Honor.

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Cuando Sooyoung se despertó, Jiwoo ya no se encontraba a su lado. Ignorando el sueño se levantó, buscando con la mirada a la de la sonrisa de ojos pero era inútil, su omega no estaba.

Un relámpago sonó a la distancia.

Algo estaba mal.

Sooyoung podía sentirlo, cada parte de su cuerpo estaba alerta y su loba gruñía con desesperación en su interior.

Respiro.

—Mierda —susurro y sin siquiera pensarlo, salió corriendo de aquel lugar.

Miedo, la cabaña estaba llena de aquel aroma, ese desesperante aroma que soltaba su omega cuando se sentía amenazada. Pero había algo más, algo que podía reconocer hasta con los ojos vendados, una esencia que lo había acompañado desde que era solo una bebé, que sentía todas las mañanas al bajar las las escaleras, insultando a Jennie o preparando regañadientes el desayuno.

Jinsoul.

La lluvia la empapo pero no le importo, corrió por el bosque, sabiendo de sobra que por la culpa de las gotas de agua deberían hacerle más difícil rastrear el aroma de Jiwoo. Pero no lo fue. Era como si su loba la obligará a moverse exactamente a una dirección... la alfa tan solo esperaba que ese fuese el camino correcto.

—Sooyoung te va a odiar de esto.

Jiwoo.

Dejó de correr y decidida se escondió entre los árboles, sintiendo su corazón detenerse al ver la escena frente a sus ojos. Ahí estaba su madre, apuntándole con un arma a la única persona que amaba más que su propia vida, mientras, cinco otras alfas las rodeaban, jueces de la injusticia que se estaba a punto de cometer.

—Lo tengo claro —dijo Jinsoul —Pero ella entenderá, podrá demorarse pero lo hará.

Sooyoung tenso su mandíbula con rabia. No, si le quitaba a Jiwoo, Sooyoung nunca perdonaría a su madre, sin importar que esta la metiera en un manicomio o asesinara. No podía vivir sin la castaña y sabía que Jiwoo tampoco podría sobrevivir sin ella.

Jinsoul apretó más el arma y apuntó.

La rabia lleno el cuerpo de la menor antes que cualquier pensamiento racional.

Debía proteger a su omega.

Con rapidez corrió contra Jung y antes que cualquiera de las alfas pudiese salir del asombro le quitó el arma, logrando que ante el movimiento brusco esta se disparara. Sooyoung se tenso y no pudo evitar girar su rostro hacía Jiwoo. La omega se tambaleo pero ningún grito salió de sus rosados labios.

La bala le había rozado la pierna.

Sooyoung ni siquiera pudo acercarse a la omega cuando ya estaba recibiendo un puñetazo directo en la mejilla.

—Puta traidora —alcanzó a escuchar por parte de una de las alfas antes de recibir otro golpe, esta vez en el pómulo.

Ha ni siquiera pestaño.

Cerrando el puño con fuerzas le asentó un puñetazo a su golpeadora, directo en el estómago. La tipa se doblegó ante el dolor pero logró pararse, siendo detenida de inmediato por Sooyoung.

—¡Jiwoo, corre! —ordenó, la alfa sabía que podía ganar un poco de tiempo, eran cinco tipas pero lo haría, dejar a Jiwoo no era una opción.

No esta vez.

Debía distraerlas.

Pero la omega no se movió, presa del pánico.

—¡Jiwoo debes huir, luego te encuentro! —volvió a gritar tomando con su brazo a otra alfa, impidiendo de cualquiera se le acercara siquiera un poco a la omega —¡Vete!

Jiwo obedeció.

Saliendo del trance corrió al oscuro bosque, mientras se protegía con la misma caperuza roja que su madre había usado, buscando la forma de huir de aquellas alfas, sintiendo un abrasador dolor en el pecho al tener que dejar atrás a la pelinegra.

Pero no había opción, nunca la hubo.

Así que corrió, huyó hacía el bosque de la misma forma que años atrás había huido su propia madre, de la misma forma en la que millones de omegas ya habían tratado de huir con o sin sus alfas.

Jiwoo no sabía.

Claro que no sabía, ella era muy inocente.

Habiendo sido privada desde el inicio de las atrocidades cometidas por los alfas parecía más una niña jugando con las ropas de un adulto, tomando un lugar que no le correspondía, sintiéndose igual de indefensa que cuando era bebé.

Jiwoo no entendía.

Así que eso explicaba las acciones de la chica de la caperuza roja, con la costumbre de meterse en la casa de la loba cada vez que iba al bosque.

Jinsoul tomó la escopeta en el suelo al notar como Sooyoung estaba distraída con las otras alfas

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Jinsoul tomó la escopeta en el suelo al notar como Sooyoung estaba distraída con las otras alfas. La menor era una peleadora excepcional pero no invencible, apenas podía contra tres mujeres. Jung ni siquiera dudo, haciéndoles un ademan con la mano a las dos alfas restantes camino por el mismo lugar donde segundos atrás la omega corrió.

La capa roja de la menor se movía de un lado para otro pero Jinsoul no tenía un tiro claro, quería matarla y que Jiwoo estuviese de frente cuando lo hiciera. Persiguió a la menor por el oscuro bosque, dejando sonar un disparo al cielo. Era típico de una depredadora, asustar a sus presas antes de acabar con ellas, una costumbre difícil de quitar.

—¡Doyeon! —Escuchó que la omega gritaba con fuerzas, sin dejar de huir —¡Doyeon, ayúdame! ¡Sooyoung está en peligro, Doyeon!

Jinsoul sonrió al notar como Jiwoo se adentraba a un lugar despejado, trotando por la orilla de un lago que llevaba como fin a unas grandes cascadas. Pareciera como si la omega estuviese esperando a alguien. Probablemente a la persona que tanto estaba llamando. Apuntó con el arma directo en la cabeza de la omega.

Iba a disparar.

Un gruñido se escuchó detrás suyo, fuerte y claro.

Se paralizó.

Ese no se parecía en nada al sonido de Sooyoung.

Sorprendida, Jinsoul se dio la vuelta. Una mujer de mediana edad se encontraba frente suyo, con el cuerpo bien formado y una mirada oscura, como los ojos de una pantera que estaba a punto de atacar. La recién llegado miró con curiosidad el arma entre las manos de la mujer y luego a Jiwoo.

Sonrió.

Y un segundo después el cambio pasó, aquella mujer se transformó en una gran e imponente loba. Tan grande como un oso y por lejos, mucho más tenebrosa de lo que fue la mismísima Jennie.

Innocent • ChuuvesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora