-VII-

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El hombre quedó unos segundos en su lugar, totalmente quieto. 

La bastante madura respuesta de su hija lo había dejado con las palabras en la lengua. No pudo evitar sonreír, la para nada madura muchacha repentinamente dio una respuesta responsable y satisfactoria para el, aunque aun así aquella resolución le dejaba un ligero amargor en la boca.

Sin pensar mucho en aquello, se introdujo a la casa, donde ya se encontraba su hija menor. Se adentro a su hogar, notando así la reciente llegada de su Esposa e Hijo.

—Mikoto, no note que llegaron.— Un tanto sorprendido, se quitó el calzado, y procedió a acercarse a la mujer de cabelleras negras. 

—Oh, llegamos hace un par de minutos.— Comunicó a Fugaku, mientras le daba una bolsa con vegetales a Sasuke. —Sasuke, llevalos a la cocina por favor.— Pidió la Uchiha, mientras veía como este asentia, transportando los alimentos al lugar indicado. 


La castaña saludo a su Madre, dándole asiento y sirviendo algo de té. 

—Estuviste todo el dia fuera, debes estar cansada.— Le dedicó una sonrisa, mientras buscaba un par de los Dango que trajo, para que su madre comiese. —Me ire a lavar, estoy sudorosa, volveré más tarde.— La castaña visualizo como sus Progenitores asienten ante aquello, pudiendo retirarse a su habitación para tomar su tan deseado baño. 

Fue a su habitación, tomo un par de prendas para cambiarse, y se dirigió felizmente hasta las aguas termales que poseen en su casa. Se desvistió, y dejó su ropa sucia tirada por allí. Se dirigió a una de las duchas, comenzando así a enjabonarse y enjuagarse, intentando quitar cualquier rastro de sudor y suciedad. Se sumergió, dejando a la vista solo su nariz, para poder respirar. 

Sintió como todos sus músculos se relajaban, toda esa tensión y cansancio desaparecieron en cuestión de segundos, otorgándole una calma inexplicable.  Sacó su cabeza a la superficie, soltando un suspiro placentero. 

Salió con lentitud de aquel caliente líquido, sintiendo como su cuerpo agradece aquella corta sesion de relajacion. Miró a sus costados; de izquierda a derecha, buscando con la mirada su toalla. Algo hizo un click en su cerebro; había olvidado su toalla, nuevamente. Soltó un frustrado suspiro, tendría que ir a buscar una toalla a las duchas. Se sacudió un poco el agua, como si de un perro se tratase. AUnque esto no le funciono como esperaba, y solo termino bastante mareada.

—A los perros esto les parecía funcionar...— Murmuró, mientras se acercaba con lentitud hacia la puerta de papel, debido a su mareo. 



···


—Tadaima modorimashita.— Anunció así el chico de largas cabelleras negras, que acababa de llegar de una corta misión. 

—Okaeri nasai, Itachi.— Contestó su madre que se encontraba cocinando la cena, seguido de su padre. —Llegas algo tarde, la cena ya casi está, ¿que tal si te das un baño rápido, y de paso llamas a Kaede?— 

—Claro, Madre.— Asintió, caminando asi a paso lento hacia la ducha. 

Entro al baño, notando así algunos restos de agua y jabón por el piso. —¿Kaede se baño antes? Rayos, esa niña siempre deja el baño hecho un desastre.— 

Sin muchos rodeos, se quitó sus prendas, comenzando así a limpiar su musculoso cuerpo. Lavó con paciencia sus gruesos cabellos, negros como la obsidiana. Al terminar, agarró una toalla, enrollandola así por su cintura, dirigiéndose así hacia aquellas relajantes y calientes aguas termales. Antes de abrir esa puerta corrediza de papel noto a un costado de esta los ropajes sucios de su hermana menor. No pudo evitar soltar una risita; su hermana seguía siendo la niña despistada de siempre.

Salió de su trance al ver una silueta a través del papel. Parecía una silueta femenina, y, así lo era. Esta silueta abrió la puerta, e Itachi no pudo más que sorprenderse de sobremanera, ya que la supuesta silueta era nada más ni nada menos que su hermana, su hermana completamente desnuda. 

El se quedo en una especie de shock, mientras que Kaede quedó unos segundos quieta, confundida y aun algo mareada.

—¿...Itachi? ¿Qué sucede?— No pudo comprender el rostro de sorpresa de su hermano, hasta que bajó su mirada, y se contempló a sí misma de la misma forma en la que Dios la trajo al mundo. Un potente sonrojo inundó todo su rostro, a la vez que rápidamente se abría paso por Itachi, agarrando una toalla y corriendo fuera del baño, hacia su habitación, dejando al chico pelinegro completamente solo. 


La castaña entro a su cuarto, cerrando su puerta justo tras ella, aun con su respiración agitada. Se secó con rapidez, colocando su pijama, y metiéndose a su cama, buscando protección entre sus frazadas. 

Ella quedó en su nidito calentito, mientras que con su ceño levemente fruncido se ponía a analizar los hecho recién ocurridos. 

—Espera... ¿porque, corrí?— Esa fue la primera pregunta que su mente proyecto. ¿Porque había corrido? Itachi la había visto desnuda varias veces, era su hermano mayor. Antes solía correr por los pasillos totalmente desnuda, e Itachi era testigo de eso. 

Entonces, una principal duda llegó a su cabeza; ¿por que se había avergonzado de aquella manera...?  ¿Porque Itachi se había sorprendido? Las veces que la vio en paños menores nunca paso eso; es más, la regañaba por andar prácticamente desnuda por la casa, diciéndole que se enfermaria. 

¿Que había cambiado?

Había crecido, en "varios" aspectos, lo admitía. Pero aun así no comprendía el cambio que pudo ocurrir entre ellos.

Lo pensó unos momentos, su "situación" cambió desde que su padre le dijo a Itachi que se casarían. Esa era una respuesta, pero no estaba completa. 

¿Que era exactamente lo que había cambiado?

Unos minutos después, la respuesta completa azotó su mente. 

Ellos, ya no se veían como hermanos.



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𝕻𝖗𝖔𝖒𝖊𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘 [Uchiha Itachi +16]Where stories live. Discover now