Quidditch y Encantamientos•SEVENTEEN•

3-Esperando

Los días de agosto parecían nunca acabar, Joshua solo quería que ya fuera septiembre 1. Era un alivio que solo quedaban unos 3 días de espera, no sabía cómo llegaría al presunto andén 9 3/4 que decía en su pasaje para el expreso que le dio la directora Mcgonagall cuando fue a verlo, pero de que llegaría, llegaría al colegio.

Todas las vacaciones tuvo a sus hermanos molestándolo, se reían de él y se burlaban por las cosas extrañas más el ave que tenía en su habitación. Ellos eran la razón principal por la que ya quería que empezaran las clases.

Jeonghan le estuvo enviando cartas vía lechuza, la primera vez que vio a un ave majestuoso y elegante posado en su ventana no se imaginó que sería porque su ahora nuevo amigo con el que habló solo un día y vio una sola vez le estaba enviando una carta. Ese alcón era muy bonito, tenía un pergamino atado a la pata con un mensaje que decía: 

Querido Josh:

Me costó un poco encontrar tu dirección, pero con algo de ayuda lo logré. Espero que no tomes esto como acoso o algo así por no haberte preguntado directamente si podía escribirte, solo quiero decir que mi amistad es sincera. Desearía que quedemos en la misma casa y que las clases empiecen lo más pronto posible, estoy muy emocionado ¿Tú lo estás?, mantente saludable y espero verte en la estación, te guardaré un asiento. De ahora en adelante usaré a esta ave, no muerde pero se enoja si no le das una golosina, se llama Copito.

                                                                                                                                         XOXO, Jeonghan.

Claro que se emocionó bastante cuando lo leyó, pensó que el otro niño se olvidaría de él. 

Sus padres se mostraban serios y fríos con él, algo a lo que estaba acostumbrado. Al ser pequeño aún, no lograba entender porqué sus papás lo trataban así, pero con el paso del tiempo se dio por vencido, quizá algún día descubra la razón. 

Mientras esperaba, leyó cada libro que obtuvo para sus futuras materias. Ya se memorizó cada línea de Historia de la Magia, ese era su favorito. Algo que le llamaba la atención era el Quidditch, encontró un libro de eso y sobre los tiempos o algo así pero no lo compró porque ya era tarde. Lo mencionaba el libro de Historia de Hogwarts, hablaría de eso con Jeonghan cuando vayan de camino en el tren. Era realmente interesante ¿Qué clase de deporte era ese? no veía posible que alguien jugara con escobas por el aire, solo en sus sueños.

Habían tantas preguntas que necesitaba contestar que los libros no le bastaban, sentía que sería así por el resto de sus días. Su mente de niño ideaba tantas cosas que su imaginación era cada vez más infinita. Incluso pensaba en hacer encantamientos que no existían, lo intentó, pero no salió nada. Luego de leer en uno de los libros supo que estaba prohibido hacer magia si era menor de edad, pero sus hermanos y padres no tenían por qué saber eso.

Esperaba que allí también hubieran niños como él, con alguna característica especial. Vivió siempre siendo juzgado por su heterocromía y ese rasgo extraño de que su cabello sufría alarmantes cambios de color, por eso no salía de su casa sin gorras y no iba a la escuela local. Pero luego de leer uno de sus libros, se enteró de que eso era totalmente normal entre los magos y brujas aunque fueran muy escasos los que lo tengan. Se llamaba Metamorfomagia y descubrió que incluso podía cambiar su apariencia, pero aún era muy pronto para aprender eso.

Esperando, lo que más fuerte tenía presente era el deseo de  hacer amigos, de tener con quien jugar y compartir, un niño debía de vivir su infancia y él no lo estaba haciendo del todo. Era muy triste.

Su lechuza le hacía compañía, ella era muy tranquila y callada y salía a volar para cazar y estirar las alas todas las noches. No presentaba ninguna molestia para su antipática familia, ella era igual que él, pasaba desapercibida.

Los días eran cada vez más pocos y de repente ya era 31 de agosto, mañana partiría a la estación de Kings Cross.