Un año después, Lena le tiró la idea indirectamente de una casa para las dos y no sé cómo, pero Kara captó eso.

En dos meses de aquel nuevo año, se la pasaron buscando algunas casas que fueran de su agrado y quedaran cerca tanto como del hotel de Kara a los trabajos de Lena. Por supuesto, de la cafetería también.
Cuando estaba a punto de terminar el segundo mes, una de las casas que tenían como opción la habían dejado libre y volvieron a ir para verla. Kara se decidió primero porque le encantaba aquel espacio y Lena tardó un poco más, porque se la pasó mirando toda la casa con detalles. Literalmente.

Hasta que dio una respuesta afirmativa y Kara festejó levantándola mientras la llenaba de besos olvidando que estaba la señora que les mostraba la casa detrás de ellas.

Así que aquí estaban las dos, felices con su casa, con su perro, los trabajos y entre ellas. ¿Tenían discusiones?

Oh, absolutamente sí. Como toda pareja normal, nada más que cuando Lena se enfadaba con exageración, Kara no podía resistirse a ir a buscarla corriendo para llenarla de besos por toda la cara porque Lena se veía, en sus palabras, jodidamente adorable cuando su cara mostraba un enfado no tan serio e infantil.

Pero ahora la que estaba encaprichada era Kara, no Lena.

— ¿Qué se siente tener treinta, mi amor? — se burla Lena llenándola de besos.

Kara bufa y se cruza de brazos.

— Oh, vamos, es inevitable que no los cumplas. — vuelve a hablarle Lena.

Krypto ladra a su lado. Estaban los tres en la cama, recién se habían despertado, en realidad sólo Kara y Krypto porque Lena se había levantado mucho antes para hacerle un desayuno sorpresa a su novia.

Que cursi.

Saliendo de la posición de brazos cruzados, decide empezar a comer un panqueque de la bandeja que se encontraba frente a ella.

— Déjame. Puedo hacer como si todavía tuviera veintinueve. — habla Kara.

Lena frunce sus labios evitando reírse. — Está bien...

Pero Kara no se iba a quedar callada. — Cuidado, habla la que tiene veintisiete! ¡Pero que mujer jovencita! — dice sarcásticamente.

Krypto ladra, como si estuviera callando a una de sus madres porque no quería que discutieran por puras estupideces.

— Mírate, ya empiezas. Él te está callando, sabe lo que es mejor para ti. — sonríe Lena.

Lo único que hace Kara es poner sus ojos en blanco y seguir comiendo su panqueque.

— ¿Me dejas probar? — le pregunta Lena, mientras tomaba su latte.

— No.

Sonríe. — ¿Al menos están ricos? — pregunta con curiosidad.

— No.

— ¿Y por qué te acabas de terminar el segundo?

— Porque sabe horrendo. — contesta Kara, comiendo el tercer panqueque.

Lena la molesta más. — Entonces, puedes dárselos a Krypto. Estoy segura de que los disfrutará.

— No. Le hará mal, le estoy haciendo un favor y me los como por él.

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