8-Lugar Secreto

238 30 2
                                    

La última clase de la mañana había acabado y un niño de primer año corría por los pasillos, aquellos que llevaban a las mazmorras, hacia el gran comedor.

Como lo habían prometido, se encontrarían a la hora del almuerzo para ir a investigar ese pasadizo del que Jeonghan tanto parloteaba por la mañana. Primero debía preguntar cómo llegar a la biblioteca porque a pesar de haber llegado hace una semana, en ningún momento fue a parar a ese lugar y tampoco es como si hubiera prestado tanta atención a las explicaciones del prefecto. Aquel pequeño rubio era muy propenso a dejar viajar a su mente en las menos oportunas situaciones.

Por suerte unas chicas de sexto curso le pudieron guiar, solo tenía que tomar las escaleras al cuarto piso y siguiendo derecho en el pasillo encontraría las grandes puertas.

Siendo alguien muy social no se le dificultaba preguntarle cosas a los demás alumnos o entablar conversación con cualquiera que se posicionara al lado, por eso se hizo amigo rápidamente de los habitantes de los cuadros que adornaban las paredes del castillo. Aunque le tenía miedo a los fantasmas, así que a ellos no se acercaba demasiado. 

Mientras tanto, el par de gryffindors iba al encuentro de su amigo, por el camino charlaban sobre la grandiosa clase de encantamientos de ese día. Aprendieron el hechizo levitador y como tenían que practicar en parejas lo hicieron ellos juntos, el único inconveniente fue que Seungcheol casi le quemó la cabeza al menor del grupo al incendiar la pluma con la que estaban practicando. Por suerte no ocurrieron mayores desgracias, el profesor Flitwick era mejor curando quemaduras de lo que la señora Pomfrey creía.

—Pensé que te ibas a quedar sin cejas.

—No es gracioso.

Iban acercándose a la biblioteca y desde ahí podían observar a Jeonghan inquieto mirando por todas partes.

—Pensé que no iban a llegar nunca.

—Pero si solo han pasado 3 minutos desde que salimos de clase.

—Y eso ya es mucho tiempo, rápido, vengan—los guio hacia uno de los pasillos cercanos en donde menos luz llegaba, ¿qué estaba planeando? actuaba más extraño y sospechoso de lo normal. 

Todo cobró más sentido cuando sacó una manta de entre su túnica, aunque no tanto porque no entendían para qué los llevó hasta ahí a mostrarles una manta o al menos eso pensaba Joshua, quien era el único que no había adivinado lo que Jeonghan traía escondido.

—¿Eso es lo que creo que es?—Seungcheol dijo en voz baja.

—Si, me lo regaló mi abuela en las vacaciones sin que mis padres se enteraran, a ellos no les gusta mucho que ande por ahí con este tipo de cosas, ¿no es genial?

—Fantástico, pero ¿entraremos los tres debajo de ella? 

—Claro que si, esto cubriría hasta a dos vacas, vamos, métanse antes de que venga alguien porque ahí si estaríamos en problemas.

¿Se olvidaron de que él también estaba ahí? ¿Su cara no les daba a entender que no entendía absolutamente nada de lo que decían? 

—Eeh...perdón pero ¿qué se supone que estamos haciendo?

—Aah Josh, ¿no habías leído sobre las capas de invisibilidad? es muy difícil de encontrarlas porque ya casi no las fabrican hoy en día, pero esta es una. Pensé que ya sabías sobre ellas.

—Lo siento pero no llegué a esa parte en mis libros, o quizás me lo salté, ¿en serio es invisible? ¿entonces por qué la estoy viendo en tus manos?

—Porque se hace invisible una vez que te la colocas, ahora entra con nosotros porque se nos agota el tiempo—así, se juntaron lo más posible y colocaron la capa encima suyo, alejándose de aquel pasillo siendo guiados por Jeonghan.

Caminaron al rededor de 15 minutos, subiendo por muchas escaleras cada vez más angostas hasta que llegaron a un estrecho pasillo con ventanas de no más de un metro y medio de alto. En ese momento había mucha luz por ser medio día, pero podían imaginar que por las noches era totalmente oscuro y hacía mucho frío, porque su amigo los llevó a uno de los lugares más altos en todo Hogwarts.

—Jeonghan, ¿cómo se supone que llegaste hasta aquí si para ir a clase de herbología tenemos que salir del castillo? ¡Estamos en el séptimo piso!—Gritó Seungcheol, dejando caer la capa al suelo.

—En mi defensa, no sabía que estaba subiendo ni hacia donde, todavía estaba medio dormido.

—Bueno pero era demasiado obvio, ¿quién sube 7 pisos y no se da cuenta?

Al mismo tiempo en que sus amigos discutían viendo quién de ellos dos iba a ganar, Joshua se encontraba observando la vista desde los ventanales. Estar en una de las puntas más altas del castillo permitía ver incluso casi todo lo que sobresalía del bosque prohibido, si mirabas un poco al costado se podía distinguir una parte del lago negro y más abajo el humo que salía de la cabaña del guardabosques. 

Mientras observaba, admirado, se preguntaba qué habría estado haciendo en esos momentos si la directora McGonagall nunca encontraba su casa y si nunca recibía su carta. Probablemente estaría comiendo solo en su cuarto temporal del ático porque se peleó con sus hermanos o, estaría intentando comprender sus libros de idioma. Afortunadamente, nada de eso era más que un terrible sueño para su yo de casi 11 años, sería horrible tener que seguir conviviendo con sus terribles padres o con sus primos segundos que siempre se quedaban un tiempo luego de las vacaciones en su casa.

No es como si él la pasara demasiado mal a veces, había niños con una vida peor, se consideraba afortunado por tener una casa y una familia que aunque no demostraba cariño, por lo menos no lo echaron a la calle una vez que se enteraron de la sangre mágica que corría en él.

¿Por qué un niño de su edad tiene tantos pensamientos así mientras mira al horizonte? En realidad ni siquiera él lo entendía, tal vez el pasar mucho tiempo encerrado con solo libros de categoría para adultos y jóvenes le ensanchaba mucho la mente. 

—Joshua...

—¿Si?

—Te estamos hablando desde hace un rato, ¿estás bien?—Seungcheol se notaba preocupado.

No se había percatado de ello.

—Claro que si, ¿qué me decían?

—¿Verdad que una persona puede subir sin darse cuenta de que lo está haciendo? Seungcheol sigue llamándome estúpido, dile que pare, no es mi culpa que don perfecto tenga un gran sentido de la orientación.

—Seungcheol, no le digas estúpido a Jeonghan.

—Si tú lo dices, pero tienen que admitir que eso es absurdo.

—Mejor cállate ya.

No entendía como es posible que esos dos fueran amigos desde hace años, siempre que se encuentran tienen peleas. Esperaba que eso se calmara con el pasar de las semanas porque ser la tercera rueda entre dos amigos que se la pasan discutiendo cual pareja de casados no es divertido, aunque Joshua no lo tomaba tanto en cuenta si se perdía en sus pensamientos de vez en cuando.

Cuando se tranquilizaron, Jeonghan seguía molesto pero ya no le hicieron caso, se dedicaron a investigar el estrecho lugar. El pasadizo era uno que no lo encontraban mencionado en ninguno de los libros de historia, así que lo más probable era que nadie supiera de este. Pensaban que probablemente se formó luego de la última batalla que dio lugar en el castillo y ninguna persona se acordó de él, lo cual era muy oportuno para ellos, sería su nuevo escondite.

—Es mejor que nos vayamos si no queremos llegar tarde a la clase de transformaciones.

—Pero tengo hambre...

—Pues tendremos que esperar a la cena—estuvieron al rededor de 40 minutos ahí, llegar a la planta baja a tiempo sería un milagro. 

Se pusieron la capa encima otra vez, y entre silencio y pequeñas risas bajaron corriendo hasta el pasillo de la biblioteca. Jeonghan volvió a guardar su capa y con promesas de volver a encontrarse allí al día siguiente, tomaron caminos separados mientras corrían a sus clases de la tarde.







Quidditch y Encantamientos•SEVENTEEN•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora