IX

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Dedicado a Franentina

«Sólo hasta cierto grado la propiedad hace al hombre más independiente y libre; pero un grado más la propiedad se convierte en amo y el propietario en Esclavo.» Friedrich Nietzsche

— Me gusta tu apreciación — escuchó decir a Frank desde la mesa de roble — ¿Cuál es tu nombre? — le preguntó a la chica que hace unos cinco minutos había respondido a sus preguntas

— Jamia — sonrió la chica que estaba sentada al lado de Gerard

— Jamia, podríamos ir a tomar un café para seguir conversando — dijo Frank sin importarle que el salón estuviese con más de quince personas

La chica se sonrojo, asintió y miró a su amigo, Gerard sonrió desganado y luego miró a Frank. Alzó una de sus cejas e intentó buscar la mirada avellana, tratando de pedirle alguna explicación, el tatuado lo miró y le sonrió tan calmo como siempre.

Jamia le había estado hablando toda esa mañana sobre el chico de la pasantia, sus gestos, sus tatuajes, incluso como se imaginaba su cuerpo al desnudo. Gerard sólo la escuchaba y a pesar de no poder evitar sentir un cosquilleo en sus manos y sus hombros al recordar el cuerpo desnudo de Frank, no dejaba de sentir celos. Cuando escuchó la oferta de Frank hacía ella, la sangre subió rápidamente hasta su cabeza, quiso salir del salón, tirando la puerta y hacerla sonar para  que el tatuado notará su descontento, pero no lo haría, al final ellos no eran nada más que incursionistas.

Al terminar la clase y finalizar con la filosofía sobre la moral; amo y Esclavo de Nietzsche, y comprender que dentro aquellas dos morales se estaba convirtiendo en un esclavo, el esmeralda se levantó evitando cualquier contacto visual con el tatuado, tomó su bolso y caminó hasta la puerta junto a su amiga.

Ahora ella lo llenaría de historias idealistas y fantasiosas sobre aquél café que Frank le había prometido frente a toda una clase. El esmeralda pensó simplemente en sonreírle en el momento en que ella comenzara con aquellas historias, no le diría que Frank era aquél chico del que llevaba una semana entera hablándole, no le rompería la ilusión a su amiga.

El avellana observó salir al castaño, guardó apresuradamente sus libros y caminó hasta la puerta, esperó a que el último alumno saliera y cerró la puerta con llave. Si tenía suerte encontraría a Gerard en los casilleros sacando sus óleos para la próxima clase, en cambio si no, Gerard ya estaría en aquella clase y no podría hacer la oferta que tenía en mente.

Pero la suerte para Frank siempre estaba ahí.

Gerard estaba terminando de cerrar su casillero, con un lienzo sin pintar entre el costado de su torso y su brazo, un pincel entre sus dientes y un maletín entre sus piernas, evitando que alguna de estas cayera mientras luchaba con la clave del candado, Frank rió al verlo y caminó hasta él, sostuvo el maletín de sus piernas y el lienzo a la vez, Gerard giró su mirada esmeralda y trató de sonreírle aún sosteniendo el pincel entre sus dientes.

— ¿Tienes un minuto? — preguntó Frank, a lo que Gerard, luego de terminar su lucha con el candado, negó — ¿Por qué? Aún te quedan quince minutos para entrar a tu clase

— Ajá...— sacó el pincel de su boca — quince minutos en los que no quiero verte la cara — Frank alzó una de sus cejas —. Disculpa mi sinceridad, pero no me parece bueno que juegues con mi amiga — sacó de las manos de Frank el lienzo y el maletín, caminó

— ¿Qué te hace creer que estoy jugando? — trató de seguirlo —, Gerard — suspiró — ¿Estás celoso? — el castaño se detuvo haciendo que Frank chocará con su espalda, volteó

The Kinky Club [×Frerard×] Where stories live. Discover now