Capítulo 15

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''Quisiera algún día demostrarte que no soy una chica sin problemas, pero tu nombre esta grabado en mi mente.''

Era sábado por la mañana, le había llegado un mensaje de una compañera de curso que decía que debía ir al Instituto para hacer una tarea. Mina cerró su teléfono y buscó sus botas entre sus zapatillas, tomó una cazadora negra y su gorro de lana preferido. Le avisó a su padre que saldría, no le diría que iría al Instituto, por las dudas.

Salió de la casa y hacía mucho frío, demasiado. Volvió a entrar y tomó las llaves del auto de su padre. Entró en el mismo y prendió la calefacción. Iba a llamar a Sana pero se quedó sin crédito, así que esperaría hasta encontrarla allí y arreglar para salir algún lado para que no sea un sábado muy domingo.

Estacionó en el aparcamiento y solo vio un auto pero no lo reconoció. Apagó el motor, se abrochó la cazadora y salió con su morral colgando de su hombro. Abrió la puerta principal y no se escuchó ningún sonido cerca, agarró su teléfono para preguntarle Sana dónde estaban pero, en ese momento, recibió un mensaje de la misma compañera. Emprendió su viaje hacia los vestidores de Educación Física.

Escuchó unas risas en los baños del mismo y al ver salir a Irene con sus amigas detrás, entendió que había caído en la broma que le tenían planeada. Ahora debía enfrentar lo peor. Irene cruzó sus brazos por sobre su pecho y recargó todo el peso en una pierna.
—Nunca creí que fueras tan fácil de engañar. —Dijo mientras caminó hacia ella, y tiró su bolso hacia un lado. —Dame tu celular, quiero saber si le avisaste a Sana. —Extendió su mano. Mina tembló para dárselo.

Tiró el teléfono encima del bolso de Mina con una sonrisa de superioridad. Sus dos amigas caminaron y se colocaron detrás de la castaña. Irene se acercó a Mina y le vio a los ojos con furia. Ella había pensado en salir huyendo de ahí pero sería inútil. Provocaría más enojo en las tres y eso no era bueno.


{...}


Mina tosía tirada en medio del piso, no podía moverse. Se arrastraba por el piso, pero no conseguía nada. Solo provocaba más tos, no respiraba muy bien y tenía la pierna sangrando, Irene había traído la navaja que no usó la anterior vez y le había hecho un tajo.

Salía sangre de su nariz y de su labio superior. Se agarró de la pared para apoyar la espalda contra los azulejos; nunca nada le había costado tanto que aquello. No sentía sus piernas, ni sus brazos, prácticamente, parecía que su cuerpo no estaba ahí.

Las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, estaba con su ropa interior y una blusa cubriéndola. Tenía moretones en la cara y en el cuello. No entendía, no podía entender como existía gente que te lastimara de tal manera, estuvo a punto de morir y ellas solo siguieron, siguieron y siguieron. Tal vez estaba muerta y no lo sabía.

Escuchó pasos a lo lejos y rezó que no entraran a este lugar. No quería tener que dar explicaciones y que luego, Irene se enterara y fuera por ella. Mina nunca le hizo daño a nadie, siempre intentó ser buena con cualquier persona que se le acercara a hablarle, pero ella nunca recibió nada a cambio. No sabía por qué su vida era tan fea, era tan horrible.

Podría llamar a Sana pero, no tenía crédito. Debía arreglarse sola. Estiró su brazo y con una mano sobre la barra donde suelen estar las toallas, se paró. Al estar completamente erguida, se tambaleó y volvió a caer de rodillas. Ahogó un grito y la barra cayó sobre ella, golpeándola.

Las lágrimas seguían saliendo por sus ojos. La puerta empezó a abrirse y una cabeza apareció por detrás sosteniendo la misma. Era Nayeon, le miró a Mina con pena y sintió odio por aquellas personas que le hicieron eso. Sabía que Irene era parte de esto, ella la llamó para que la llevara al colegio y luego la fuera a buscar. No le dijo por qué, pero Nayeon luego, quiso averiguar y se enteró en ese mismo momento.

Mina solo giró su cabeza hacia el otro lado, para no sentir su mirada sobre ella. Nayeon caminó hacía Mina y buscó su ropa entre los espacios del vestidor.
—Dame tus manos. —Pidió Nayeon estirando las suyas.
Mina hizo lo que le pidió y Nayeon la tomó de la cintura, la ayudó a caminar hacia el asiento de enfrente.
—Te ayudaré a vestirte, ¿vale? —Mina solo asintió con la cabeza. No podía hablar. —Mina, no llores, por favor.
Estiró una pierna y luego otra. Ella misma abrochó el botón de su pantalón, cuando terminó de ayudarla, se sentó a su lado. Mina había dejado de llorar pero estaba perdida. Tenía la mente en otro lado, pensó en por qué no se fue. Por qué el mundo la mantenía viva, si no merecía eso. No merecía todo el dolor que le provocaban. Nayeon la abrazó contra su hombro y Mina empezó a llorar inconscientemente. Nunca pensó que iba a hacerlo enfrente de la mayor, pero no podía resistirse, estaba sola. Siempre lo estaría. Era su plan para esta vida.
Quería morir.
Necesitaba morir ahora.

—Dije que esperaba que fuera la última vez que te salvaba. —Separó la cara de ella de su hombro y con su dedo pulgar, limpió sus lágrimas. —Sé que no confías en mí, ni que soy tu ser humano favorito en todo el planeta pero al ser novia de Irene, sé todo y siempre voy a salvarte cuando pase algo, ¿vale?

Mina volvió a asentir. Por un momento, agradeció internamente que ella hubiera estado ahí, pero por otro no. Capaz ese era su momento, para dejar de respirar, para dejar de moverse, para dejar de vivir. Miles de preguntas aparecieron en su cabeza para preguntarle a aquella chica de ojos cafés, que le había ayudado en dos ocasiones importantes.
—Te llevaré a tu casa, ¿está bien?
No podía ir a su casa, su padre estaba ahí, si la veía de esa manera, no podría mentirle sobre que chocó con alguien y se lastimó de tal modo.
—No, está mi padre.
Nayeon se rascó la nuca.
—Mi mamá salió a comprar algunas cosas lejos de la Ciudad, te llevaré a mi casa, y llamamos a Sana, ¿ok?




{...}


Al llegar a su casa, fueron al cuarto de Nayeon, Mina se recostó sobre la cama. Nayeon buscó en el baño: alcohol, gazas, algodón, agua oxigenada. Nunca le pasó de tener que curar a alguien y no sabía qué hacer pero Mina le dijo que no se preocupara. Ella lo haría tranquilamente sola y fue cuando Nayeon entendió que no era la primera vez que pasaba por la misma situación.

Llamó a Sana y ella dijo que iría lo más rápido posible.
—Nayeon, ¿por qué no me dejaste morir en el vestidor? —Preguntó, limpiándose una herida abierta con alcohol. No le dolía, tampoco sentía si ardía o no, tuvo que soportar más dolor que el alcohol sobre una lastimadura.
—Mina, no mereces nada de lo que te está pasando, ¿sabías eso?
— ¿Desde cuándo piensas eso? ¿Desde que viste que me cortaba? —Abrió los ojos y le miró. Era una estúpida.
—No, desde que Irene casi te mata detrás de las gradas. —Respondió apoyándose contra el escritorio.

Bang Chan ayudó a Mina a llegar al auto, se sentaron en el asiento trasero y ella recostó su cabeza en su hombro, él la abrazó por la cintura, acariciándola lentamente.

Sana estaba dentro de la casa de Nayeon, preguntándole quién mierda había sido. Aunque ya sabía perfectamente, pero quería aclarar sus pensamientos.
— ¿Estuviste presente cuando la lastimó?
Nayeon negó con la cabeza frunciendo el ceño.
—Irene me llamó para que la llevase al Instituto y lo hice, luego la fui a buscar. Me pareció raro que ella fuera un sábado y entonces, volví al Colegio, al entrar en los vestidores porque escuché un ruido, la vi. —Llevó las manos a los bolsillos de su pantalón y mordió su labio.
—Te preocupas por ella, ¿no? —Sana sonrió y subió una de sus delicadas cejas.
— ¡¿Qué?! ¿Cómo crees?
Sana dio media vuelta y estaba a punto de salir de su casa cuando ella la detuvo.
—No le digas.
—No es necesario, eres muy obvia, Nayeon. —Frunció los labios. —Por cierto, gracias.

Mientras tanto, Chan acariciaba el brazo de Mina. Ella estaba quedándose dormida, cuando sintió los labios de él sobre su cabeza. Levantó la vista cuando le sintió, Chan sonrió de lado y Mina quiso besarle. Necesitaba un beso de él para aliviar el dolor, quería, por primera vez, probar sus labios. Observó los mismos, luego sus ojos y así dos veces más hasta que él se atrevió a entrelazar sus bocas.

Sana salió de la casa de Nayeon y vio tal escena. Nayeon estaba detrás de ellay también pudo ver lo que pasaba dentro del auto. La coreana estaba tensa, aligual que su mandíbula. La rubia giró su cabeza y miró como observaba hacia elcoche.
— ¿Quieres que tampoco le diga que estas enamorada de ella?
Nayeon no respondió, Sana corrió hacia el mismo y la mayor se quedó mirandoperpleja al automóvil.

Let Me Die - Minayeon [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora