Guardianes: La Espada Ulfberth

13

Al caer la noche, estaban todos reunidos alrededor de una fogata. Los príncipes; la princesa y su esposo; Beth, Ian y Vrid; Jackson y Jude; Iris y Elliot; los trillizos, los reyes y la sorpresa de la noche, la Princesa Nima. Todos sentados en el suelo sobre mantas, en el jardín trasero del Palacio, las estrellas los acompañaban brillando con gran fuerza y luchando contra la luz de la Luna.

—Ya que mañana será el día en que recuperaremos nuestros reinos, supuse que sería bueno pasar tiempo juntos, antes de dividirnos. —Ayira dijo —Ya saben antes de la batalla.

Zeth fue quién habló —¿Y qui...

—La única regla es que no se hablará sobre mañana. —lo interrumpió. La noche estaba fresca luego de la lluvia. Nadie supo que decir —Bien... —pensaba en algún tema, pero nada venía a ella.

Los grillos hacían su típico ruido, y al mismo tiempo, estos irradiaban luz de sus cuerpos; cada uno de diferentes colores, por lo que el suelo parecía tener también sus propias estrellas.

Thabo sonrió —¿Qué es lo más vergonzoso que les haya pasado? —preguntó y luego vio a Jade, mientras los demás intentaban recordar —Sé que probablemente tendrás buenas historias Jade y que fácilmente nos superarías; así que te pido que está noche solo disfrutes.

No le molestó, la verdad es que ella prefería escucharlos a contar sus tragedias.

—Está bien. —se relajó y dejó caer su espalda en el pecho de Aiden. Estaba sentada entre sus piernas y él la abrazaba cubriéndola del viento; aunque totalmente en vano ya que ella no sentía el mismo frío que ellos —Esta noche solo me reiré de ustedes. —vio de reojo a la Princesa Nima, ella los observaba con cierta molestia en sus ojos.

—Cuando lo mencionaste, no creí que lo dijeras en serio. —Aiden le susurró al oído viendo la expresión de la chica mientras los miraba —No está contenta, —quería reír, se contuvo —no le agradas.

Jade levantó la visita hacia él sin importar quién veía

—A mí no me importa, —estiró su brazo y puso su mano en su mejilla —si al resto del mundo no le gusta vernos juntos. —se acercaron el uno al otro, él viéndola hacia abajo y de lado —¿Y a ti? —negó viéndola a los ojos, los cuales brillaban y reflejaban el fuego de la fogata. La atrajo más a él.

Se besaron. El primer beso que se daban públicamente, sin importarles nada ni nadie; solo eran ellos dos. Los trillizos estaban contentos al igual que los demás, a excepción de Nima y los hermanos de Jade que apartaron la vista esperando con desesperación terminara pronto y sin repetición. Se separaron con una enorme sonrisa en sus rostros.

—No se ustedes, pero yo esperaba con ansias poder por fin verlos juntos, —los señaló —y ese beso, ¡carajo! —rieron —hasta se antoja. —Ayira no podía contener su emoción.

—Desde el baile que esperábamos que algo ocurriera entre ustedes. —Saik estaba de acuerdo.

Saik vio a la Princesa Ayira con la misma sonrisa en su rostro, ambos compartiendo un recuerdo: El Baile de Sangre y Oro, aquella noche fueron testigos de algo que los demás ignoraban; los vieron tomarse de la mano secretamente.

—Mejor respondan la pregunta en lugar de vernos mientras nos besamos. —Jade replicó —Thabo, ¿Podrías...? —los ojos del Rey podrían haber iluminado la noche sino hubiese ya fuego al centro de todos ellos.

Asintió —Claro, ¿qué es lo más vergonzoso que les ha pasado? —repitió.

Akili fue la primera —Cuando recién empezaba como guardia personal de Ayira, —tomó aire —llegué tarde a un entrenamiento por culpa de mi madre, quien quería estar presente, yo me negaba, no quería que estuviera ahí; no logré que se fuera. —escuchaban atentamente —Ella no solo se quedó, me echo porras; le gritó a mi entrenador por gritarme, luego él le gritó de vuelta; yo le grite a él por gritarle a mi madre por gritarle por gritarme. —reía como los demás —Fue una locura. —recordó —Mi madre terminó dándole una gran bofetada; al siguiente día él me transfirió.