Capítulo 6

193 24 4
                                    


''Quizás sea invisible y otra basura más para la sociedad, pero tengo corazón.''


La semana pasó, pero los cortes, golpes e insultos seguían. Irene no se detendría nunca, y lo único que le importaba era ver mal a Mina. Disfrutaba eso como cualquier persona disfruta de estar rodeada de esa persona que ama tanto... Sana todas las veces, defendió a Mina de la mejor manera, apenas se conocían y ella le ayudaba en todo.

Sana tenía una personalidad muy fuerte y era realmente muy hermosa así que, nadie le diría nada. Una que otra vez, ella dejaba sin habla a Irene con sus palabras, Mina se había encariñado de su persona, desearía ser así. Mina tenía su cabeza colgando desde la cama mientras que veía a Sana alistarse. Había una fiesta, y la rubia iba a ir, Mina se quedaría en su casa... leyendo un libro o algo. 

Su pelo rubio y largo caía por su espalda con bucles en las puntas. Tenía un vestido negro que le remarcaba su cintura y unos zapatos del mismo color que eran de Mina.
— ¿En serio nunca usaste estos zapatos? —Dijo dándose media vuelta, señalándolos.
Mina negó con la cabeza, y se dio media vuelta recostándose en sus codos.
— ¿Por qué? —Arqueó una ceja.
—No voy a fiestas... No me gusta, Sana.

Se paró de la cama y caminó hacia su ropero. Tenía cientos de vestidos, zapatos y carteras para esas fiestas que suelen asistir los adolescentes... normales. Al abrirlo completamente, la boca de Sana cayó hacia abajo. Dejó los maquillajes sobre el escritorio, y con pequeños saltitos se dirigió al mismo.
Se tiró encima y los abrazó.
Mina soltó una carcajada. La rubia tomó dos vestidos en sus manos y los miró, luego... sonrió. 

— ¡¿En serio?! ¿Tienes a esta belleza y no la sacas a pasear? —Arqueó una ceja y suspiró.
—Quédatelos, no los quiero.
—No, señorita... ¡Usted debe usarlos! —Le tiró el plateado con un hombro descubierto en la cara. — ¿Por qué tienes tantos si no los usas?
Mina hizo un puchero y le sonrió, se acordó de que su madre amaba ir de compras y antes que lo hiciera, le compró un montón de vestidos para salir a todas esas fiestas pero... Nadie sabía que la vida de Mina sería de esa manera. No quería ir a esos lugares porque tenía miedo de que se le rieran en la cara.
—Acompáñame.
—No iré. La gente se reirá de mí Sana. —Se tiró a la cama de nuevo.
Sana suspiró totalmente agotada. Su paciencia lentamente iba dejando su cuerpo, su mente y todo. Llevaría a esa chica a la fiesta si o si, no podría dejarla ahí... Además, Sana quería que Mina empezara a tomar conciencia de que no importa lo que digan los demás.
— ¿Por qué piensas que lo harán? No te conocen, son amigos de mi amiga de otro Instituto.
—No importa, no soy linda como para ir a una fiesta llena de chicos. No entro en esos vestidos.
— ¡Mina! Es tu talla, ¡Vamos, cámbiate! 

Ella negó con la cabeza, no podría vestirse con eso. Sus brazos seguían llenos de marcas por todas las noches en las que se desquitó con ella misma, pero, además... Se sentía insegura.
Una que otra vez, se los probaba y cuando se miraba al espejo, sentía que si alguna vez saldría a la calle ahí, se moriría... Se mataría. 

—No puedo. —Susurró y se le cortó la voz.
— ¿Por qué? ¿Qué te incomoda?
No podía decirlo.
Una lágrima cayó por su mejilla, se llevó una mano y la limpió con la palma de esta.
Se levantó la remera por las mangas, y le mostró sus brazos sin mirarla.
Escuchó su suspiro, y dejó caer sus brazos a sus costados.
—Mina...
—Si vas a decirme que estoy loca, dilo. Si quieres irte ahora por esa puerta porque piensas que soy una estúpida, pues vete... Ya lo sé.


{...}


Sana no fue a la fiesta, y se quedó con Mina toda la noche. Miraron películas, y rieron con todas las ocurrencias de los actores. Se acabaron dos botes de palomitas de maíz, y una pizza que pidieron a media noche que la trajo un chico con el cual Sana coqueteó para no darle propina, este con la baba en la cara solo le pidió su número y ella inventó uno. Mina se olvidó de ir a comprar su nuevo celular, su padre le dijo que debía tener más cuidado por la calle.

«Debería tener más cuidado con la vida en sí.» Ese fue pensamiento en el momento, pero en vez de hablar. Solo asintió y sonrió.

Cuando la película terminó, ambas se secaron las lágrimas de la risa. Mina empezó a tranquilarse, su respiración se volvió normal y sacó las piernas, que estaban arriba de las de Sana, apoyándolas en el piso.
—Gracias.
Sana frunció el ceño, e hizo una mueca con la boca.
—Por quedarte conmigo...
—Apenas te conozco, pero vales más que esa fiesta... Sabes eso, ¿no? —Sonrió, y se acomodó el cabello. —Sé lo que se siente no sentirse conforme con tu cuerpo, ¿crees que esto se logró por arte de magia? Antes tenía unos kilos de más y me decían cosas feas que no quiero recordar... Y hubiera deseado tener a alguien ahí para mí... —Se mordió el labio. —El punto es que... No importa lo que ellos digan, ahora lo veo mejor. —Entrecerró los ojos y sonrió. —Toda la gente que te insulta, lo hace sólo porque no se sienten bien con ellos mismos, no valen la pena. Lo que realmente importante es cuán grande tienes el corazón y Mina tú, además de ser hermosa, eres una gran persona. —Le miró de lado y sus ojos se nublaron.

Mina le miraba detenidamente, sentía que lo que le decía era todo una mentira pero, al ver sus ojos y su sonrisa, supo que no. Tenía a alguien, tenía a una persona para ayudarla, una lágrima bajó por su mejilla, se unieron en un abrazo cariñoso hasta que Sana abrió la boca.
—Dime, Mina... ¿Nayeon te confesó que te quería o algo por el estilo?
Ella se atragantó con la bebida que tenía y empezó a toser.
Cuando recupero la respiración y estaba bien, respondió totalmente aturdida.
— ¿Hablas en serio? —Arqueó su ceja.
—Veo la forma en la que te mira, te observa todas las clases... —Sus labios se juntaron formando una línea fina.
—Lo hace para ver cuándo puede decirme algo para ponerme mal, Sana.
— ¡Eso es mentira! —Le exclamó. —Si te mira es porque le llamas la atención. 

Mina soltó una carcajada sonora y negó con la cabeza al compás de esto. Sintieron una ventana golpearse contra la pared, ambas se asustaron y corrieron para la habitación de Mina, que fue donde se escuchó el ruido. 

Al entrar, se encontraron con Nayeon y su mirada se posó en la rubia, Mina se escondió detrás de ella y cuando escuchó la voz de Nayeon, salió corriendo de ahí, escondiéndose en el baño. Sana entró a la habitación y cerró la puerta.

— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Me mandó Irene. —Respondió sin vacilar, y miró hacia toda la habitación.
—Vete, ahora.
— ¿Está Mina en la casa?
—No, se fue a buscar algo a la casa de los vecinos. —Mintió.
Nayeon caminó hacia ella y la tomó del cuello.
Trataba de seducirla.
—No vas a seducirme, niña. —Le pegó en el hombro, y se separó de la coreana.
—Dile a Mina que, el lunes algo malo le pasará, y será mejor que la rubia hueca, o sea tú —Le señaló—, no se involucre. ¿Vale? 

Dijo esto, y se dio media vuelta saliendo de la habitación por la ventana. Mina escuchaba todo desde la puerta, tenía la oreja apoyada contra la misma. Su corazón se paró y sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas. Su respiración empezó a ser irregular, se tiró al piso y se quedó contra un rincón.
Tenía miedo. 

Tuvo un pensamiento como que... no saldría exactamente bien de la escuela. Se imaginó ambulancias, y policías rodeando la escuela intentando saber quién lastimó a la Estudiante «Myoui Mina.»

Let Me Die - Minayeon [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora