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Cuando el último timbre sonaba avisando el fin de la jornada escolar, a Jaehyun le gustaba pasearse por los pasillos nada más para echarle un vistazo rápido a las personas que se quedaban haciendo actividades de su respectivo club una vez llegaba la hora de salida. En más de una ocasión la idea de dejar el equipo de baseball y unirse a otro que realmente le gustara pasó por su mente, pero sus amigos siendo parte de este lo hacían cambiar rápidamente de opinión.

Además, ahora tenía una mejor excusa para quedarse.

Inconscientemente comenzó a dar cortos saltitos a medida caminaba solo con recordarlo, pues el solo hecho de pensar que posiblemente volvería a ver a aquel lindo chico de cabello azabache más brillante que el sol lo ponía de buen humor. Cabe destacar que debido a esto tuvo que aguantarse toda clase de comentarios que le hacían sus amigos cuando se tocaba el tema, y bueno, que Jaehyun no lo negara solo hacía que esos comentarios se incrementaran en mayor medida. ¿Y por qué lo haría? Decir que el muchacho no le interesaba sería una mentira demasiado descarada, y que ahora tuviera la oportunidad de lucirse ante él (en un deporte que no le gustaba, no olvidemos ese detalle) era similar a ver a un niño de siete años emocionado de que su madre fuera a verlo por primera vez a un partido.

Continuó su recorrido por los pasillos topándose de vez en cuando con los muchachitos del club de arte que iban a lavar sus pinceles, a los miembros del consejo estudiantil que sin falta llevaban montañas de hojas entre sus manos cada vez que los veía, e incluso se detuvo para cruzar unas cuantas palabras con Jungwoo, el bonito chico del club de atletismo que hacía que su equipo saliese ganador con solo brindar una sonrisa encandiladora antes de comenzar una carrera.

Jaehyun sentía que ya no tenía nada que hacer allí, pero justo antes de dirigirse hacia el final del pasillo, la voz de alguien le impidió seguir con su paso.

Era el club de música. Debía admitir que no es como si le hubiera prestado mucha atención desde un principio (ya que a él le iba más el baile que el canto), pero al no escuchar el sonido de algún tipo de instrumento como lo era a diario y que se oyera únicamente la voz de un chico cantar, le llamó la atención.

Se asomó un poco, no demasiado, solo lo suficiente como para tener una buena vista y no interrumpir la secuencia. Y fue en ese instante, que se reencontró con una sensación que no sabía que extrañaba hasta que volvió a sentirla.

El muchacho que se había adueñado de sus sentidos desde hace un puñado de días, cantaba a un volumen moderado mientras caminaba lentamente de un lado a otro siendo acompañado únicamente por la música del celular que tenía en una de sus manos. Kim DongYoung (como le aclaró el joven Moon que se llamaba) demostró que lo de ángel no lo tenía solo de pinta. Jaehyun no lo pensó demasiado y entró.

La voz del chico se cortó de golpe junto a la música de su celular, viéndolo de una manera que por más esfuerzo que hiciese no sabría describirla con palabras. Él le mostró la palma de su mano dándole a entender que no se preocupara, siendo seguido por los grandes orbes del mayor en todo momento, YoonOh se sentó en el banquito frente al enorme piano que abarcaba casi media aula. Sin aviso, comenzó a tocar.

Al principio, Doyoung lo miró sorprendido. Pero en el momento que la mirada del castaño se topó con la suya, supo que iba enserio.

Su voz hacía eco en la habitación, combinando perfectamente con la lenta melodía de ''Fly me to the moon'' que Jaehyun estaba tocando de forma habilidosa con sus dedos, haciendo lo posible en no perderse dentro de las facciones del muchacho cada vez que tomaba aire para continuar.

No hicieron falta palabras una vez acabó, porque quedarse viéndolo en silencio era suficiente para él.

La expresión de felicidad en su rostro realmente lo hizo volar hasta la luna.

Baseball lover ||JaeDo||Where stories live. Discover now