Eres mío

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No tenía intención de venir aquí.

Sólo fue suerte, en realidad, que Madara estuviera despierta a esta hora. Se conocía que los Uchiha siempre habían sido madrugadores, ardiendo con el sol mientras que Tobirama funcionaba mejor por la noche. Cuando lo vio pudo notar que ya estaba vestido para la cama, las piernas estaban dobladas justamente debajo de él donde se sentaba en la mesa baja, la barbilla estaba apoyada en la mano y perezosamente volteando a través de una de sus novelas.

No estaba seguro de por qué estaba aquí. No sabía lo que había planeado decir, en realidad. Todo lo que podía hacer era mirarle la espalda y escuchar el susurro del papel. mirar cómo su cabello, cepillado en una coleta baja y que se escabullía en el azul de medianoche de su yukata, se escabulló para revelar más piel pálida lunar. Y cuando ya estaba más cerca de su rango de visión pudo sentir el calor de su mirada mientras miraba por encima de su hombro, con esos ojos negros siempre intensos y ardientes.

- ¿Cómo estuvo la misión? -

-Fue...- Un éxito. Un trabajo fácil- Si bien había logrado que un pueblo acomodado en Tea Country. Los abasteciera con sus productos a un precio razonable había mucho de lo que sucedió ahí que no dejo con mal sabor de boca pagado mucho más que el promedio que tomó. Había dejado un mal gusto en su boca.

Negando con la cabeza. Decidió retractarse rápidamente mentirle no era una opción, ni siquiera por omisión. Aunque no quisiera decírselo, No podía mantenerlo con él por más tiempo.

-Era un Sōpurando-

Sabía qué esperar, y evitó su mirada. Eran shinobi. Casi todas las misiones que tomó harían la cremoso estomacal de un civil. Pero Madara no perdonaba por naturaleza, a pesar de eso. Y nada de lo que había hecho antes se había acercado a traicionarlo de esa manera.

La sensación de los dedos calientes en su mejilla lo hizo estremecerse. No se alejó del tacto, dejo que Madara le pasara una mano por el pelo, por el brazo, para agarrar su mano. Tampoco lo miró, sin querer ver el disgusto o la rabia dirigida a él.

Cuando Madara lo tiró hacia la sala, lo siguió sin decir una palabra, y sintiendo que su estómago caía a medida que iban. Lo creía asqueroso. Por eso lo llevó al baño, lo desnudó. Lo senté en un taburete y le lavó la espalda, una burla de todas las veces que habían hecho esto antes.

Casi olvida que Madara estaba furioso con él, con la forma en que le frotó el champú en el cabello, le rascó el cuero cabelludo justo para hacerlo tararear. Le quitó tiempo enjuagando el jabón, corriendo sus dedos a través del pelo blanco, por el cuello y los hombros, calmando los músculos doloridos.

La forma en que lo sostuvo cerca en el baño caliente, los brazos apretados a su alrededor, los latidos del corazón firmes en la oreja y una mano trabajando el nudo entre sus omóplatos lo hizo sentir aún más mal.

-Estás molesto conmigo. - Conocía a Madara. Sabía que era un hombre celoso, y malhumorado en el mejor de los momentos.

Madara antes tales palabras solo se desplazó debajo de él, un brazo se envolviendo más fuerte, mientras su otra mano se moviendo hacia arriba cepillando el flequillo de su cara, pero sin mirarlo directamente a los ojos respondió-Fue una misión. -

-Todavía estás molesto. -

-Por supuesto que estoy molesto. -Su voz era suave, tranquila, diferente a sus palabras. Lo tiró imposiblemente más cerca, las siguientes palabras fueron nada más que murmullos en el pelo mojado. -Eres mío. Nadie más debería tocarte. -

-Lo siento. - Cerró los ojos, la nariz presionada en su pecho. Había aceite en el agua, lavanda y rosa, calma y luz. Pero Madara olía a cedro y ceniza, embriagador, pesado y persistente.

Madara se escapó de su escondite, y levantando la barbilla presionar un beso en la frente. -Deja eso. -

-No lo hicimos, bueno...- Tobirama se enfrentó a una mirada hacia él. Madara no era bueno escondiendo su ira y nunca se molestaba en esconderla, en realidad, aunque vio sus ojos y sabía que estaba enojado con él no logro identificar nada. Sus ojos no eran fríos ni rojos, su mandíbula no apretada, las manos todavía estaban calientes y firmes mientras lo mantenía cerca. -En realidad no llegaron a....-

- ¿Qué hicieron? - Madara acunó su mejilla, cepillando un pulgar sobre sus labios antes de sumergirse para probarlos.

-Me besaron, pero no- Madara era demasiado distraído, demasiado hábil con su lengua y era demasiado embriagador. Dientes afilados mordisqueando su labio, barbilla, oreja. Y sintió como unas nanos empujaban contra la bañera, mientras lo encajaban entre sus piernas.

-Dime lo que hicieron. - Su aliento estaba caliente en su cuello, las manos firmes en sus caderas. - ¿Te besaron aquí? ¿Te Mordieron? -

Tobirama asintió con la cabeza, sin confiar en su voz. Amo como Madara lamió una tira en su cuello y como chupo una marca en su piel.

Una mano se movió plana sobre su estómago, dedos insensibles y ásperos se movían por su pecho. - ¿Te tocaron aquí? - Su boca siguió después, los dientes pastando a medida que avanzaba.

-N-no. - Tobirama enhebraba los dedos a través del pelo negro, tirando de la yukata suelta y tirándolo cerca. Se acostó y separo las rodillas, para darle más espacio.

Una mano frotó círculos en su cadera, unos dientes tirando de su pezón, la lengua parpando sobre él para torturarlo. Y cuando finalmente lo soltó, se movió para conquistar su boca nuevamente, chupando el aliento de sus pulmones.

- ¿Dónde más? - Sólo se le dio un momento para respirar, un momento para tratar de pensar más allá de la neblina de la lujuria, el fuego que se encendía rojo caliente y se extendía sobre él, cuando menos lo pensó sintió como Madara estaba sobre él una vez más. Sacando su lengua para bailar, con la mano en la nuca, y la otra moviéndose en el agua a través de su muslo.

- ¿Dónde más te tocaron?-

-No lo hicieron, no con- Tobirama le mordió la lengua, atragantándose ante la sensación de la mano de Madara. Se sentía como si en vez de manos fueran plumas lo que lo tocaran, toquen que bajaron cada vez más hasta que llegaron a su eje, vagando hacía.... -Ropa. La ropa estaba puesta. -

- ¿Eso es todo? - Tobirama envolvió una pierna a su alrededor mientras hablaba, inclinando la cabeza hacia atrás y tragando con fuerza. Se estremeció con el esfuerzo de no quejarse mientras la mano de Madara se sumergió cada vez más bajo, y sintiendo como un dedo frotándose contra su entrada. - ¿No te tocó aquí? ¿Esto sigue siendo mío? -

-Dio..ses, s..í.-

-Muy bien- El tono oscuro lo hizo mirar hacia arriba una vez más. Y al hacerlo se dio cuenta del brillo posesivo en los ojos ahora rojo-negros, pudo ver como se formaba una ligera burla entre los labios del otro individuo y antes de que pudiera decir algo sintió un golpe firme por dejar caer su cabeza hacia atrás, un sonido estrangulado se dejó escuchar en la habitación que se encontraban junto con un -Odiaría tener que cazarlos-.

Debería haberle asustado, sabiendo que Madara mataría a cualquiera que lo tocara. Saber que el hombre frotando un pulgar sobre la cabeza de su polla podría romperlo con facilidad. Pero sólo lo hizo temblar más, lo hizo arquear más en él mientras trabajaba con un dedo, presionando lentamente.

No pasó mucho tiempo hasta que lo dejaron jadeando por el aire, apretando alrededor de los tres dedos asaltando el lugar que le hizo ver estrellas, polla que se filtra en el agua de las manos hábiles de Madara. Vino llorando su nombre, el sonido tragado por los labios ansiosos que se asoman contra los suyos.

-Tú eres mío. - Las palabras fueron presionadas contra el lado de su cuello, en su punto de pulso cuando bajó. Envolvió sus brazos alrededor de Madara mientras se asentaba en él, suspiró mientras se enojaba en el pelo salvaje una vez más.

-sabes, eres bastante espeluznante a veces. - Madara resopló el comentario, estableciéndose más en él sin molestarse en negarlo. Pero, en realidad, a Tobirama no le importaba su extraño amante, ya sintiendo el peso en su pecho aligerado incluso cuando Madara pesaba mucho sobre él.

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Sōpurando: es la manera en como se le dice prostíbulo en Japón

One shots MadatobiWhere stories live. Discover now