—Boggi... —Susurre muy cerca de su oreja. El pobre después de haber comido tanto, una ducha y acción... Quedo exhausto. Admito que yo también, pero vamos, que estamos en la playa y hay que disfrutar.
—¿Donde esta tu botón de apagar? Quiero dormir? —Gruño y dio media vuelta hasta quedar tumbado boca abajo. La habitación había quedado bañada de la luz del sol y aún así, con toda esta claridad, este nene dormía como un oso.
—Vale, Boggi, lo siento, nene. Pero tú me trajiste aquí y no pienso estar metida en la puta habitación hasta que te la gana de levantarte. —Le pegué una palmada en las nalgas y me tumbe sobre su espalda quedando boca arriba con la cabeza guindando fuera de la cama.
—Vale. —Se incorporó con un brinco y yo caí de cabeza con mis piernas al lado de mi cabeza.
—¡Boggi! —Chille, me dolía un mucho la cabeza por el golpe. Me incorpore un poco hasta quedar sentada en el suelo y sobando el lugar herido.
—¿Que? ¿No querías que me levantara? —Dijo como si nada.
—Vete a la mierda. —Me levanté y fui por ropa. Estaba totalmente desnuda. Me puse un bikini y encima de ello, un vestido.
—¿No te vas a bañar? —Preguntó Boggi detrás de mi.
—¿Para que? Si vamos a mojarnos de todos modos.
—Tienes razón. ¿Estás enojada?
—Preguntó mirandome curioso.—¿Yo? ¿Enojada? Jamás. —Me acerqué a el y pase mis brazos al rededor de su cuello. Y no, no es sarcasmo.
—Cierto, la ultima vez que te enojaste conmigo solo duraste como dos horas enojada. —Eso era cierto, no se porque se me hacía imposible enojarme con las personas, bueno, solo me enojo con Laura, pero eso ya no es enojo, si no, asco, odio, de todo un poco, menos cosas buenas.
—Vale, eso es porque eres muy adorable. Pero... ¿Por que lo preguntas?
—Porque hoy no me has besado. —Me asombre e inmediatamente lo besé. Me encantaba ese cosquilleo que recorría todo mi cuerpo cada vez que lo besaba.
—¿Satisfecho? —Pregunte sonriente. El asintió. Se colocó una pantaloneta y una camisa de deporte y nos dirigimos hacia el restaurante.
—Quiero lo mismo que habíamos pedido en aquel restaurante. —El se quedó pensativo.
—¿Estas viendo, Emilio? Van a comer sin nosotros. —Dijo Iván incrédulo.
—Claro, si querían andar de sujetavelas, nos hubieran dicho, porque ahí sí hay mucha dulcería Kendra.
—Bromeó Boggi.—Puaj, yo paso. —Dijo Iván.
—Si hay helado con hongos, yo voy con todo el gusto. —Contestó Emilio.
—No se que es más asqueroso, las cursilerias de estos dos o tu comiendo helado con hongos. —Dijo Iván con cara de asco.
—¡Eh! No te metas con mi helado con hongos. —Me quejé y lo mire con los ojos entrecerrados.
—Kendra, para las personas normales si es asqueroso. —Opino Boggi.
—Claro, es de persona normal tirarme de la cama porque te levanté. —Dije con sarcasmo.
—No estabas en la cama, estabas en mi espalda y no te tiré, solo traté de levantarme. —Se excusó Boggi.
—Claro... —Asentí poco convencida. Los gemelos nos veían con el ceño fruncido y luego sacudieron la cabeza.
Terminamos de comer y nos fuimos a un balcón grande en frente de la playa. Donde hay unas camas con dosel para tomar el sol y algunas sillas con sombrilla. Boggi y yo nos tumbamos a lo ancho de la cama, de modo que quedamos boca abajo en dirección a los gemelos que están en la del lado de la misma forma que nosotros.
—Estoy muy llena. —Toque mi barriga que se encontraba un poco inflada.
—Claro pringada, hasta te comiste mi plato. —Iván me miró con los ojos entrecerrados.
—Perdón, pero tú omelette estaba muy rico. —Negó con su cabeza.
—Quiero ir a la playa. —Mire hacia esta. El agua es cristalina y con un vaivén muy sereno.
—Ni de coña, hace unos segundos dijiste que estás muy llena y ahora quieres ir. Te va a dar un calambre, mujer. —Boggi me miró sin comprender. Hice un puchero y este lo atrapó entre sus labios.
—¡Tíos! —Dijeron los gemelos al unísono haciendo cara de asco.
—Perdón. —Me encogí de hombros con una sonrisa inocente.
—Ya, no puedo más. —Habían pasado treinta minutos. Me levanté y me dirigí hacia la playa. Ellos me siguieron.
—Espera. —Ordenó Boggi. Pare y lo volví a ver. Me saco el vestido playero por la cabeza. —Así es mejor. —Me cogio de las rodillas, me puso sobre su hombro y corrió escaleras abajo.
—Yo quería tocar la arena con mis pies y correr por si sola hasta el mar. —Me quejé.
—Vale, más tarde lo intentas o mañana, pero ya no hay vuelta atrás.
—Sentenció.—Vete a la mierda, capullo.
—Vete al infierno, capulla. —Contraatacó.
—Bueno... La última vez que hablé sobre el infierno fue porque vi la serie Lucifer, así que... Con gusto me voy. —El medio una palmada en mi nalga.
—Es injusto que lo prefieras a él que a mí. Yo soy el que te satisface sexualmente y por ende, más joven.
—¿Y quien dice que el no lo pueda hacer? ¿Solo porque es viejo? Recuerda que es inmortal. —Se cuerpo se tensó.
—Kendra. No me busques las cosquillas.—Dijo con tono de voz serio.
—Vale, me callo. —Comenzó a correr hacia el mar. Donde corría, el agua salpicada en mi cara. Cuando llegamos a un momento donde el agua le llegaba por el pecho, tuve que incorporarme un poco para que mi cabeza no quedara sumergida. Cogio mis caderas y me mando a volar por los aires. El agua no estaba tan fría, más bien, era cálida y fresca.
Salí del agua tosiendo, tuve que tratar de flotar porque no llegaba al agua. Me acerqué hacia el riendo, me encantaba caer de chapuzón al agua. Me colgué de sus caderas y levanté su mentón hasta rozar nuestros labios.
—Te quiero. —Susurró. Me aparte un poco.
—¿Que has dicho? —Me baje de sus caderas y retrocedi.
—Te quiero. —Repitió mirando fijamente mis ojos. Estos debían de expresar pánico, ya que era eso lo que sentía. Mi corazón latía tan rápido como si hubiera corrido un maratón.
—No puedes decir eso... —Dije apartando la mirada de sus ojos.
—¿Por qué? ¿No puedo expresar lo que realmente siento? —Me miro atentamente.
—No, no es eso... Si no que, em —Tartamudee. —Desde que mi padre y todo em...
—¿Que desde hace tiempo nadie te lo dice? —Me interrumpió. Se acercó hasta donde yo estaba y puso sus manos en mis mejillas —Por qué... ¿Sabes qué? Yo realmente te quiero. Y te lo digo y te lo voy a decir mil veces más. — Mire sus ojos que revelaban que sus palabras salieron de su corazón, es... Increible.
El miedo a decepcionarlo comenzó a invadir todo mi cuerpo, el miedo a que me dejara, el miedo a que me rompiera, todos los miedos que pueden existir, comenzaron a invadir mi puto cuerpo. ¡Joder, esto en serio me aterraba! Necesito procesarlo.
—Tengo miedo... —Susurre.
—Lo sé, a mí también me aterra, más de lo que crees. Pero si te molesta, no te lo...—Besé sus labios.
Sí, me acojonaba, pero joder, que si uno no arriesga, no gana. Y este hombre, en serio me encantaba.
—Yo también te quiero. —Susurre cerca de sus labios. El me volvió a besar mis labios. Un beso profundo, con miles de emociones y con sabor a mar.
Holi, holi, espero que les haya gustado. Dejen su ⭐ para saber si les gustó.
*Valoren mi edit* Jajaja

ESTÁS LEYENDO
365 Días Y... Él (Just Boggi)
Teen FictionLa vida de Kendra dará un vuelco, cuando, sin ella quererlo, debe viajar a España a intercambio... ¿Que familia la recibirá? ¿Será ella vulnerable ante el encanto de Bogdan? 365 días en España