28. "O Captain! My Captain!"

180 34 31
                                    

La tensión que sentía en ese momento era un hilo, un hilo frágil que podría romper en cualquier momento. Ella lo veía con seriedad, nunca había visto aquel tipo de mirada hacía él... en realidad nunca había visto mirar así a nadie.

El tiempo había parado, esto no era realmente cierto, era la adrenalina que sentía tratando de evitar lo que iba a ocurrir. La tensión se rompió, y con ella el tiempo, que empezó a andar a velocidades infinitamente rápidas, podría decir que era la velocidad de la luz, pero no estaba seguro de si era correcto medir de tal forma el tiempo.

El tiempo, otro enigma para la ciencia, sin embargo aquel momento no era adecuado para pensar en la ciencia, ese era el momento perfecto para actuar, así que movió su espada de luz para evitar que la espada de ella lo atravesará por completo.

Las espadas chocaron, Gerard imaginaba que de ellas salían chispas a causa del choque, era sorprendente lo que podía lograr la imaginación al momento de los juegos, Bandit blandió su sable de luz contra él, ella reía.

Ella reía, pero su risa no era normal, Gerard no podía asegurar si era por la adrenalina del momento pero a su parecer, la risa de su hija se había transformado un poco a la de una persona cruel, que estaba orgullosa de serlo, aunque probablemente ese era un pequeño efecto colateral de la distorsión que creaba la adrenalina en su cuerpo.

Para Gerard, ellos estaban en otro mundo, blandiendo sus espadas por la guerra, por el anhelo de la victoria.

-Bandit espera un momento...

-¿Qué?

-Yo... soy... tu padre...

Pudo observar como se ablandaba el corazón de su oponente, Gerard sabía que Bandit era inteligente, y no debía caer en el truco, sin embargo había olvidado que la pelea era de dos contra uno, así que cuando iba a contraatacar, aprovechando el momento de debilidad de su hija, un sable de luz atravesó su pecho, o más bien golpeo su espalda, haciéndolo desestabilizarse y caer al suelo de rodillas.

-No hoy Way... - Mikey dejó caer el sable de luz en el suelo mientras corría a abrazar a Bandit. Era un maldito.

Sin embargo Gerard se levantó riendo, había sido un juego bastante entretenido, y gracias a la adrenalina y su creatividad por un momento pensó en que pudo haber sido real.

Mikey y Bandit iban hacía el comedor para ayudar a Donna a poner la mesa, mientras que Gerard recogía los sables de luz e iba en camino a guardarlos, pero algo se opuso en su misión, y es que el bolsillo trasero de su pantalón vibro.

Si, exacto, había vibrado, y no era imaginación de Gerard, aquello fue algo extraño, suponía que debía ser algún mensaje o notificación de instagram, decidió dejarla pasar un rato. Dejo las cosas en su respectivo lugar y fue a cenar con su familia.

A veces Gerard pensaba en todo el tiempo pasado que perdió, que no pudo aprovechar con su familia, y es que era en realidad demasiado tiempo, tiempo sin ver a Donna, sin pasar una tarde con Mikey, sin dedicarle realmente tiempo a Bandit.

***

Aquella noche durmió bien, había soñado con otras de sus tardes con Frank. Pero no se sentía tan mal como antes, ahora simplemente escuchaba a las voces, no podía mentir, ellas seguían allí.

Pero tenían menos intensidad, Gerard creía fielmente en que quizas, con el pasar del tiempo, todo podría terminar.

Sin embargo, aquello era magia, y la magia no desaparece por si sola.

Había pasado casi una hora después de terminar de cenar, todos estaban viendo una película juntos, sin embargo Gerard ya había perdido la cuenta de cuantas veces se habían visto Frozen con Bandit ya.

La idea era de Mikey, ya que días antes no pudo terminar de ver la película.

Entonces Gerard estaba viendo su celular. Vagaba por sus notificaciones, pero sus ojos pasaron ágilmente hacia una de Instagram.

Frank había publicado algo. Gerard se sintió como una chica de 17 años corriendo a ver que era lo que había publicado su cantante favorito.

Había pasado ya una hora desde la publicación... Gerard no sabía que pensar, en su mente un martilleo amenazaba con explotar.

Aunque este, suponía, era común, no era la gran cosa comparada a las agujas y los gritos. Era un dolor de cabeza pequeño. No sabía porque se generaba, sin embargo allí estaba.

"Happy Birthday! 🎉🎉"

Se veían lindos. Era una foto de Frank y Jamia cuando eran pequeños, y un texto de Frank diciéndole que la ama mucho. En ese momento, Gerard se dio cuenta que era casi imposible realizar aquello que había estado pensando durante esos días.

Porque era imposible. Frank estaba feliz, y si allí era feliz, entonces Gerard debía encontrar una forma de ser feliz sin él, ya que en un pasado arruinó su felicidad muchas veces... No lo quería volver a hacer.

No debía volver a hacerlo, era terrible para Gerard pensar en volver a hacerle daño a alguien, no quería hacerlo. No debía hacerlo. 

*** 

La corriente arrastraba aquella cosa. La luz de la luna reflejaba el río, donde aquel muñeco flotaba. El agua puede anular la magia, y más si está en una corriente. Aquel muñeco fue liberado en la orilla del rió, por aquellas dos siluetas que también estaban iluminadas por la luna. 

Si lograbas acercarte hacia ellas lo suficiente, podrías identificar sus prendas, cuya suciedad amenazaba con camuflarlos entre la tierra al rededor a ellos, llevarlos a ser parte de ella, aunque realmente ya parecían serlo, ambas siluetas reflejadas al igual que la luna en el río, compartían un sentimiento. 

Esperanza. Que al día siguiente se perdería con una búsqueda incansable de el último recurso... y la perdida, de forma sanguinaria y cruel bajo un texto, escrito inicialmente por alguien que dejó la escuela a los 11 años, para ir a trabajar y posteriormente publicar con su dinero "Hojas de hierba" una pequeña colección de poemas, pero Whitman ya ha muerto. Oh capitán, mi capitán, han usado tus poemas para un acto sangriento, un acto impuro que impide terminar una misión brindada por la muerte para un alma que está confundida. Mi capitán, tus poemas aquí son falacias, que tratan de ser mostradas como escritas por Sebastian, pero Sebastian nunca las escribió. 

Por que desafortunadamente, Sebastian no conocía de tus creaciones, y mucho menos tenía en mente la idea de suicidarse después de liberar en el agua aquella noche de luna menguante, que parecía ser sacada de una película de dreamworks, hacía falta el niño que se sentaba en ella con la caña de pescar, ese fue el pensamiento de Sebastian aquella noche. 

Sin saber, que próximamente haría parte de las estrellas y podría ser el niño de la luna por siempre, porque eso era él. Era mucho más joven que Angel, y estaba en último año escolar... unos sencillos 16 años arrebatados bajo la falacia de un texto de Withman. 


This Must Be A DreamWhere stories live. Discover now