Parte XI

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Jimin fue llevado a urgencias.

Jungkook comenzó a llorar en cuanto se lo arrebataron de los brazos para tenderlo en una camilla. Yoongi estuvo con él para que no cometiese una locura como echar a correr detrás de la ambulancia.

—¿Es algo serio? —preguntó entre sollozos.

En la sala de maquillaje, previa para su concierto ya olvidado, el resto de sus compañeros de banda y un par de managers le miraron con pena.

—De seguro estará bien. —Lo calmó Namjoon. —Aguardemos con esperanza.

—Ya se ha hecho el anuncio de la cancelación de su presentación. —El manager SeJin informó. —Recojamos todo y volvamos al hotel. Nos avisarán sobre Jimin apenas tengan alguna noticia. Ya saben como es, algunos de ustedes se han lastimado antes.

Pero nunca así, quiso pelear Jungkook. Nunca al punto de tener que cancelar una presentación o ser llevados a una emergencia. Ellos eran atendidos por su personal privado, preparado para cualquier caso.

No así, siendo llevado lejos.

Jungkook sentía que iba a morir de angustia.

Con lagrimas nunca dejando de caer, permitió ser guiado de vuelta al hotel. En su mente se repetía una y otra vez la expresión de su mayor antes de perder la conciencia.

¿Y si él no regresaba? Los golpes en la cabeza podían ser complicados. ¿Y si Jimin hyung no podía volver a las presentaciones? Eso lo mataría en vida, Jimin era un artista, el ritmo, el arte mismo. Se apagaría como una vela consumida si aquel desliz dejaba una herida permanente.

A los sollozos le siguieron un par de lamentos y luego un par de temblores.

Jungkook había sido tan tonto.

—Ya chico, tranquilo —Jin lo acunó en un sofá de la sala de estar. No era más que el niño que un día había conocido, grandes ojos brillantes en un rostro inocente. —Jiminie es más fuerte de lo que parece.

Bueno, sí, Jungkook sabia eso; el tema es que él no lo era. Él no era fuerte como pretendía. Las pasadas semanas había estado intentando serlo y fracasado estrepitosamente.

El resto de la banda se reunió alrededor de ellos.

Ninguno lloraba, a pesar de los rostros serios y con deje temeroso.

—Yo lo amo —Jungkook se las arregló para decir en voz alta. A pesar de las sacudidas de sus sollozos, su tono fue claro como sus sentimientos. —Lo amo como más que mi hyung y no se lo dije, lo alejé.

Los abrazos se hicieron más fuertes.

—Él lo sabía. —Yoongi dijo tranquilo. —Para todo lo que importa, él te amaba de la misma manera.

—Sí, —Namjoon dio un asentimiento. —todos lo sabíamos, así que respira profundo. Y se paciente con tu corazón, cuando Jimin llegue, puedes decírselo tanto como quieras.

Jungkook lloró más fuerte entre los brazos de todos que intentaron alcanzarlo a la vez.

Se mantuvieron unidos hasta entrada la medianoche. Revisaban sus celulares ocasionalmente, esperando noticias y negándose a revisar el revuelo en las redes sociales.

El manager SeJin los interrumpió trayendo bolsas de comida caliente consigo.

—Jimin está bien —dijo tras verlos a todos comer un par de bocados. Ellos necesitaban reponer fuerzas tras las exhaustivas horas de tensión. —Lo traerán en breve, se sugiere que lo dejen descansar por completo en las primeras horas. —Un suspiro colectivo recorrió la habitación. —Su tobillo tiene una fea torcedura, pero le hicieron los exámenes pertinentes para su golpe en la cabeza y no fue más allá de una contusión que dolerá en los próximos días.

—¿Puedo verlo? —Jungkook preguntó de inmediato poniéndose de pie.

Su manager asintió con una sonrisa conocedora.

—Sí, solo no le hagan las cosas complicadas. Nada de regaños, nada de exaltarlo.

Jungkook dio una inclinación en modo de agradecimiento.

Jimin estaba bien, su Jiminie estaba bien y pronto estaría con él.

La gran mano de su manager de confianza lo tomó del hombro para llamar su atención.

—Si te sirve de algo, Jimin preguntó por ti al despertar. —A pesar de que sonaba nada más que profesional, la sonrisa y el brillo en sus ojos le transmitían calidez. —La empresa lo sabe, sobre ustedes y te daremos cuanto acceso necesites.

Jungkook sintió la emoción cerrar su garganta.  




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