𝕻𝖗𝖔𝖒𝖊𝖙𝖎𝖉𝖔𝖘 [Uchiha Itachi +16]

-XI-

Seguidamente, comenzó a succionar su clavícula y hombros, dejando variadas marcas rosadas en su blanca y tersa piel.

Bajo su mirada a la camisa de Kaede, donde se podía apreciar a la perfección sus botones rosados a través de la traslúcida tela.

La castaña, avergonzada, pero dispuesta a seguir, comenzó a desabotonar los botones de aquella prenda, revelando lentamente sus pálidos pechos.

Vacilante, el pelinegro colocó sus dedos alrededor de este, rozando con su dedo pulgar el rosado botón. 
La castaña se estremeció, sintiendo oleadas de electricidad recorrer su excitado cuerpo.

Acercó su boca a las carnes de la muchacha, comenzando a jugar, dejando marcas por estas. Se posicionó en el medio, para luego comenzar a dar besos húmedos, descendiendo con lentitud. 

Llegó hasta su vientre, donde se topó con el borde de su short.
Sonrio, sin desviar su mirada de los profundos ojos negros de la castaña. Metió sus dedos por debajo de aquella tela, tocando directamente la piel de la pelvis de la muchacha. 

Agarró aquella prenda, comenzando a deslizarla por sus piernas, revelando su parte intima. 

Avergonzada, cubrió su rostro, abriendo un poco sus dedos, dejando espacio para apreciar las reacciones del pelinegro. 
El chico admiro la flor de la muchacha, sin timidez alguna, mientras la contraria, sentía que moriría de pena.

Itachi lanzó las prendas a algún lugar de la habitación. Tomo con delicadeza la pantorrilla de la joven, comenzando a besar y lamer su piel, con sensualidad y cariño.
Acaricio ambas piernas, prestando más atención a una de ellas.
Ascendió con sutileza, llegando hasta los muslos de la castaña, apretandolos, y disfrutando de la suavidad de estos.
Recorría sus piernas, acariciandolas con las yemas de sus dedos, causando suspiros en la joven.

Lamió el muslo interno, cerca de la intimidad de la chica.

Beso todo el área, dando una desprevenida mordida en este.

La joven jadeo, de dolor y placer a la vez.

El pelinegro, se aseguró de que su mordidita dejará una marca duradera.
Tomó con sus manos ambas piernas, separándolas, sin desviar su vista de los lujuriosos ojos de la menor.

Acercó su rostro a la entrepierna de la castaña, dejando un beso en esta.

Kaede gimió, sintiendo placeres que eran desconocidos hasta el momento.

Sin avisar, el pelinegro saco su lengua, dando una lamida directa al clítoris de la chica. Comenzó lento, calmado, queriendo lograr una buena experiencia para la castaña. Aunque sus ganas de probarla le ganaron.
Inmediatamente, hundió su rostro entre sus muslos, sintiendo como aquellas suaves piernas apretaban su rostro, mientras continuaba lamiendo y succionando, cada vez con más vigor.