Capítulo LXII

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Intentando dibujar una sonrisa en su cara, Kath se dio la vuelta y encarar a todos los presentes para despedirse de ellos por el momento. Nada más girarse fue abrazada fuertemente por Esther, a quien ya quería como su mejor amiga y hermana. Esta la abrazaba con mucha fuerza y llorando.

—Tomate el tiempo que necesites, pero intenta no tardar en volver, ¿si? —le pidió con lágrimas en los ojos.

Kath no pudo evitar ponerse a llorar también mientras limpiaba la cara de Esther.

—Cuanta con ello.

—Esther, vamos, no se lo pongas más difícil —le dijo Jon a su hermana. Esta se apartó de Kath y dejó sitio a su hermano. Él y Kath se miraron a los ojos en silencio al principio—. Mi más sentido pésame. Espero que quieras volver aquí con nosotros, pero si no es así, espero que seas feliz allá donde decidas estar.

—Gracias, Jon.

Al final, Kath le dio un abrazo de amiga, sin rencores por cosas pasadas. Para Jon aquello fue como un bálsamo que curaba todo lo malo que tenía dentro por la culpa y el amor no correspondido. Él quería que ella fuera feliz con la persona que ella amara y le correspondiera, aunque esa persona fuera el conde, su amigo de infancia y actual jefe.

Cuando él se apartó y se retiro a un lado aguantando las lágrimas amargas, Kath recibió a Sofía, quien la abrazó con ternura, como una hermana mayor, o incluso una madre. En los meses que Kath llevaba trabajando en la mansión, Sofía le había cogido cariño, a pesar de que cuando descubrió el affair de ella con el amo no le gusto nada, pero con el tiempo comprendió que su relación era mucho más que eso, y más ahora que había un bebé en camino. Esperaba de corazón que todo acabara bien.

—Siento mucho que haya pasado todo esto, mi niña —dijo Sofía junto a su oído para que solo ella la oyera—. Tomate el tiempo que necesites, pero vuelve. Él necesita saberlo. Y tu pequeño necesitara a su padre.

—Lo sé, Sofía. Lo sé. —dijo Kath abrazándola con fuerza antes de apartarse y mirarla a la cara—. Muchas gracias por todo, de verdad.

A Sofía le costó no derramar alguna lágrimas por esas tiernas palabras. Acarició la mejilla de Kath con suma ternura antes de dejarla despedirse de algunas criadas que se habían encariñado con ella y con algunos trabajadores del campo. Allí estaban todos, menos el conde, quien no había bajado a la entrada a despedirse, cosa que extraño un poco a Sofía. Pero a Kath no, más bien lo entendía.

En todo ese momento Henry espero tranquilamente junto al carro a que su hermana se despidiera de todos. Tenían mucho camino hasta su pueblo, pero ahora ya no había prisa alguna por llegar, solo un cuerpo cada vez más frío que enterrar y despedir. No tuvo que esperar mucho hasta que Kath se reunió con él y subió al carro.

Una vez sentada dentro, Kath miró a la mansión, y fue en ese momento en que miró a la ventana donde se hallaba el despacho que pudo visualizar a Nathan asomándose por ella, mirándola fijamente, de pie, con los brazos cruzados y la mirada seria. Durante unos breves instantes ambos se miraron en la distancia, hasta que el carruaje de alquiler finalmente se puso en marcha y ya no pudieron verse más. Kath se puso a llorar de nuevo, triste por no verlo durante un largo tiempo.

—Adiós.

—¿Has dicho algo? —preguntó su hermano a su lado.

—No, nada.

Kath se limpió rápidamente las lágrimas para que Henry no las viera, y se preparo para el viaje que tenían por delante hasta su casa. Ella volvería a la mansión Sullivan, pero no como criada, sino como prometida de Nathan Sullivan, futura Condesa y madre del futuro heredero. Estaba decidido.

* * *

Al día siguiente...

La marcha de Kath fue más dura de lo que Nathan quiso admitir, y debido a ello no fue capaz de dormir y se pasó las siguientes horas encerrados en su despacho, no trabajando en cuentas, sino bebiendo una copa de whisky tras otro, creyendo que así la espera hasta que ella regresará lo haría más llevadero. Pero en el fondo sabía que no era cierto, que era una mentira piadosa a sí mismo.

Al poco de la marcha de Kath, Nathan le había anunciado a Sofía, a Jon y a Esther sus futuras nupcias con Kath, cuando ella regresara tras pasar el luto por su madre. Esa noticia alegro a las mujeres, a Jon no tanto, pero estaba igual de contento por ambos. Sofía no tardo en ofrecerse para preparara los dormitorios de la condesa para el regreso de Kath, y Esther también se ofreció a ayudar. Desde entonces todo era preparativos en la casa, pero Sofía supo enseguida que el amo se había encerrado en el despacho sin recibir a nadie, ni siquiera a ella cuando le traía algo de comer.

Ella entendía el estado del amo, y el de los demás. Lo disimulaban, pero la ausencia de Kath y la trágica muerte de su madre les había afectado mucho, y aunque intentaban estar ocupados, no era suficiente para llenar el vacío que su marcha dejo. Tras rendirse en intentar hacer que el amo comiera algo regresó a la cocina, y allí se encontró a los dos hermanos sentados en la mesa cabizbajos.

—Venga, chicos, animaos. Ella regresara pronto, ya lo veréis. —dijo ella.

—Lo siento mucho, Sofía —dijo Esther—. Con lo ocurrido con su madre, yo...

—Lo sé. Nadie lo esperaba, o nadie quería que pasara, y menos Kath. Pero no por ello debemos estar deprimidos y triste para cuando ella regrese. Debemos recibirla con una sonrisa. Será la señora de esta casa, y tú —dijo alzando la barbilla de Esther—. Será su doncella de confianza, seguro.

—¿Y si cuando regrese no está feliz? ¿Y si...? —preguntó Jon dubitativo.

—En ese caso —dijo Sofía con convicción—. La recibiremos con los brazos abiertos para que sepa que nos tiene para lo que necesite, ¿de acuerdo? —vio como ambos asentían—. Ahora a trabajar. Nos vendrá bien a todos tener la mente ocupada.

Los dos hermanos intentaron contagiarse de la firmeza y fortaleza de la mujer. Jon estaba por marcharse cuando en ese momento entró una sirvienta corriendo con el aliento en la boca.

—¡Sofía!

—Kristen, ¿qué ocurre que vienes así?

—En la puerta principal hay un joven noble que desea hablar urgentemente con el amo.

Sofía al escuchar eso no supo como proceder. El amo en ese momento no recibiría a nadie.

—Dígale que venga en otro momento, que el amo no se encuentra...

—Sofía —interrumpió la criada, cosa que nunca hacía—, el joven asegura saber que su hermana biologica, secuestrada nada más nacer, trabaja aquí como sirvienta del amo, cuando ella en realidad es una joven de la nobleza, hija de un poderoso duque. —hizo una pausa para coger aire—. Sofía, él asegura que esa chica no es otra que Kath.

Esa noticia dejo petrificado de asombro a Sofía y a los hermanos Estefan.

—¡¿CÓMO?!

La Perfecta Sirvienta (Perfectas I)Where stories live. Discover now